lunes, diciembre 01, 2014

CHAMBER MUSIC - Pedro Ferrández - Diario de Ferrol

CHAMBER MUSIC - Pedro Ferrández - Diario de Ferrol

CHAMBER MUSIC

Pedro Ferrández
Pedro Ferrández el viento que mece la hierba
Redacción Ferrol | A
Chamber Music, aparte de ser un poemario de James Joyce, es un disco del año 1995 de Martyn Bates, componente de Eyeless in Gazza, dúo formado en los años ochenta con Peter Becker. La huella de Bates llega hasta nuestros días tanto con sus interpretaciones en solitario como en las colaboraciones con Anne Clark “Justafter Sunset”.
El disco que nos ocupa es de una belleza poco corriente, aunque ya tiene una base lírica en Joyce y en sus poemas  tanto en Música de Cámara como en Poemas Manzanas. Bates da un repaso a la lírica joyciana en dos discos que complementan perfectamente su poesía ya hecha para cantar.
Parece estar cantando en una taberna irlandesa, en un acantilado mirando el mar o en las romerías a las orillas del ríoLiffey. Chamber Music I empieza con el poema maravilloso Strings in theearth and air… “Cuerdas en la tierra y en el aire dulce música hacen…”.
Apenas un sonido de cuerdas como si fuera aire que llega a nuestros oídos se desarrolla The twilight turns from amethyst, “El crepúsculo de amatista se torna…”. La monotonía de la voz y la música hacen resaltar las palabras sin molestarla, las notas son un pequeño viento que nos acuna.
A veces la música se queda muda pareciéndose toda la interpretación como un canto gregoriano en medio de la naturaleza. En general, la música es un murmullo, un arrullo “Seguid tañendo, liras invisibles al Amor…”. Todo el disco es una adoración al silencio de donde todo parte “música suave y melodiosa arriba en el aire. Y abajo en la tierra”. Estos poemas, tan delicados sobre la volubilidad del amor que algunos han dicho que en su “interior todo es música” (J.A. Álvarez Amorós), son cantados por Bates como si fuera un juglar, un trovador medieval “Brisas de mayo, que danzáis sobre el mar”, como una Cántiga de Amigo. Teclados ambientales o elementos acústicos aquí y allí, incluso alguna armónica, adornan, como si de una brisa se tratase, todas las canciones, como si un viento suave fuera el hilo conductor entre amantes.
Joyce-Bates, Irlanda-Galicia, una vez más, unidos por un ligero sonido del mar. “Y los doctos coros de tierras encantadas comienzan (¡incontables!) a escucharse”.

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