domingo, junio 14, 2015

Lágrimas de V.S.Naipaul, por BERNA GONZÁLEZ HARBOUR

Lágrimas de V.S.Naipaul | Babelia | EL PAÍS





Tantas personas nos habían alertado de todo lo que puede enfadar a Sir Vidia que acudimos a la cita con el respeto recorriéndonos la médula, por usar un eufemismo suave. Pero V.S.Naipaul, nacido en Trinidad en 1932, Nobel de Literatura en 2001, es mucho más que un enfent terrible de las letras universales: retrató el desarraigo con pluma poderosa; nos hizo reflexionar sobre el islam, la fe y el mundo; sembró dudas sobre Gandhi; y pintó con vigor las frustraciones de las vidas sin elección. Ha combinado ficción y no ficción con una arbitrariedad pasmosa y genial. Y ha alimentado la historia mundial de los mitos con una vida que Paul Theroux y Patrick French desmenuzaron en sendas biografías sin escatimar los agujeros oscuros que frecuentó: el maltrato a su primera mujer, su recurso a la prostitución, su amante, su ira.
Y además, sí, es cierto: se enfada con los periodistas cuando no conocen su obra, les examina sobre lo que preguntan y pone fin a las entrevistas cuando le da la gana.
Así que la cita en su piso del barrio de Chelsea, en Londres, en la primera entrevista que concede en un año y tras las repetidas advertencias de rigor sobre lo que se ve, pero no se toca (su vida privada, la crítica o la calificación de su obra como “literatura de viajes”, que le molesta especialmente) lo tenía todo para ser arriesgada.
Naipaul nos recibe ya sentado, o instalado, en una silla. Apenas tiene movilidad en las piernas, sus ojos permanecen semicerrados y su voluntad de contestar no parece haberse despertado aún. “Necesita calentar”, ayuda Nadira Khannum Alvi, su segunda esposa, con la que ha compartido los últimos 20 años. Pero no acaba nunca de calentar y es ella la que terminará volcando la devoción que le profesa en el empeño de que esto no descarrile. Le riñe cuando no contesta, le repite las preguntas en voz alta y rellena de halagos y anécdotas todos los vacíos que él deja.
¿Y él? Sorpresa: no solo no se enfada, o no lo expresa demasiado en su semblante distante y endurecido, sino que de cuando en cuando busca nuestra aprobación. Se emociona. Y hasta llora. De alguna manera, mientras transcurre la larga hora que dedica a Babelia en presencia de su mujer y de un agente, vamos tomando conciencia de que la entrevista se está convirtiendo en algo diferente: en testimonio de un momento de vejez y decaimiento; de la evaporación de la energía; del éxtasis y hasta de cierta rendición ante su mujer; del vigor y la impotencia de un genio en una etapa final.
Sir Vidia ya no escribe libros, pero sí “fragmentos”, le socorre de nuevo su esposa. No relee su obra, dice, pero le gusta que ella la relea en alto para él, y se enfada cuando se salta algo. Ama sus libros, cada una de sus palabras, de sus frases y de sus párrafos, que conoce al dedillo tras la lucha librada por cada coma en contra de su inseguridad. Al fin y al cabo lo ha dedicado todo a ellos. A costa de la bondad. Y de los demás.
- ¿Le preocupa la imagen que quedará de usted?
- No, en absoluto. -responde con rotundidad, esta vez por sí solo, a la pregunta final.
Pero empecemos por el principio.
La excusa para la entrevista es buena: se publica en España Una zona de oscuridad (Debate), un libro en el que volcó la experiencia iniciática de su primer viaje a la India, de donde sus abuelos habían salido décadas atrás rumbo a Trinidad. De niño había sido un extraño como miembro de la minoría india en esta colonia británica; de joven fue un extraño como indio estudiante en Inglaterra; y de adulto se encuentra de repente en un país desconocido para él en el que sin embargo es uno más. Y ese desarraigo es, reconoce, el motor de su literatura.
Aquel libro, además, le sirvió para cambiar de registro después de sus primeras novelas en un momento en que se creía agotado para la ficción. Y para retratar lo que veía ante un mundo que no quería verlo.
P. Usted describe una India de divisiones, ineficacia, insensibilidad, que le hace daño. ¿India le sigue doliendo todavía?
La gente me pregunta ahora por qué ya no describo los horrores en las calles, si todo eso ha desaparecido. Y yo contesto que no, pero no puedo estar escribiendo siempre lo mismo.
R. Sí. La gente me pregunta ahora por qué ya no describo los horrores en las calles, si todo eso ha desaparecido. Y yo contesto que no, pero no puedo estar escribiendo siempre lo mismo. Intento cambiar al tiempo que cambian mis sensaciones, pero sin olvidarme nunca de lo que he escrito antes. ¿Tiene sentido lo que digo?
P. Lo escribió en 1964. ¿Lo ha releído? ¿Relee usted sus libros antiguos?
R. No, la verdad es que no. Así de sencillo. ¿Cree que debería?
P. Algunos lo hacen. Philip Roth dejó de escribir y se dedicó tres años a releer sus treinta y tantos libros. ¿Ha pensado usted alguna vez en revisitar sus libros?
R. No. Tengo tan presente la experiencia de cuando los escribí que no lo necesito.
P. En el prefacio dice que este libro le ayudó a mirar más allá de la ficción. Había escrito ficción, tres o cuatro novelas, y con este libro dio el salto a la no ficción. ¿Puede decirme qué supuso para usted esta forma de saltar de la ficción a la no ficción?
R. ¿Qué era exactamente lo que decía? Esta cita que menciona, ¿dónde está?
P. En el prefacio. Y en Momentos literarios, donde habla de cuando escribió este libro.
R. No me acuerdo.
P. Decía usted: “Estaba exhausto después de Una casa para el Señor Biswas, estaba buscando alguna otra novela”. Y algún editor le propuso ir a India y escribir sobre la experiencia. Y dice usted: “Me ayudó a mirar más allá de la ficción, a saltar al ensayo...
R. Creo que ahí está dicho con mucha claridad. Acababa de terminar un libro muy largo de ficción, estaba agotado por el esfuerzo, quería hacer algo nuevo, algo que no fuera de ficción. Nada más. ¿Tiene sentido?
P. Claro, pero me gustaría que lo explicara un poco más.
R. No puedo explicarlo más. Es suficiente.
P. Usted ha escrito ficción y no ficción toda su vida. ¿Qué satisfacciones y qué dificultades le ha aportado cada género?
R. Es una pregunta muy seria, sobre mi forma de escribir, que ahora no podría contestar. No puedo responder con una frase sencilla. Hay cosas que son tan difíciles de explicar sobre la escritura, y que tampoco es fácil hablar sobre ellas... Pruebe con otra pregunta.
P. ¿Por qué ha preferido a veces escribir ficción y a veces no ficción?
R. Un motivo puede ser que estás cansado de una forma y tienes muchas ganas de probar otra. Y otro es que hay ciertas cosas que exigen determinada forma de contarlas. Cuando uno está viviendo esa experiencia, dice: “Esto lo escribiría de esta determinada forma”. Por ejemplo, como no ficción.
Una zona de oscuridad molestó y conmocionó en su tiempo por la crudeza con que describió una India de miseria e inconsciencia, y debe su título a la penumbra que nos rodea más allá de la débil luz que ilumina nuestra choza. Es pura India, pero es universal. Y su referente literario no puede estar más lejos de allí, y más cerca de aquí: El Lazarillo, que él leyó en esos años en español y tradujo para sí. “Lo adoro, me encanta su lenguaje. En 1555 había un español delicioso, una lengua maravillosa, y eso fue muy educativo para alguien como yo que estaba tratando de aprender a escribir. El lenguaje y el tono es maravilloso, extraordinario, tan lleno de ironías.”
P. Usted ahonda mucho en los personajes por dentro y también por fuera. Como el Lazarillo. ¿Qué le costó más?
R. Cuando escribo no hago compartimentos, todo sale de forma fluida ¿me explico?
P. Este libro, Una zona de oscuridad, y este primer viaje a la India, ¿qué representaron para usted?
R. Supongo que representó mucho, porque era la primera vez que escribía sobre una experiencia tan fuerte, el primer viaje a la India. Pero no puedo decir mucho más, yo creo que con esta explicación basta. A no ser que... veo que tiene usted cara de querer preguntar algo más al respecto.
Nadira. Bueno, fue un libro muy importante. Fuiste a India por primera vez, viste el país de cerca, escribiste sobre India y molestaste mucho a los indios, porque era una mirada desde fuera, porque tú eres indio y a la vez no lo eres. El libro despertó mucha indignación en India. Recuerda lo que decían: Cómo se atreve a venir aquí y hablar de la suciedad, cómo se atreve a escribir que la gente defeca en las vías del tren... Fue un libro muy importante para los escritores indios más jóvenes, Amitav Ghosh y gente así. Tú les enseñaste otra manera de mirar India, y después vinieron otros libros.
R. Todo eso es secundario respecto al acto de escribir. Cuando uno está escribiendo no piensa en el revuelo que va a causar. No pensé que iba a causarlo, porque me pareció que lo que estaba escribiendo era tan obvio que la gente lo iba a recibir como una descripción de lo que había, sin más. Pero ya ve, a veces las cosas ocurren así... A veces crees que no has hecho nada y descubres que has hecho algo.
V. S. Naipaul con su esposa, Nadira, en su piso de Chelsea. / GORKA LEJARCEGI
P. Usted dijo, por ejemplo, que Gandhi fracasó, 30 años después de su muerte. ¿Sigue pensando que fracasó?
R. Desde luego.
P. ¿Por qué?
R. Porque sus ideas y su mensaje son tan profundos, abarcan de tal forma todos los aspectos de la India que para poder decir que triunfó debería haber promovido un vuelco total del país. Y no lo hizo.
P. También se sintió decepcionado con la Inglaterra colonial. ¿Siente que Inglaterra ha aprendido a valorar sus excolonias?
R. No he dicho nada tan radical sobre Inglaterra. No me atrevería jamás a hacer grandes afirmaciones sobre países tan importantes, a decir que es un país que me ha decepcionado o algo así. No se puede hacer eso. Los países así son tan grandes y tan importantes, y dependemos tanto de ellos, que tenemos que aprender a aceptar todo lo que tienen.
P. Es cierto que usted no habla de Inglaterra, sino de “inglesidad”, de cómo chocó con India. Dice que no fue un buen encuentro el de las dos potencias. De modo que, en cierto sentido, sí critica la actitud de los ingleses. ¿Cree que esa actitud de Inglaterra hacia sus viejas colonias ha evolucionado, ha cambiado?
R. Tengo que pensarme mucho esta respuesta.
P. Usted decía literalmente: El imperio despreció a India al tiempo que la conquistaba. Fue una relación de desprecio, de indiferencia. Eso es lo que escribió. De modo que la pregunta es: ¿Ha aprendido Inglaterra a valorar a la gente de sus excolonias?
R. Creo que no, y no veo ningún motivo para que lo haga (ríen su esposa y él). Cuando empecé a escribir me dije que había una serie de palabras que nunca debía utilizar. Una era colonialismo. Otra imperialismo. Cuando leía no me gustaba encontrarme este tipo de palabras, no me gustaba que la gente las usara en lugar de expresar ideas propias. Una de ellas era “colonialismo”. Otra, “imperialismo”. Si usted repasa mis escritos, no las encontrará. Es cuestión de principios.Y sigue siendo así.
P. Hay una descripción que hace en el libro de sí mismo: en Trinidad era diferente, en Londres era diferente, pero entonces fue a India y allí era anónimo, porque era indio. Tengo la sensación de que ese sentimiento de desarraigo, de ser diferente, es el motor que impulsa este libro. ¿Es también el motor que ha impulsado toda su carrera?
R. Sí. Sin la menor duda. Nunca lo he pensado conscientemente, aún hoy no lo hago, pero creo que en el fondo siempre he tenido la impresión de que otra persona estaría haciendo otra cosa diferente.
P. ¿Cómo describiría su estilo? ¿Profundo, crudo, honesto? Son palabras que propongo, pero me gustaría que usted lo definiera.
R. Es imposible hacerlo. En cuanto uno empieza a analizar sus propios escritos como si fuera un crítico emprende un camino que lleva a la locura.
Su esposa se empieza a enfadar, le anima a explicarse: “Es cierto, sería una locura, pero tú siempre has dicho que tratas de acercarte lo más posible a la verdad y siempre me has descrito tu forma de escribir en esos términos. Lo más cerca posible de la verdad. Dices que hay que hacer el máximo esfuerzo para acercarse lo más posible a la verdad.Y que lo revisas una y otra vez porque nunca estás seguro”.
“Mi mujer lo explica mejor que yo”, se limita a decir él.
Nadira. Él está siempre inseguro de sí mismo. Con todo lo brillante que es, duda constantemente y es un perfeccionista. Cuando escribióSemillas mágicas, y cuando escribió Media vida, redactaba una frase y se quedaba ahí. Cuando escribe no habla ni escucha, y entonces yo leía esa frase en voz alta y él respondía “No está bien”. Yo le decía: “¡Es perfecta!” Y el insistía: “No, no está bien. No tiene mi ritmo”. Porque él tiene su propio ritmo, su propia música en la cabeza. Y luego, de pronto, se sentaba en la cama a las tres de la mañana, y corría al ordenador, y cambiaba una palabra, y entonces decía: “Ahora, sí”. Y ahí estaba, la frase perfecta. Es un perfeccionista. Examina las palabras sin cesar. Está obsesionado con la claridad: dice que, si un escritor es bueno, puede expresar las ideas más complejas de manera muy sencilla. Si eres incomprensible, estás perdiendo el lenguaje que tienes. Por eso no le gustan palabras como colonialismo, imperialismo, grandes palabras muy simples que nadie se atreve a cuestionar. El escritor debe buscar más a fondo para ser más claro.
P. Por eso he escogido esas palabras sobre su estilo: verdad, transparencia, honestidad...
Nadira. Y claridad.
P. Y claridad. Verdad.
Nadira. Lo más cerca posible de la verdad. Porque dice que la verdad absoluta no existe, que siempre está cambiando, pero hay que hacer el máximo esfuerzo para acercarse lo más posible a la verdad. Y todos los libros sobre India de los que hablábamos antes, él se ha pasado la vida volviendo a India, volviendo sobre el tema, volviendo a examinar el país desde diferentes puntos de vista. India, A Wounded Civilization (1977) es muy distinto de India, a Million Mutinies Now(1990). Tengo que decir, y espero que lo reproduzca, que, cuando escribió esos libros, en India causaron gran revuelo. India, a Wounded Civilization es un libro que han utilizado los dos partidos, y no solo en el aspecto político. Es un repaso a la historia de India. Ahora, los indios quieren que escriba otro libro, y él les ha dicho que no. Les ha dicho que les dio India, A Million Mutinies y que todo lo que aparecía ahí sigue siendo válido. No tiene nada nuevo que decir sobre ellos. No quiere escribir un nuevo libro solo por escribirlo. Y ahora los indios han crecido lo suficiente en el mundo y son lo bastante poderosos como para decirle: “Muchas gracias por habernos dado las herramientas para juzgarnos a nosotros mismos. Ahora podemos mirarnos en el espejo y vernos. Ya tenemos las herramientas”. Lo malo del mundo islámico es que no tienen las herramientas necesarias. Los libros que él escribió sobre ellos también son unos libros muy importantes, pero todavía no tienen las herramientas para juzgarse a sí mismos, no han desarrollado el pensamiento como en India..
P. Enseguida hablaré de los libros sobre el islam, pero antes querría tocar otro tema: Usted ha dicho que cada libro siempre debe constituir un avance, que siempre debe ser un paso hacia adelante. ¿Cree que lo ha conseguido con cada libro?
R. Sí, sí.
P. ¿Sigue escribiendo ahora?
R. No sé qué decir.
Nadira. Está escribiendo “Fragmentos”, pero no está seguro de acabarlo. Aunque, cuando llega el momento, dicta. Pero no es un texto coherente. Son... fragmentos.
P. Hablemos del islam, ha escrito sobre el radicalismo islámico. ¿Lo teme?
R. No tengo miedo porque en realidad son débiles y sería muy fácil acabar con ellos, destruirlos, si las grandes potencias se pusieran de acuerdo. Toda esa palabrería islamista tiene poca sustancia. Y lo digo porque se basa en muchas cosas que proceden del mundo árabe y que están tratando de incorporar a su propio pensamiento, hasta ahora sin éxito. ¿Es una buena respuesta?
P. ¿Y qué ha fallado en Occidente?
R. No creo que Occidente haya fallado. El fallo, la falta de pensamiento, la falta de ideas ha estado en el lado del islam.
P. ¿Pero en Occidente cree que hay ideas nuevas o también hay una crisis de ideas?
R. El mundo vive de las ideas, eso es parte de lo que nos entusiasma a personas como yo. Y no hay falta de ideas. No creo que en el islam den mucha importancia a las ideas.
P. Cuando usted empezó a viajar, tenía que ir en barco, tren, tardaba semanas, meses... Hoy, en cuestión de horas, estamos en otro continente. Es la globalización. ¿Cree que eso ha acercado las civilizaciones, o seguimos estando alejados?
R. Creo que no ha tenido ningún efecto. Sería fácil decir que ahora todos podemos viajar, tenemos magníficas vistas, imaginamos el mundo entero, pero la gente no cambia así como así.
P. ¿Sigue la literatura en el mundo? Antes le pregunté si creía que cada libro suyo ha sido un paso hacia adelante. ¿Cree que la literatura mundial ha avanzado? ¿Encuentra literatura interesante?
R. Creo que la gente no piensa en la literatura en esos términos.
P. ¿Pero encuentra usted literatura interesante, autores interesantes en el mundo hoy?
R. Es complicado. No puedo decir que en algunas culturas la literatura sea muy dinámica, porque no lo es. No se pueden sacar grandes conclusiones. Hay que ver las pequeñas cosas de las que escribe la gente.
P. En un momento dado, usted dijo que no veía literatura ni arte en India, por ejemplo, porque no existía una tradición. Pero también dijo “Llegará. El motor de la literatura estará aquí”. ¿Ha sido así? ¿Ha encontrado usted autores interesantes en India o en los países emergentes?
El reconocimiento es fundamental. Da validez a tu trabajo. El autor del ‘Lazarillo’ no lo tuvo, pero tiene la inmortalidad"
R. Es un tema demasiado amplio como para responder deprisa. Si dijera algo ahora, probablemente serían unas cuantas frases estúpidas y provocadoras, y no quiero hacer eso. La verdad es que no he encontrado a ninguno. La verdad es que esperan grandes desilusiones al hombre que empieza a leer la obra de algún autor que publica en India. Recuerdo que leí en 1951 The Unknown Indian (El indio desconocido), de Chaudhuri, y me deslumbró. Por desgracia, con los años, me ha ido deslumbrando cada vez menos. Estamos deseando, quizá demasiado, encontrar cualidades en determinados países. Creemos que están en posesión de la verdad, o que están más cerca de la verdad que nosotros, cuando probablemente no es así. Hoy, el libro de Chaudhuri me resulta insoportable.
Naipaul se niega a escoger entre sus libros. “Nunca haría algo así”. Y su mujer lo corrobora y cuenta: “Se sabe su obra tan bien que no se le puede engañar. A veces me pongo a leerle Señor Biswas, de pronto me canso y quiero llegar a la parte que me gusta y en cuanto empiezo a correr me dice: ‘Para, te estás saltando cosas’.
P. O sea que usted no relee sus libros, pero su mujer se los lee en voz alta.
Nadira. Y me dejo algunos trozos. Y él salta de inmediato y me dice: Para. Y cuando le pregunto: ¿Cómo lo sabes? Él responde ‘Conozco mi música. Sé cómo escribo”. "Tengo que decir que no lee mucho fuera de sus propios libros, porque quiere conservar su propio pulso y su propio ritmo. Recibe muchos libros de India, y yo leo fragmentos en voz alta, y él comenta: “Este chico sabe escribir, pero...” O “Este es bueno, pero vamos a ver si dura”. Me gusta mucho ver a todos esos indios como Amitav Ghosh y todos los demás que hoy dicen que Vidia es muy importante para ellos, que les enseñó otra forma de escribir, y por eso le están muy agradecidos. Están saliendo libros de India, Amit Chaudhury y toda esa gente. Él me pide que le lea cuatro líneas y con eso ya sabe si el autor es bueno o malo. Pero él no lee, porque causa interferencia en su proceso mental.
P. Pero esa es otra forma de releer sus libros.
R. Sí.
P. ¿Y le gustan, cuando se los lee?
Nadira. Le encantan. Le encanta su obra. No tiene usted ni idea de con qué cuidado y minuciosidad escribe, lo tortuoso que es el proceso. Y qué fantástico es. De verdad, no conozco a nadie que merezca tanto como él el Nobel. Porque es un proceso atormentado, le consume. David Campbell, el editor de Everyman, me dijo que debería escribir cómo es el proceso, porque, cuando está escribiendo, se le calienta tanto la cabeza que no se puede tocar. Se le calienta tanto como si fuera una bala. Y es implacable. No hace nada más que pensar y escribir. Es evidente que este es el trabajo al que ha dedicado su vida, y lo hace muy bien, pero eso no le deja tiempo para hacer ninguna otra cosa. Tienes que contarle lo que sueles decir, estará bien que se enteren tus lectores. Siempre dice que un hombre debería tener tres vidas. Una, para vivir, otra, para leer y experimentar, y otra para escribir. Siempre dice: “Mi vida es demasiado corta. Nunca he tenido tiempo de vivir, no he hecho nada más que escribir”. La gente debería tener tres vidas.
P. Y la suya siempre ha estado y está dedicada a la escritura.
R. Sí.
P. ¿Y se arrepiente de algo?
R. No, no me arrepiento de nada. He dedicado demasiado tiempo a escribir como para arrepentirme de ello.
Nadira. Pero tienes el concepto de dharma. Háblale del dharma. El dharma es la fuerza que le empuja.
Él acepta hacerlo, y se explica de una forma recogida.
R. Es una noción india. El hombre debe tener su dharma, su idea de qué debe hacer consigo mismo y con su vida. Yo encontré ecos de este concepto en ciertas partes de Proust, la reflexión sobre cómo pasa uno su tiempo, cómo hace las cosas.
Es entonces cuando las lágrimas nublan los ojos de Naipaul y ella le consuela. “No te preocupes, está bien”, dice con cariño. Y explica: “Él ha dedicado su vida entera a escribir. El dharma le ha impulsado. Eso es el dharma. Es casi como una religión”.
P. Usted escribió sobre su padre como escritor: “Mi padre nunca llegó a un punto de descanso desde el que revisar su pasado. Al final, tenía poco de lo que escribir”. ¿Cuándo sintió usted que había llegado a ese punto? Su padre nunca encontró ese momento desde el que examinar su pasado, pero usted sí, desde el principio. ¿Cuándo fue?
R. Qué difíciles son todas estas preguntas.
Nadira. Alguna vez me has dicho que a los 40 años. Me contó que entonces fue cuando sintió que era famoso y que conocía bien su obra.
P. ¿Cuándo sintió confianza en su trabajo? Porque he leído que, al principio, no tenía ninguna confianza, era muy inseguro.
Nadira. En realidad, todavía es inseguro ahora, cuando se pone a escribir los fragmentos. Dice que estar seguro de uno mismo es síntoma de estupidez. Sentirse inseguro es lo que le obliga a examinarte. Siempre se siente inseguro mientras escribe, pero luego es consciente de la calidad de su obra. Una vez terminada, está convencido de que es buena.
Es hora de ir terminando. El agente y su esposa le ayudan a trasladarse a un sofá donde posa dócilmente. Está cansado y cada vez deja más que sea su esposa quien se extienda en las respuestas mientras él la mira embelesado y obedece. Admite alguna pregunta final.
P. ¿El reconocimiento ha sido importante?
R. Fundamental. Te dice lo que has escrito, es una forma de documentar lo que has hecho. Da validez a tu trabajo.
P. El autor del Lazarillo no lo tuvo. ¿Lo ha pensado?
R. Sí, pero sí lo tiene, es inmortal. Mucha gente que ganó mucho dinero está muerta, pero él sigue vivo en toda la gente que le lee.
Es sin duda lo que siente que le pasará a él. Su mujer reconoce el “enfado” de Naipaul con Patrick French, a quien abrió sus archivos y que dibujó sus trapos sucios. “Nunca cotejó los datos”, cuenta.
Pero su liga es otra. La de la inmortalidad..

lunes, junio 01, 2015

Entrevista a César Vallejo, por Antonio Ruiz Vilaplana

Entrevista a César Vallejo



Por Antonio Ruiz Vilaplana

    “…No he de transigir nunca con usted en la
    excesiva importancia que usted da a la
    inteligencia en la vida. Mis votos son
    siempre por la sensibilidad"


En 1937, un Secretario Judicial de Burgos, Antonio Ruiz Vilaplana, cruza, huyendo del horror de la Guerra Civil Española, la frontera francesa. En ese mismo año escribe en París el libro Doy fe, una obra testimonial en la cual da cuenta de las atrocidades del franquismo. En ese mismo año, César Vallejo, el poeta más americano entre los grandes americanos, conoce el libro, uno de cuyos testimonios (el asesinato de Pedro Rojas) inspira el poema III de España, aparta de mí este cáliz.
A principios de 1938, Ruiz Vilaplana entrevista a Vallejo, quien le pone varias condiciones para concederle la entrevista, entre ellas la de que todas sus respuestas serán tomadas directamente de sus textos. Para recordar a Vallejo y a Vilaplana a la vez, aquí el poema III de España, aparta de mí este cáliz, y a continuación, la bella entrevista a Vallejo, tomada de https://burgospedia1.wordpress.com/2010/11/10/antonio-ruiz-vilaplana-escritor/


Solía escribir con su dedo grande en el aire...


Solía escribir con su dedo grande en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes.

Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a todos compañeros pronto!

Palo en el que han colgado su madero,
lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!

¡Viban los compañeros
a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro
y de Rojas, del héroe y del mártir!
Registrándole, muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo, para
el alma del mundo,
y en la chaqueta una cuchara muerta.

Pedro también solía comer
entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!

Lo han matado, obligándole a morir
a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquel
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.

Lo han matado suavemente
entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.

Pedro Rojas, así, después de muerto
se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».

Su cadáver estaba lleno de mundo.

Vallejo en París
Por Antonio Ruiz Vilaplana
El cargo que ocupo en la embajada republicana de París me permite tratar con todos los intelectuales antifascistas que siguen con enorme intensidad el desarrollo de la guerra. César Vallejo es uno de ellos. El más asiduo y ansioso. Para él la Guerra de España significa algo de muy difícil catalogación. No es sólo una contienda fratricida sino la lucha de lo mejor contra lo peor del género humano. Hace días quedamos en encontrarnos en Le Dome (“Mallarmé” le llama Vallejo) y sólo puso una condición para acceder a esta entrevista. Todas las preguntas las debería él de contestar usando sus escritos. Yo, por mi parte, debería preguntar sin traer preparado ningún cuestionario. “Dejándose llevar por la emoción del momento”, me había dicho. Mi educación desde que ingresé en el año 1928 por oposición en el Secretariado Judicial es ajena a improvisaciones. Pero Vallejo tiene tal capacidad de convicción y pone tanto amor en las cosas que una negativa por mi parte hubiera sido interpretada como un acto de descortesía. Y nada más alejado de mi ánimo que ofender lo más mínimo a Vallejo. Así que acepté sus presupuestos y he de confesar que conforme transcurría la conversación, cada vez con mayor alegría, ya que me ha permitido conocer unos textos que no sé bien si alguien más alcanzará a ver.
Sintomáticamente, sin saber muy porqué, le pregunto:
– ¿Qué es para usted la historia?
Vallejo busca en su voluminosa carpeta y sorbe un poco del café que ha pedido. Finalmente me lee:
– Hay gentes a quienes les interesan Roma, Atenas, Florencia, Toledo y otras ciudades antiguas, no por su pasado – que es lo estático e inmóvil-, sino por su actualidad – que es movimiento viviente e incesante. Para estas gentes, la obra del Greco, los mantos verdes y amarillos de sus apóstoles, su casa, su cocina, su vajilla, no interesan mayormente. ¡Qué les importa la catedral primada de Toledo, con sus cinco puertas, sus siete siglos, sus frescos claustrales, su coro de plata y su encantada capilla mozárabe! ¡Qué más les da la Posada de la Sangre, donde Cervantes escribiera La ilustre fregona! La historia en texto, en leyenda, en pintura, en arquitectura, en tradición, les deja a tales transeúntes en la más completa indiferencia.
Mientras el guía les explica en el puente de Alcántara, la fecha y las circunstancias de su construcción, he aquí que uno de los turistas se vuelve como escolar desaplicado y se queda viendo a un viejo toledano, que a la sazón entra, montado en un burro, a su casa. El viejo se apea trabajosamente, en mitad de su sala de recibo. ¡Ah! … bufa el viejo y empieza a llamar a voces al guardia de la esquina para que le ayude a desensillar el burro. Esto sucede en la calle que lleva por nombre “Travesía del Horno de los Bizcochos” o en aquella otra, un poco más ardua, que se llama “Bajada al corral de don Pedro”.
Tal vez para reflexionar, Vallejo pide un nuevo café acompañado en este caso de una copa de coñac. La mirada con la que observa al garçon resume sus sentimientos. Pareciera que quisiera bañarlo en un halo de ternura sin límite y de agravios dolorosos, como si le dijera que ahora mismo en el mundo los dos realizaban el mismo papel con distintas interpretaciones. Vallejo ahora le pedía el café y el coñac, y él se lo servía, para más tarde, ser Vallejo el camarero y él a quien sirviera. Continúo leyéndome:
Estas escenas son las que interesan a ciertas gentes: la actualidad histórica de Toledo y no su pasado. Quieren sumergirse en la actualidad viajera, que a la postre, es la refundación y cristalización de la historia pasada. Ese viejo, montado en su burro, resume en un bufido al Greco, la Catedral, el Alcázar, la Mezquita, la Fábrica de Armas. Es una escena viva y transitoria del momento, que sintetiza, como una flor, los hondos fragores y las faenas difuntas de Toledo.
Lo mismo puede afirmarse de todas las ciudades antiguas, ruinas y tesoros históricos del mundo. La historia no se narra ni se mira ni se escucha ni se toca. La historia se vive y se siente vivir.
Ansioso de demostrarle que no llevaba preparado ningún cuestionario, le pregunto:
– ¿Cuándo empieza todo?
– Todo empieza por el principio.
Anonadado, inquieto, intentando dejarle sin respiración:
– ¿Qué ama más de las plantas?
Pero es inútil:
– Yo amo a las plantas por su raíz y no por la flor.
Por los cristales de Le Dome un aire tibio nos rodea. Casi sin querer, olvidándome por un instante de la tragedia en la que España se encuentra digo: “Es bonita la vida”. Vallejo busca entre sus papeles y con una risa fraterna me mira y lee:
Si no ha de ser bonita, / que se lo coman todo.
– ¿Qué siente en este momento?
– Je m’aperçois bien qu’en ce moment on mange dans mon coeur.
– ¿Y…?
– Siento cómo crecen mis uñas. Siento cómo crecen mis barbas en sueño. Hace un frío teórico y práctico.
– ¿Cuál es la diferencia entre el arte y la naturaleza?
– La naturaleza crea la eternidad de la sustancia. El arte crea la eternidad de la forma.
Otea la mesa para añadir después:
Las artes (pintura, poesía, etc.) no son sólo éstas. Artes son también comer, beber, caminar: todo acto es un arte…
Me mira como buscando complicidad y con una sonrisa irónica me dice: Resbalón hacia el dadaísmo.
– ¿Qué es la amargura?
– Mi amargura cae en jueves.
– ¿Qué persigue ahora?
– Una nueva poética: transportar al poema la estética de Picasso, sin lógica, ni coherencia, ni razón. Como cuando Picasso pinta a un hombre y, por razones de armonía de líneas o colores, en vez de hacerle una nariz, hace en su lugar una caja o escalera o vaso o naranja.
Yo quiero – me sigue leyendo- que mi vida caiga por igual sobre todas y cada una de las cifras (44 kilos) de mi peso. Mi metro está midiendo dos metros; mi kilo pesa una tonelada. No es poeta el que hoy pasa insensible a la tragedia obrera. Paul Valéry, Maeterlinck, no son.
– ¿Cuál es la diferencia entre un hombre y un animal?
– Al animal se le guía o se le empuja. Al hombre se le acompaña paralelamente.
– ¿Qué es la revolución?
– Existen preguntas sin respuestas, que son el espíritu de la ciencia y el sentido común hecho inquietud. Existen respuestas sin preguntas, que son el espíritu del arte y la conciencia dialéctica de las cosas.
– ¿Realmente, cómo explica al ejército rojo?
Vallejo ahora mira hacia adentro. Revisa sus escritos una vez más y me lee, después de apurar el coñac que quedaba en su copa:
– Un hombre cuyo nivel de cultura -hablo de la cultura basada en la idea y la práctica de la justicia, que es la única cultura verdadera- un hombre, digo, cuyo nivel de cultura está por debajo del esfuerzo creador que supone la invención de un fusil, no tiene derecho a usarlo.
– ¿Qué ha producido la América de habla española?
– Cuanto de intelectual se ha producido en América con posteridad a la colonización española, inclusive la poesía de Gabriela Mistral, no ofrece más que un mediocre interés para Europa. Toda la producción hispanoamericana – salvo Rubén Dario, el cósmico- se diferencia poco o casi nada de la producción exclusivamente española.
La versión que hay que hacer es de obras rigurosamente indo-americanas y precolombinas. Es allí donde los europeos podrán encontrar algún interés intelectual, un interés, por cierto, mil veces más grande que el que puede ofrecer nuestro pensamiento hispanoamericano. El folklore de América, en las aztecas como en los incas, posee inesperadas luces de la revelación para la cultura europea. En artes plásticas, en medicina, en literatura, en ciencias sociales, en lingüística, en ciencias físicas y naturales, se puede verter inusitadas sugestiones, del todo distintas al espíritu europeo. En esas obras autóctonas sí tenemos personalidad y soberanía, y para traducirlas y hacerlas conocer no necesitamos de jefes morales ni patrones.
Introspectivamente observo a Vallejo y le pregunto por lo que en ocasiones él llama “literatura de puerta cerrada” y también de “pijama”.
– ¿Vallejo, quiere decirme qué significan estas expresiones?
– El literato a puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, el desastre cordial de la esperanza, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y direcciones contrarias de la realidad, nada de esto sucede personalmente al escritor de puerta cerrada. Producto típico de la sociedad burguesa, su existencia es una afloración histórica de intereses e injusticias sucesivas y heredadas, hacia una célula estéril y neutra de museo. Es una momia que pesa, pero no sostiene.
Frente a esta literatura de pijama, que como el aire confinado de las piezas cerradas tiende actualmente arriba, pero para evaporarse, también, como ese aire, muy pronto se agolpa ante los pulmones naturales del hombre, la inmesidad de la vida. Y mientras se puja para sacar un nuevo símbolo poético, el equipo francés de rugby vence, bajo el cielo y con el sudor del músculo, al equipo británico en Colombes. La vida ha de desquitarse por algún lado.
– ¿Qué sintió la primera vez que fue a España, allá, creo, por 1925?
– Al revés de lo ocurrido a Wilde -me lee, mientras yo picado por la curiosidad descubro que se trata de un trabajo titulado “Entre Francia y España”- la mañana en que iba a morir en París, a mí me ocurre amanecer en la ciudad, siempre rodeado de todo, del peine, de la pastilla de jabón, de todo; estoy en el mundo con el mundo, en mí mismo conmigo mismo; llamo e inviolablemente me contestan y se oye mi llamada; salgo a la calle y hay calle; me pongo a pensar y hay siempre pensamiento. Mas ahora no. Heme por fin libre de calles, de rieles, esquinas, telégrafos, torres, teatros, periódicos, escritores, hoteles, peine, jabón, de todo esto que, de una u otra manera, es camino; heme libre hasta de pensamiento. Sí -ah, mi querido Vicente Huidobro-, no he de transigir nunca con usted en la excesiva importancia que usted da a la inteligencia en la vida. Mis votos son siempre por la sensibilidad.
– Hace tan sólo unas semanas estuvo en España. Concretamente en Valencia. ¿Qué es ahora España?
Me mira con lluvia desde su mirada. España le sobrecoge el alma y casi me arrepiento de recordarle su tragedia en estos momentos tenues en los que ya anochecido existe en Montparnasse, curiosamente, una extraña calma. Sé bien que Vallejo en este momento ya no está en París. Con fluida dejadez me lee:
– Se ha hablado, sin duda, del “soldado desconocido”, del héroe anónimo de todas las guerras. El drama más hondo y agudo del soldado en 1914, la tragedia que concreta y resume todas las disyuntivas del destino, no es la que emanaba del dolor y del peligro del combate, sino el drama del beber, la tragedia de su inexorabilidad. En las horas críticas del peligro, ya no sabe el combatiente por qué lucha; un solo problema y una sola preocupación le obseden: cumplir con su deber, evitando, en lo posible, el dolor y la  muerte. Y es así que trata de encauzar su arrojo en el sentido de alcanzar el máximo de ofensiva con el mínimo de sacrificio. Táctica enseñada o resultante de resortes educativos remotos, ello es que ésta es la norma conducta de un soldado.
El heroísmo del soldado del pueblo español brota, por el contrario, de una impulsión espontánea, apasionada, directa del ser humano. Es un acto reflejo, medular, comparable al que él mismo ejecutaría, defendiendo, en circunstancias corrientes, su vida individual.
Los primeros meses, señaladamente, de la guerra española reflejaron este acento instintivo, palpitante de prístina pureza popular, que hiciera exclamar a Malraux: “En este instante, al menos, una revolución ha sido pura para siempre”.
Vallejo ha bebido de golpe su coñac. Y sin saber muy bien por qué, los dos sabemos que ahora nos vamos a sumergir en la tristeza. Las noticias de España que han llegado de mañana y que le comuniqué antes de nuestra conversación, no eran muy alentadoras. Le he comunicado la muerte en la guerra de Julio Gálvez, sobrino de su gran amigo Antenor Orrego, y que con él partiera desde el puerto de El Callao en aquel lejano año de 1923. La familia de ‘Negrín’ ya ha salido de España, así como la de otros dirigentes políticos. Los dos sentimos una profunda soledad.
Tomada de: https://burgospedia1.wordpress.com/2010/11/10/antonio-ruiz-vilaplana-escritor/
Publicado el 27 de marzo de 2015

José Castedo Carracedo, la memoria de un ferrolano que floreció en la China de Mao -por NICOLAS VIDAL

José Castedo Carracedo, la memoria de un ferrolano que floreció en la China de Mao - Ferrol - Diario de Ferrol



HOMBRES DE VIDAS VERDADERAS, VIVIDAS A FLOR DE PIEL, CON LAS RAÍCES EN LOS SUEÑOS, CON EL ALMA POR LAS RAMAS DE LA LUZ.



imágenes de castedo, recibiendo una medalla de la embajada y con un grupo de colegas en pekín china today

imágenes de castedo, recibiendo una medalla de la embajada y con un grupo de colegas en pekín china today

José Castedo Carracedo, la memoria de un ferrolano que floreció en la China de Mao

 | Actualizado 23 Junio 2013 -


Los vínculos de Ferrol con China tienen en el profesor y traductor Fernando Pérez-Barreiro Nolla (1931-2010) –de actualidad por la publicación de sus memorias “Amada liberdade”– como a un referente y pionero en las relaciones con el país oriental, donde estudió. Él fue el responsable de la edición del volumen en gallego “Flores e leña” (Edicións Xerais, 1982) un panorama de la narrativa corta china y moderna, con introdución y traducción de ocho relatos que representan la primera aproximación directa del chino al gallego.
Mucho más desconocido, y de una importancia más sustancial, es la figura de otro ilustre ferrolano, José Castedo Carracedo, “Pepe”, que en los años 60 y 70 se convirtió en un influyente hispanista en la China de Mao desde la Universidad de Estudios Extranjeros de Beiwai, en Pekín. Su relevancia llega hasta tal punto que citas y discursos del famoso “Libro Rojo” del líder revolucionario son de la autoría del profesor gallego. La ignorancia de la huella que Castedo Carracedo dejó en China comienza a disiparse al saber de la intención de un grupo de antiguos alumnos de homenajear a su viejo profesor y colocar unas flores en su tumba. El problema es que nadie parece saber dónde está enterrado Castedo.
Al interés chino se une el gallego, que acaba de reforzar el director del Igadi y experto en China Xulio Ríos con su artículo “Flores para Pepe Castedo” en el periódico digital Praza Pública. En él, además de repasar algunos datos de su increíble biografía, recuerda: “El peruano Juan Morillo cuenta en sus ‘Memorias de un naufragio’ que por aquellos años Pepe era el ‘Rey’ de los expertos extranjeros asentados en Pekín, con fama de viejo extravagante y neurasténico pero en realidad un culto, inteligente y cascarrabias gallego que vivía rodeado de libros, discos, piezas de porcelana y rollos de pintura clásica de China. El ecuatoriano Juan Andrade Heymann también lo menciona en su novela ‘Las tertulias de Sanlitum”.
de ferrol vello a pekín
Su biografía comienza a principios de siglo en Ferrol Vello, hijo de una destacada familia local. A pesar de sus orígenes es un convencido comunista que participa en la Guerra Civil del lado republicano como lugarteniente del “Capitán Félix” y posteriormente se hace guerrillero. Encarcelado por el régimen franquista logra escapar a Francia y allí inicia un periplo internacionalista que lo lleva a varios países como Cuba o Rusia. Tras contactar con la embajada de China en Francia marcha a Pekín en 1964. Allí, como recuerda Juan Morillo, se convierte en un referente de los hispanistas, incluso sin hablar chino y con un peculiar método de signos y traducciones de alumnos que sí sabían español.
Además del idioma, Castedo Carracedo debió de ser un referente dogmático en la etapa de la  Revolución Cultural, desde el año 1966 hasta la muerte de Mao en 1976. Su influencia era tal que todo el mundo sabía que citas y discursos del “Libro Rojo” pertenecían al profesor ferrolano. Tras la muerte del “Gran Timonel”, los nuevos aires reformistas que trajo Deng Xiaoping en 1978 hicieron incómoda la presencia de un intelectual como Castedo en Pekín. A cambio de una modesta cantidad económica optó por regresar a España.
En esta época final fue cuando lo conoció el periodista eumés Manuel Molares do Val, por entonces destinado por la agencia EFE en Pekín. “Lo recuerdo como a un hombre pintoresco, que quería aparentar dureza pero que en el fondo era una persona entrañable. Fue uno de los hispanistas precursores en China y su influencia era enorme. Escribía poemas que luego le traducían sus alumnos y algunos de ellos acabaron en el ‘Libro Rojo’. Tuvo una gran influencia en la Revolución Cultural”, destaca.
Para el periodista de Pontedeume, el intelectual ferrolano tuvo otra virtud, a pesar de sus ideas. “Se llevaba muy bien con los miembros de la embajada española. Uno de ellos era Laureano Ramírez, amigo suyo y hoy profesor de Chino en la Universidad Autónoma de Barcelona. Más curiosa es su amistad con el primer embajador de Franco en la China comunista, José Ramón Sobredo y Rioboo (1909 - 1990), también ferrolano. Juntos jugaron en el Ferrol de su infancia; uno fue comunista y otro franquista, se reencontraron en Pekín después de tantos años y tenían una gran amistad”. Como curiosidad vale la pena recordar que el embajador Sobredo era el padre de la famosa cantante y compositora Cecilia.
últimos años
Los últimos años de José Castedo fueron amargos. Aún así, muerto Franco, en 1981 recibió una condecoración del Gobierno español, la orden de Alfonso X El Sabio, por sus méritos pedagógicos. Regresó a España poco después y las cosas no le fueron bien. Vivió con una indemnización del Gobierno Chino en Málaga, y la  relación con su hija no era buena. Al quedar solo y sin dinero pidió ayuda de amigos en Madrid, pero los problemas económicos lo transtornaron y acabó suicidándose. Madrid o Málaga parecen los lugares que podrían albergar su tumba, algo que investigan sus amigos chinos.

martes, mayo 26, 2015

Más de doscientos escritores boicotearon un premio a Charlie Hebdo

Más de doscientos escritores boicotearon un premio a Charlie Hebdo

los amigos son Beatrices que nos conducen a traves de los desconocidos dias y sus respectivos universos



Más de doscientos escritores boicotearon un premio a Charlie Hebdo

Más de doscientos escritores aguaron esta semana la fiesta de la PEN American Center, la organización de escritores de Estados Unidos, al rechazar la entrega de un premio a la libertad de expresión para la revista francesa Charlie Hebdo. En una carta abierta abrieron el debate sobre la islamofobia y la libertad de expresión.









Peter Carey, Michael Ondaatje, Francine Prose, Teju Cole, Rachel Kushner y Taiye Selasi, plantearon la polémica hace unos días, cuando anunciaron que no estarían presentes en la Gala de los premios, este 5 de mayo, donde se entregó un premio a la revista francesa Charlie Hebdo.

Six PEN Members Decline Gala After Award for Charlie Hebdo





Varios medios periodísticos destacaron el llamado de estos seis escritores para rechazar el premio a la revista Charlie Hebdo, pero fueron más de 200 los que firmaron una carta abierta. El escrito, a la que se fueron sumando firmas día a día, fue difundido el 26 de abril.
“En marzo se anunció que la Gala literaria de la PEN, del 5 de mayo, homenajearía a la revista Charlie Hebdo con el premio PEN/Toni y James C. Goodale a la valentía en defensa de la libertad de expresión, en respuesta a los ataques del 7 de enero que costaron la vida a varios miembros de su staff editorial.”
Los firmantes de la carta dicen que es “claro e incuestionable que el asesinato de una docena de personas en las oficinas de Charlie Hebdo es repugnante y trágico. Pero lo que no es tan claro y es cuestionable es la decisión de otorgarle el premio a la defensa de la libertad de expresión a Charlie Hebdo, ni bajo qué criterios se tomó esa decisión.”
Los escritores sostienen que “el poder y el prestigio son elementos que deben tenerse en cuenta en cualquier discurso, incluso la sátira”. Las desigualdades, dicen, entre la persona que sostiene la pluma y el sujeto retratado en el papel por esa pluma, no deben ser ignoradas.
“Para el sector de la población francesa que ya es marginalizada, hostilizada y victimizada, una población moldeada por el legado de las empresas coloniales francesas, y que incluye a una gran parte de musulmanes, las caricaturas de Charlie Hebdo deben ser vistas como un intento de causar mayores humillaciones y sufrimiento.”
Los escritores dijeron que su preocupación era que el premio a la libertad de expresión termine valorizando un material gráfico que es ofensivo, que intensifica los sentimientos anti islámicos, anti Maghreb y anti árabes, que ya son fuertes en el mundo occidental.
En su opinión, continúan, el premio se pudo haber otorgado a muchísimos periodistas y denunciantes que arriesgan, o han perdido su vida, al servicio de un bien mayor.

La escritora Rachel Kushner argumentó que la revista Charlie Hebdo es una expresión de la “intolerancia cultural” y que promociona una suerte de “secularismo obligatorio”, por lo cual no está de acuerdo con el premio.
Rachel Kushner es considerada una de las “revelaciones” de la literatura norteamericana contemporánea, con su libro “Los lanzallamas”, y reconoce en su obra la influencia del escritor chileno Roberto Bolaño.
Otro de los firmantes es Michael Ondaatje, escritor nacido en Sri Lanka, autor de la novela “El paciente inglés”, que fue llevada al cine en 1996.
Teju Cole, cuyo nombre es Obayemi Babajide Adetokunbo Onafuwa, es un escritor nacido en Estados Unidos de familiar nigeriana y colabora habitualmente con periódicos como el New York Times o el New Yorker.

Peter Carey, novelista, cuentista y guionista, quien ganó dos veces el premio literario Brooker, escribió junto a Win Wenders el guion de la película “Hasta el fin del mundo”.

La decisión de estos escritores generó una gran polémica en el medio cultural norteamericano.
Después de los brutales atentados del 7 de enero en Paris, en la redacción de Charlie Hebdo y en un supermercado de comida judía, losgobiernos europeos instrumentalizaron el repudio a los atentadosfortaleciendo una campaña de criminalización de las comunidades musulmanas y árabes.
La islamofobia y la xenofobia, tendencias reaccionarias estimuladas por los gobiernos europeos y los partidos de extrema derecha, son utilizadas para culpabilizar a todos los inmigrantes de origen árabe, identificándolos con terroristas. Bajo la supuesta defensa de la “libertad de expresión” y la defensa de la “democracia occidental”, gobiernos como el de Hollande, Rajoy, Merkel y Obama fortalecieron controles represivos sobre esas comunidades.
En el marco de estas campañas reaccionarias, la actitud de los escritores norteamericanos es valiente y reabre una polémica necesaria.

jueves, mayo 21, 2015

Stefan Zweig: Indefensos ante la manipulación

Stefan Zweig: Indefensos ante la manipulación | Opinión | EL PAÍS



EVA VÁZQUEZ


PALABRA QUE NOS PIENSAN:



STEFAN ZWEIG

“Europa, mi patria espiritual, se ha destruido a sí misma (…). Por eso me parece mejor concluir a tiempo y con ánimo sereno una vida para la que el trabajo espiritual siempre fue la alegría más pura y la libertad personal el mayor bien sobre la tierra. Saludo a mis amigos. ¡Ojalá puedan aún ver el amanecer! Yo, demasiado impaciente, me adelanto a ellos”.



Huérfanos de la verdad de las palabras, o incapaces de encontrarla y compartirla, también nosotros nos encontramos indefensos ante la manipulación, por más que nuestra fe tecnológica nos mantenga ensimismados. Las épocas parecen muy distantes, es cierto. En la nuestra sólo ha irrumpido una multitud de pequeños brujos que juegan con la mentira y casi todos convivimos indiferentemente con ella. Pero la falta de amor a la verdad entraña el mayor peligro: es el terreno abonado para que los grandes brujos entren en escena.

Rafael Argullol es escritor.

sábado, abril 11, 2015

Julio Lázaro: “Una sociedad sin artistas está muerta” | Tam-Tam Press

Julio Lázaro: “Una sociedad sin artistas está muerta” | Tam-Tam Press



El actor Julio Lázaro posando para la entrevista. © Fotografía: I. M.
El actor Julio Lázaro posando para la entrevista. © Fotografía: I. M.

“Las administraciones, a veces, ponen al frente de la cultura a personas que nunca han ido al teatro”

“¿Hay algún partido que defienda la transparencia y se preocupe por una cultura crítica que aliente las iniciativas ciudadanas?”

Sabe que la educación es la madre de todas las victorias en materia cultural. Por eso, el “corsario” Julio Lázaro insiste en que el teatro y el resto de artes escénicas prendan su mecha en los pupitres de los colegios. En esta entrevista, tras ser elegido por la Unión de Actores mejor intérprete masculino de 2014 por su papel en “Clásicos Cómicos”, reniega de las políticas caducas, la corrupción y la falta de transparencia que dejan al ciudadano indefenso. Aspira a ver algún día salas, teatros, centros creativos y compañías estables. Nada de utopías.
Por ISAAC MACHO
—Tus compañeros de profesión, convocados por la Unión de Actores de Castilla y León-AISGE, te han concedido el premio a la mejor Interpretación Masculina del año pasado por tu participación enClásicos cómicos. ¿Tan buenos son tus papeles en la obra?
—Sí, así lo han decidido. Han considerado que mi trabajo es bueno y lo reconocen otorgándome el premio.
—¿Para qué sirven los premios además de dar de comer al ego?
—Este premio es un gran estímulo para mi trabajo porque viene de mis compañeros de profesión, y me hace por otra parte sentir una gran responsabilidad para no defraudarles ni a ellos ni al público.
—¿Se reconoce el trabajo y la aportación de los actores a la cultura en esta región?
—Hacemos trabajo para el público, y cada vez que recibimos su aplauso, es vivir en cada función su reconocimiento. Recorremos muchos teatros por nuestra Comunidad Autónoma, en todos ellos está presente esa comunicación directa, viva, que tiene el teatro, y yo ahí me siento reconocido.
—¿Qué pedirías a padres y profesores para que acerquen a los chavales a las artes escénicas?
—Que vayan con ellos al teatro. Los padres tienen la oportunidad de ir con sus hijos a ver espectáculos que estén adaptados a su edad. Ahí está Teloncillo y sus magníficas obras para bebés y público infantil.
Los profesores tienen una gran responsabilidad, como es participar en las campañas escolares, motivarles en clase, sobre todo los profesores de lengua y literatura, fomentar la creación de talleres de teatro en los centros. Las últimas experiencias que he tenido con escolares han sido muy positivas. Recuerdo el teatro Calderón lleno de estudiantes para ver Clásicos Cómicos, su atención, sus risas, nos ayudaron a hacer bien nuestro trabajo y nos produjo una gran satisfacción.
Representación de "Clásicos Cómicos", de Teatro Corsario. © Firma: Jesús Peña.
Julio Lázaro en “Clásicos Cómicos”, de Teatro Corsario. © Fotografía: Jesús Peña.
—Y, ¿cuál es tu sugerencia a quienes planifican la educación de niños y jóvenes?
—Que no se abandone en los programas curriculares a la música, a las artes escénicas porque es algo tremendamente formativo para niños y jóvenes. Aprenden a desarrollar su creatividad, a relacionarse mejor entre ellos y adquirir un sentido crítico en la vida.
—¿Qué haría falta para que se incorporare el teatro al programa curricular del sistema educativo?
—Lo que hace falta, es que los responsables políticos, sean sensibles y se convenzan de la importancia de estas materias para su formación. Una sociedad sin artistas está muerta.
—Decía el director polaco Krzysztof Warlikowski, el Día Mundial del Teatro, que pensaba en los escritores que hace casi 100 años anunciaron de manera profética, pero serena, el ocaso de los dioses europeos: ese crepúsculo que sumió a nuestra civilización en una oscuridad que aún no ha sido erradicada. ¿Ves alguna luz….?
—Veo luces y sombras. Vivimos en un sistema mercantilizado, donde el dios mercado manda, ordena, y todo se enfoca, incluso la cultura, desde ese modelo neoliberal, y esto trasciende las fronteras. Hacer teatro no es como vender coches o chorizos. La lucha por ello es compleja, porque nos enfrentamos a todo un modelo, a una gran estructura financiera.
La luz la veo, primero, en la lucha por resistir y denunciar con protestas en la calle, y en segundo lugar, en proyectos nuevos como, por ejemplo, en el ámbito teatral, los que surgen con un carácter crítico (El teatro del Barrio que lidera Alberto San Juan en Madrid).
"El Caballero de Olmedo". © Fotografía: Luis Laforga.
“El Caballero de Olmedo”. © Fotografía: Luis Laforga.
¿Sientes a las administraciones como aliadas o como enemigas?
—La relación con las administraciones es compleja y muchas veces ambigua. Una relación de amor-odio. Detrás de ellas están personas, a veces, conocedoras de nuestro ámbito de trabajo, de nuestros problemas, que tienen buena voluntad hacia nosotros y, en otras ocasiones, están al frente de ellas personas que no conocen el medio, a lo mejor hasta nunca han ido al teatro, y ven la cultura como un adorno, un escaparate de eventos, no como una necesidad para la ciudadanía.
—La falta de transparencia y eliminación de recursos ha llevado a que las políticas se dediquen básicamente a mantener las estructuras administrativas y de gestión en detrimento de la creación y difusión cultural. ¿Cómo arreglamos eso?
—¡Qué pregunta! Ahora estamos en período electoral, a nivel local y autonómico, ¿hay alguna formación política que defienda de verdad la transparencia, una buena gestión y distribución de los recursos, preocupada por una cultura crítica que aliente las iniciativas ciudadanas?
Pensar que los cambios van a venir solo de quienes estén en el poder político, y una vez más la democracia sea emitir un voto en la urna, es engañarnos si a la vez no hay unas bases ciudadanas maduras, críticas, que luchen. Si las gentes del teatro estamos a nuestros rollos individuales, y no reivindicamos, tendremos al final lo que nos merecemos.
—¿Has tenido la sensación alguna vez de que los recursos públicos funcionan como si fuesen privados?
—Lo he pensado algunas veces. Por lo que me cuentan en Corsario es normal aparecer en el Boletín que edita la Junta como agraciado con una subvención–ayuda: cuantía, concepto, etc.
¿Algún ejemplo?
—No conozco casos, sin embargo, sospecho que puede haberlos.
Julio Lázaro en "La barraca de Colón". © Fotografía: Luis Laforga.
Julio Lázaro en “La barraca de Colón”. © Fotografía: Luis Laforga.
La teoría dice que en Corsario tenéis claro que necesitáis trabajar sin altibajos, mantener vuestra actividad de forma continuada… pero en la práctica, ¿qué sucede?
—Vivimos en la incertidumbre, con muchos altibajos: meses con muy poco trabajo y otros más animados, los ayuntamientos tardan mucho en pagar y se vive en una asfixia continua. Todo esto unido a los recortes, a la malversación de los recursos públicos hace que sea un verdadero milagro seguir vivos…
—¿Qué es la transparencia en las artes escénicas…?
 —Hacer saber lo que costamos y lo que devolvemos.
Estamos a las puertas de un año cargado de elecciones. ¿Es posible, razonable, justo, exigir criterios profesionales, éticos e independientes en el nombramiento de cargos públicos del mundo de la cultura?
—En el mundo de la cultura y en todos los demás sectores, por supuesto que sí. Creo que es razonable pedir, exigir que los cargos públicos desde el ministro de Educación y Cultura hasta el último concejal del ayuntamiento de un pueblo, recojan el sentir de las necesidades ciudadanas, no estén solo pendientes de sus propios intereses, o lo que es el colmo, utilicen su cargo público para lucrarse.
—En Andalucía los profesionales de las artes escénicas y todos los partidos políticos han llegado a un acuerdo para abrir los espacios y teatros públicos en desuso. ¿Te apuntas?
—Este acuerdo es genial y me da mucha envidia. Aquí por ejemplo tenemos el teatro Lope de Vega en Valladolid, cerrado, en ruinas, y comprado por Caja Duero, sin saber el uso futuro de ese espacio. Tenemos en nuestra Comunidad Autónoma teatros infrautilizados, con muy poca actividad cultural, ¿por qué no pueden darse aquí este tipo de acuerdos?
En 2008, María José Salgueiro, entonces consejera de Cultura, anunció que iba a crear una ley de Artes Escénicas en la región. ¿Tendrá que llover mucho más?
—No hay intención de hacer leyes sobre el tema. Para empezar, las partes nunca se pondrían de acuerdo. Volvemos para atrás: años 50-60. El espectador va al teatro porque puede permitírselo. Esa es la ley…
Julio Lázaro en "El médico de su honra". © Fotografía: Jesús Peña.
Julio Lázaro en “El médico de su honra”. © Fotografía: Jesús Peña.
¿Es pensable que aquí haya algún día un canal de radio o tv públicas dedicado a la cultura, o al menos una programación amplia en este campo?
—En Castilla y León es absoluta la pobreza audiovisual y lo mismo podíamos decir de la orfandad en que nos encontramos quienes intentamos vivir de la cultura respecto al tratamiento que recibimos por parte de los medios escritos. ¿Cuántas páginas dedican un periódico al fútbol y cuántas a la cultura? Estamos acostumbrados a ver que uno triunfa como actor cuando sale en una serie de televisión o en el cine. Si solo haces teatro eres anónimo para los medios de comunicación.
¿Para cuándo piensas que tendréis apoyo a la creación de estructuras estables, salas y teatros, compañías, centros coreográficos…? ¿Lo olvidamos?
Nuestro querido Fernando Urdiales tenía el sueño de que Teatro Corsario tuviera carácter residente. Si bien hemos de ser también nómadas, con bolos aquí y allá, es necesario poder tener un teatro que dé a conocer nuestros espectáculos al público del entorno y preocuparnos de los nuevos públicos, de los jóvenes, en concreto.
¿Para cuándo? Si seguimos con recortes, malversación de fondos y con políticas caducas, esto sigue siendo hoy una utopía, pero entiendo por utopía, no lo imposible sino lo que todavía no ha tenido lugar, pero llegará.
Julio Lázaro en "Teresa, miserere gozoso". © Fotografía: Jesús Peña.
Julio Lázaro en “Teresa, miserere gozoso”. © Fotografía: Jesús Peña.
Hoy no hablamos del IVA, pero, ¿te hubiera gustado responder a una pregunta que no te he formulado?
—Vamos a intentarlo: Te han dado un premio por tu trabajo en un espectáculo del siglo de oro ¿Está vigente este teatro de verso?
Sí, y por muchas razones. Es claro que no todos los textos tienen el mismo valor, o vigencia, pero es una realidad que textos como La vida es sueño de Calderón o El castigo sin venganza de Lope de Vega o las comedias de Tirso, o los entremeses de Quiñones de Benavente, plantean situaciones, conflictos que están en todo ser humano, y con las que nos podemos reconocer hoy.
El humor de los entremeses de Clásicos Cómicos, llega al público de hoy, le divierte y le emociona. Decía Fernando Urdiales que si viéramos que estos textos no llegan al espectador, no los haríamos. Y así es.



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