jueves, septiembre 03, 2015

Rifaat Atfé. El hispanista sirio pasa unos meses en España para escapar de la “asfixia” | FronteraD

Rifaat Atfé. El hispanista sirio pasa unos meses en España para escapar de la “asfixia” | FronteraD







Rifaat Atfé. El hispanista sirio pasa unos meses en España para escapar de la “asfixia”

Laura Cano - 03-09-2015


Salas vacías. Pero antes, puertas cerradas. El Centro Cultural Árabe Sirio, que ya no existe, todavía se anuncia como tal en el porterillo de entrada (y también aparece en Google Maps). La realidad es que estamos frente a un bajo en alquiler, y el portero se ha llevado las llaves de vacaciones. Rifaat Atfé, fundador y exdirector del centro, no puede hacer nada por mostrármelo, salvo animarme a que lo intente cuando vuelva el portero. Él ya estará de vuelta en Siria.

En solo dos encuentros la conversación con Rifaat Atfé ha atravesado todos los campos de inquietud del hombre lúcido actual, esa especie en extinción (y de esto, de la apatía y el conformismo, también hablamos): política, conflictos, mercados financieros y de armas, radicalización islámica, Siria, Europa, luchas de poder, democracia… Pero también independencia, familia, libros, autores y anécdotas personales. Dos ocasiones se quedan cortas para hablar del mundo con Rifaat Atfé, y casi no bastan para abarcar su trayectoria.

De Misyaf a Madrid

Tenía veintiún años cuando descubrió las becas internacionales anunciadas en el tablón de su universidad siria. Por entonces, Rifaat estudiaba historia y ya había entrado en contacto con la literatura española a través de los poemas de Federico García Lorca. No recuerda que otros estudiantes se interesaran por España: “la mayoría optaba por otros países europeos o por Rusia”. Sus padres solo quisieron saber por qué (por qué marcharse y por qué este país). En 1968, Rifaat pisó por primera vez Europa para estudiar Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid. Su beca era fruto de un acuerdo entre los gobiernos sirio y el español, que se repartían los costes de cada curso académico.

El Madrid de los últimos años del régimen del general Francisco Franco no le pareció muy distinto a Siria en cuanto a estructura económica. Las costumbres y la comida sí eran extrañas, pero no requerían esfuerzos extraordinarios de adaptación. En 1974 se licenció con su tesis sobre las obras teatrales de Lorca, y ese mismo regresó a Siria para convertirse en redactor jefe de la revista española Ecos de Damasco. Cuatro años después, en 1978, adquirió por oposición el puesto de director del Centro Cultural Árabe en Misyaf, su ciudad natal.

La información sobre cualquier lugar sirve para aproximarse a su belleza. Misyaf se levanta en las montañas, al oeste de la provincia de Hama, muy cerca del Mediterráneo. Es una ciudad bella que encierra una verdad sobre el hombre y el abandono. La he descubierto a través de las palabras de Rifaat y, entre ellas, una repetida, muy tajante, humillación, que aparece cuando nos referimos a la huida, al refugio en una España conocida, “ahora que todavía se puede salir y entrar de Misyaf…”.  Pero el gesto se le ensombrece. “Mi casa es un museo”. Allí ha construido el refugio de toda una vida. Allí, su carrera internacional y su legado tienen su base de operaciones. Allí está, todavía, el núcleo de su familia.

En el Centro Cultural Árabe de Misyaf ha sido profesor de español y ha organizado conferencias, seminarios, exposiciones y ciclos culturales sobre diversos temas y autores, como el propio Lorca, el filósofo musulmán Averroes (nacido en Córdoba) o el pensamiento arábigo-andaluz. También ha impartido conferencias en las ciudades sirias de Alepo, Homs, Hama, Salamiye y otras ciudades sirias. En el Instituto Cervantes de Damasco ha sido profesor de español y ha participado en eventos como cinco Coloquios Internacionales sobre Al-Ándalus, en colaboración con el Museo Nacional celebrados en la capital siria mucho antes de que la guerra los rompiera todo. Allí conoció a algunas figuras de la literatura española contemporánea (como Rosa Regás, Fernando Sánchez Dragó o Rafael Argullol). En 1999 se convirtió en el enlace oficial entre el Ministerio de Cultura sirio y el Instituto Cervantes. Su curiosidad le ha llevado a impartir conferencias en las universidades de Jordania y Líbano. Su huella es menos  conocida En España, pero tan honda como en su país de origen: seminarios, cursos, colaboraciones, jornadas… como da fe su prolífico empeño como traductor y crítico de literatura española e hispanoamericana. Uno de sus logros más reconocidos ha sido la traducción al árabe de Don Quijote de la Mancha. Pese a la amplitud de sus inquietudes su tarjeta solo reza “Rifaat Atfé”.


Democracia a la sombra


Hace dos meses que Rifaat Atfé pasea de nuevo por las calles de Madrid. Nos hemos conocido en la terraza de un restaurante italiano del barrio de Almagro. Rifaat sugiere que nos movamos a otra mesa porque allí la sombrilla cubre mejor. Es agosto y el sol todavía pica en la piel. Pedimos refresco y caña. Para abrir boca, tiramos de la manta literaria y salen títulos tan variopintos como sus autores, casi todos españoles. Nos detenemos en la cúspide cervantina.

La primera vez que leyó el Quijote fue en el año 1972, durante su época de estudiante. Ni siquiera existía un diccionario del árabe al español y tuvo que utilizar el inglés y el francés como intermediarios. Sí existía entonces la traducción de Abdul-Aziz Al-Ahwani, el primer traductor al árabe de la novela de Cervantes, pero lleva tantos años agotada y sin reeditarse que Rifaat no la ha leído nunca. Reconoce que la traducción posterior del poeta y filósofo existencialista egipcio Abd al-Rahman Badawi le pareció “demasiado solemne, casi como un tratado de filosofía o literatura”. Rifaat Atfé empezó su traducción del Quijote en el año 2000 y la terminó cuatro años después. En menos de un lustro añadió una nueva hazaña a la labor de sus predecesores: el respeto de la picaresca y de la “enorme vitalidad” de la novela.

“Nosotros [los árabes] tenemos una literatura casi novelesca anterior al Quijote. Piensa en Las mil y una noches. Conociendo el lenguaje de la literatura de entonces es fácil la traducción  y el respeto de los arcaísmos hispánicos. El espíritu del idioma era muy similar”. Además, los vínculos hispano-árabes hacen según Afté más fácil la traducción del Quijote que de muchas obras modernas. “Casi todos los proverbios pronunciados por Sancho tienen un equivalente en la tradición oral árabe. Fue cuestión de buscarlos”.

No hay que olvidar el contexto histórico en el que se escribió el Quijote. Entre 1605 y 1615, fechas de publicación de la primera y la segunda parte de la novela, el rey Felipe III ordenó la expulsión de los moriscos. Este destierro forzoso se completó en cuatro años (1609-1613). La rebelión de las Alpujarras en 1568, la recesión económica de 1604, la creciente desconfianza de los gobernantes y el escepticismo europeo hacia la firmeza de una estructura de poder cristiana en España favorecieron esta decisión. Para entonces, los moriscos ya habían sido sometidos al catolicismo mediante la evangelización y muy pocos conservaban el árabe, que había sido relegado por el castellano. La expulsión de los moriscos supuso la desmembración de dos culturas muy mezcladas, también en las familias. Cervantes –que fue soldado contra el Imperio Otomano, estuvo cautivo en Argel durante cinco años y sometido a tortura–, pone en entredicho la intolerancia de las gentes en su obra. El Quijote refleja una convivencia amable entre moriscos y cristianos. Cervantes atribuyó la autoría de la novela a un morisco, un tal Cide Hamete Benengeli. Reivindicaba, así, la importancia de los moriscos en la cultura hispánica.

La traducción de obras contemporáneas es otra cosa. Rifaat Atfé menciona dos razones: el uso del árabe clásico y la censura de los editores árabes. “La traducción al árabe siempre se hace en árabe clásico, y el árabe clásico no puede abarcar el argot juvenil y de las sociedades europeas modernas. Además, el editor árabe no acepta los términos vulgares”. Escenas, expresiones y palabras comprometidas deben sortearse.

La libertad, esa inquietud, necesidad y ambición inherente al ser humano, orienta cada uno de los asuntos que entrelazan la conversación con Rifaat Atfé. Al fin y al cabo, literatura, historia y actualidad discurren en función y acerca de las libertades del hombre. Pero es la palabra “democracia” la que más a menudo acude a nuestros labios. Rifaat Afté cree que en Europa a la democracia le falta algo fundamental: la costumbre de “rendir cuentas”.

La responsabilidad ante lo que no se hace, se incumple o se hace mal se ha sustituido por otra costumbre: la de la justificación y el desafío. Me lo explica entre pausas, con calma dialéctica pero intensidad expresiva. Es el estilo del que escoge las palabras para explicar una necesidad, o razones y argumentos de importancia que deben fabricarse con tiento para sostenerse con firmeza.

Llama la atención su voluntad por proyectarse fuera de su propia tragedia. Se me ocurre que, tal vez, no cree en el conflicto sirio como un problema exclusivo de los sirios, por ser sirios, aunque sobre ellos se cebe ahora la crueldad. Siria se ha convertido en un escenario más de una crisis mundial, llevada a la barbarie más extrema. Y la victimización de los sirios puede hacernos olvidar que los individuos tenemos, todos, la misma importancia ilusoria, dependiente de conflictos de intereses que detonan el estado de las cosas. Mientras en Siria impera la atrocidad, los europeos tiemblan ante un mercado financiero que dicta la legislación laboral. Lo curioso es que apenas protestan por una ni por otra causa, y esto sorprende a Rifaat.


La deshumanización del conflicto

Siria vive hoy una violación atroz de todas sus libertades y de la dignidad humana. Durante cuarenta años y hasta el estallido de las revueltas en 2011, fue un país próspero, sometido a la tiranía de un régimen absolutista. Los países europeos se rigen por democracias bajo la sombra de otras tiranías: las de los mercados y la corrupción política. La especulación financiera y la deuda han sometido, hasta ahora, a todas las ideologías. La evidencia más flagrante de su poder ha sido la reciente claudicación de Syriza en Grecia. Todo esto y mucho más preocupa a Rifaat, que pasa unos días en Madrid para “escapar de la desolación y de la asfixia”.

“Para que prosperen los derechos y las libertades hace falta que sirvan a una lucha de poder”. Durante la Guerra Fría, esgrime, Occidente se convirtió en defensor de los derechos humanos “como estandarte contra el comunismo”. Lo paradójico es que el propio sistema económico que parecía garantizar estos derechos justifica ahora su pérdida paulatina. Los derechos del hombre se convierten, así, en una herramienta susceptible de desecharse. “Y eso no puede ser. Las garantías sociales y todos aquellos derechos que se refieren a la dignidad y la igualdad del ser humano deben ser irrevocables”, recalca el traductor del Quijote.

Pero lo único irrevocable, hoy, es la muerte. La destrucción y la violencia. El daño y la pérdida. El 10 de agosto de 2015, casi cinco años después del estallido del conflicto en Siria, el diario español El País publica la noticia del secuestro de 230 civiles, entre familias suníes y cristianas, por parte del conocido como Estado Islámico (EI). En la imagen que acompaña a la noticia, “soldados fieles a Al Asad devuelven a una iglesia de Malula un retablo cristiano”. La guerra parece haber evolucionado desde aquella interpretación mediática de los rebeldes sirios pro-democracia contra el despiadado régimen y su ejército. Las facciones islamistas se multiplican, el régimen se atrinchera en Damasco y el EI domina ya las provincias interiores.

Quiero saber cómo es; qué queda. Cualquier persona al otro lado, atenta a los medios pero ignorante de Siria, que solo recibe noticias sobre destrucción y caos, no puede hacerse a la idea de lo que queda, o de cómo es y cómo era la vida en Siria. El recuento de víctimas y de refugiados, o las imágenes del espanto, son de una importancia incuestionable para seguir el curso de la guerra y denunciar sus consecuencias más devastadoras. No sirven, en cambio, para caminar por sus calles y entender lo que supone arrebatarle a una sociedad entera su país, su seguridad, sus estructuras e instituciones, su dignidad, su vida.

Quiero saberlo, pero no pregunto demasiado, porque ya lo recibo en pequeños incisos personales de Rifaat, intercalados entre sus explicaciones sobre el conflicto: “Fui a Damasco y no quise mirar. Cerré los ojos durante el trayecto para no ver la ciudad totalmente destruida”. “Las autopistas a la capital todavía funcionan”, añade. Y algunas secciones de la administración, también, pero solo en Damasco.

Funciona, además, todo un entramado de activismo y servicios voluntarios encabezado por la sociedad civil. Comités divididos en ámbitos como cultura, infancia, atención psicológica o cooperación y desarrollo intentan salvar la sociedad del futuro. Para conocer los proyectos sobre el terreno y las historias individuales –los esfuerzos de una población que quiere sobrevivir– es preciso acudir a fuentes más primarias que los medios, tan pendientes de la noticia. Como Syria untold (la Siria no contada), por ejemplo, es una página web con testimonios y reportajes diarios sobre la organización de la sociedad siria.


Los diarios de Atfé

Llego tarde a nuestro segundo encuentro y Rifaat me espera con un café. Esta vez invita él, advierte. Voy al baño. “Pero no pagues”. Su firmeza de palabra es siempre amable, ya trate de política o de hacerse cargo de la cuenta. Podría considerar cualquier objeción y admitirla. Todo lo escucha y, si no lo entiende, contesta con un “eh”, atento a la repetición del mensaje. Frente al aperitivo (dos empanadillas mustias), primero, y en tranquila caminata, después, desgranamos los despropósitos del mundo. Hombro con hombro pero a alturas distintas (constato que es de baja estatura), avanzamos despacio por las calles de Madrid y nos perdemos.

Mientras los refugiados sirios colapsan el Líbano y Europa vive una oleada de inmigración sin precedentes, el presidente británico, David Cameron, es criticado por hablar de una “plaga” migratoria. Cameron advierte que así no se puede garantizar el sistema de bienestar europeo.

“Hoy en día, más que nunca, lo que sucede en un punto del planeta afecta al planeta entero”. Y además, obedece a una orquestación, a una lucha en la sombra mediática. Rifaat Afté habla de un “caos creativo”. Está convencido de que la guerra de Siria traerá importantes consecuencias a Occidente, que ya tiene mucha más responsabilidad en la entrada de armas y de facciones de lo que se permite admitir. “Me sorprendió ver a Daesh (el EI) con armas modernas, con coches todoterreno. A mi parecer, estamos viviendo la época de la tercera guerra mundial, o de sus principios”.

Así, sabiéndose en el borde de un abismo que parece abrirse para el mundo, un sumidero de violencia que se ensancha desde su epicentro en Siria, no se puede dormir. No se puede, tampoco, desde la distancia, desde el refugio temporal madrileño o desde el otro lado del mundo, en Buenos Aires. Rifaat Atfé descubrió, hace algunos años y por casualidad, una rama argentina de la familia, gracias a Facebook y a la feliz coincidencia de los burócratas en la transcripción de sus apellidos como Atfé y no como Atfá. A ellos, sus parientes lejanos, y al insomnio que provoca la guerra, hace referencia en su diario personal, cuyos fragmentos fueron publicados en ‘La sombra del ciprés’, suplemento cultural del periódico El Norte de Castilla, en abril de 2015:

Parece que va a llegar un día en que no durmamos. Me acordé de lo que me dijo Paula, la hija de Reinaldo Atfé en Argentina: “Mi padre no duerme. Desde que os conoció está pegado a la pantalla de su ordenador, buscando noticias de Siria” […] No abro el ordenador al despertarme. Quiero otorgar un poco de espacio a mis ojos, un poco de silencio a mis oídos.

El silencio a sus oídos no se lo puede conceder Madrid. Pero aquí, menos mal, no se oyen las bombas. La guerra y Oriente Próximo están al otro lado, fuera del barullo protector y en la sección internacional de las noticias. A Rifaat esas noticias le llegan también por whatsapp. Son noticias de casa. En el móvil guarda fotos de su jardín, de sus nietos y de su nevera reconvertida en armario. La ausencia permanente de electricidad ha obligado a reconsiderar la utilidad de algunos electrodomésticos.

Allí en Misyaf, Rifaat Atfé todavía trabaja en sus traducciones. A pesar los obstáculos inherentes al oficio (la mencionada censura editorial), se ha consagrado como traductor del español al árabe con una vasta nómina de autores: Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Isabel Allende, Manuel Altolaguirre, Rafael Argullol, Bernardo Atxaga, Calderón de la Barca, Julia Castillo, Camilo José Cela, José Echegaray, Antonio Gala, Gabriel García Márquez, Ramón Mayrata, Juan Goytisolo, Miguel Hernández, Julio Llamazares, Pablo Neruda, Mario Vargas Llosa… 

Con Fernando Sánchez Dragó tuvo un trueque de intereses. Rifaat tradujo su novela El camino del corazón y Dragó lo entrevistó en 2004 en Negro sobre blanco, el programa de literatura que dirigía en TVE.

Ramón Mayrata lo une la amistad y la admiración mutuas. Su afinidad mezcla la vida y la obra, lo personal y lo profesional. Mayrata, poeta y novelista traducido al árabe por Afté, se hizo cargo de la columna introductoria a sus diarios personales. Dice Mayrata que “para Rifaat el mal solo existe negativamente. Comparte con Camus esa intuición mediterránea, convertida en rareza, en un mundo dominado por visiones siniestras”.

En sus fragmentos, Rifaat describe una rutina de espera, su ansia de desahogo y la búsqueda de paz en un área de paz aparente, de funesto sosiego:

He bajado al jardín en un intento de alejarme un poco de las noticias. […] La madreselva y el limonero mezclan sus fragancias. ¡Dios mío, que bella es la naturaleza! ¡Cuánto la deformamos y nos dejamos llevar por ideas insignificantes, prefabricadas, por la sangre derramada y no por ella! Un pájaro ha pasado dejando su excremento en mi hombro. Lo he considerado como una condecoración. Lo he dejado.


Último paseo

Hemos dejado el Centro Cultural Árabe Sirio, algo resignados por no haber podido franquear sus puertas, y hemos echado a andar. Rifaat quiere saber mis planes. Le preocupa el futuro de los jóvenes europeos. Le preocupan, también, el incumplimiento de los programas electorales y el sectarismo de los medios. “¿Quién lo va a cambiar?”, me pregunta. Le digo que “la intelectualidad”, por ocurrencia y sin mucho convencimiento. Pero la intelectualidad es Rifaat Atfé, y también la impotencia, que reconoce llevar adherida a la voluntad desde el estallido de la guerra.

Google Maps nos ha llevado por la calle Juan de Austria. Allí vivió Rifaat  durante su primera etapa de estudiante. Cree haber reconocido el portal en un edificio con la fachada amarilla y todavía se acuerda del nombre de la dueña (Leticia). Por una suerte de casualidad intencionada nos hemos detenido en Tuuu Librería de la calle de Covarrubias. Aquí los libros se encuentran por azar y se amontonan en secciones según el género. Es fácil descubrir títulos traducidos por Rifaat Faté: en apenas unos minutos me señala cuatro (de Antonio Gala y Rosa Regás, entre otros). Me he llevado tres.

De vuelta a las calles y a la preocupación primordial, al asunto que le hace perder la mirada –seguir o no seguir en Siria–, me sorprende oírle hablar de humillación respecto a otro fenómeno que poco o nada puede afectarle: el de los jóvenes obligados a seguir en casa de sus padres porque no les da el presente para vivir independientes y el futuro no pinta mejor. Me sorprende, especialmente, después de haber hablado de la humillación del refugiado de guerra. ¿Y si la aspiración suprema del hombre fuera la independencia, entendida ésta como el poder de construir y construirse (vida personal, entorno mejor, carrera próspera), y fueran muchas las maneras de arrebatárselo en la escala de la brutalidad? La humillación consiste en la incapacidad (forzosa) del individuo capaz, convertido en ser indefenso, necesitado de asilo por haber sido despojado de oportunidades. Y la humillación suprema implica arrebatarle a un hombre todas las oportunidades, hasta la vida propia (o de sus hermanos, amigos y familiares) y el futuro, el presente y el pasado; la dignidad a golpe de bombas, morteros y armas químicas.

Rifaat Atfé seguirá en Misyaf, por ahora. Aún le quedan unos pocos días para caminar por un país sin guerra, antes de atravesar la frontera del Líbano con Siria. Acabamos el paseo en el bar italiano del primer día. Y la conversación sigue.




Laura Cano Sastre (Madrid, 1989) es periodista y correctora. En marzo de 2014 fundó la tertulia literaria La Habitación Propia, que organiza actividades, debates y eventos literarios en Bruselas y en Madrid. Ha sido redactora de los periódicos Sierra Madrileña y El Pueblo de Albacete. Desde diciembre de 2013, colabora con la revistaAcentos, que se publica y distribuye en Bruselas.

sábado, junio 27, 2015

Referéndum a la griega

Referéndum a la griega



ATENTADOS PERFECTAMENTE ORQUESTADOS? MOMENTOS DE DECLIVE Y CUESTIONAMIENTO DE LAS FALSAS BONDADES DE EUROPA AYUDAN A EXPLICAR LO QUE PASA. Por supuesto, quien duda de los hilos de acero que atan estos sucesos, y los cosen ante los acontecimientos que se avecinan?
Lo de Grecia ha sido desde el primer momento un perverso escenario perfectamente levantado para representar en toda su crudeza la aplicación de las medidas, que la falsa crisis demandaba. (QUIENES LO DEMANDABAN DESDE HACE DECENAS DE AÑOS ERAN LOS BUITRES FINANCIEROS QUE SON LOS QUE CAPITANEAN EN ESTOS MOMENTOS EL DESTINO DE PUEBLOS ENTEROS)
GRECIA SOMOS TODOS LOS PUEBLOS DE EUROPA, PUEBLOS MAS O MENOS SAQUEADOS, EXPOLIADOS, DEPRIMIDOS...ENTRETENIDOS COMO IMBÉCILES, POR IMBÉCILES INSACIABLES, CON UN MACRO ESPECTÁCULO DE DIMENSIONES JAMAS VISTAS.
EL DÍA 5, GRECIA HARÁ LO ÚNICO QUE REALMENTE DEBE HACER, UN REFERÉNDUM PARA ACEPTAR SEGUIR SIENDO OBJETO DE EXPOLIO Y HUMILLACIÓN, O UN PUEBLO LIBRE.
DESPUÉS NOS TOCARA AL RESTO.



Referéndum a la griega

El primer ministro asegura que esta es la respuesta al "ultimátum" que recibió en Bruselas

Tsipras anuncia una consulta el día 5 de julio para aceptar o rechazar los recortes de la troika

Tsipras, con Merkel (a su derecha) y Hollande (en frente), ayer, en Bruselas.

El domingo 5 de julio se celebrará un referéndum en Grecia. Así lo anunció anoche, pasada la una de la madrugada, el primer ministro Alexis Tsipras en una alocución a la nación a través de la tele pública ERT. Ese día, los griegos están llamados votar sí no al proyecto de recortes de los acreedores (BCE, FMI y Comisión Europea), aunque aún no se sabe con exactitud de cuál de las propuestas debatidas en los últimos días en Bruselas se trata. «Son horas cruciales para nuestro país», anunció Tsipras, que afirmó haber tomado la decisión junto con sus ministros en el curso de un Consejo de Ministros de emergencia celebrado ayer tarde, a su regreso de Bruselas. El ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, tuiteó enseguida: «La democracia necesitaba una inyección tonificante en la eurozona. Se la acabamos de dar. Que decida la gente (interesante lo radical que suena esto)».
Tsipras aseguró haber informado a los principales dirigentes europeos y a la oposición griega y adelantó que hoy se reunirá el Parlamento para aprobar la convocatoria del plebiscito. También añadió que hablará con sus homólogos europeos para tratar de prolongar unos días el contrato del préstamo que vence el día 30 para que los griegos puedan votar «libres de chantajes».
DESIGUALDADES / El primer ministro explicó que la causa de esta decisión es el ultimátum que le presentaron los acreedores en la última cumbre, con el que le pidieron un acuerdo que acrecentaba aún más las desigualdades sociales. Citó los recortes en sueldos y pensiones y la subida del IVA entre las medidas recesivas que «supondrían una continuación de los anteriores rescates». «A este ultimátum chantajista para la aceptación de una severa y humillante austeridad, os llamo a responder de forma soberana», dijo, al tiempo que cargaba contra la «rígida» postura del FMI.
Según la prensa local, Tsipras se posicionará a favor del sí, aunque ayer se comprometió a respetar el resultado de la consulta. También recalcó que Grecia seguirá siendo «una parte inseparable de Europa», pero que una Europa sin democracia «no tiene identidad». A diferencia de Tsipras, algunas figuras del ala más radical del Gobierno ya se han posicionado en el frente del no. «El pueblo griego votará mayoritariamente en contra de las bárbaras propuestas de las instituciones», declaró el ministro de Energía Panayotis Lafazanis.
La convocatoria del referéndum se produjo después de que por la tarde las cartas quedaran boca arriba en Bruselas. Hoy, a las dos de la tarde, se reunirá otra vez el Eurogrupo, a tres días de que expire la prórroga del rescate y que se pueda desbloquear una nueva línea de crédito que permita a Grecia escapar a un impago al FMI -el martes deben pagar casi 1.600 millones-. El referéndum incorpora un elemento nuevo a la reunión. Tsipras ya dejó claro en Bruselas que daría la batalla hasta el último minuto porque no aceptaba ni «chantajes» ni «ultimátums».
Pese al nuevo rifirrafe de declaraciones que se pudieron escuchar ayer durante la segunda jornada de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE, la diferencia entre lo que quieren unos y lo que piden otros son, según diversas fuentes, muy pequeñas, ya que ambas partes habrían cedido terreno. Si Atenas acepta finalmente la lista de reformas estructurales y el calendario propuesto ayer, la oferta remitida por el trío de instituciones a los ministros de economía y finanzas de la eurozona para su análisis prevé una prórroga de cinco meses del rescate, hasta noviembre del 2015, y una financiación adicional de 15.500 millones de euros.
De ellos, 1.800 millones proceden de los beneficios obtenidos por el BCE por la compra de deuda griega y estarían disponibles de inmediato, en cuanto Grecia aprobara algunas reformas como el IVA, lo que permitiría a Atenas pagar el 30 de junio los casi 1.600 millones al FMI. El resto del dinero se iría desembolsando por tramos a medida que las autoridades vayan cumpliendo la hoja de ruta.

Jorge Riechmann | Diario Público

Jorge Riechmann | Diario Público



El activista, poeta y profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma, Jorge Riechmann.
El activista, poeta y profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma, Jorge Riechmann
MADRID. -Puede parecer catastrofista, pero tras las palabras y escritos de Jorge Riechmann (Madrid, 1962), se adivina, ante todo, un optimismo del que muchos no se ven capaces: el de imaginar una solidaridad común, una "autoconstrucción colectiva" -en palabras del poeta y activista- que acabe de una vez por todas con el sistema capitalista, antes de que éste termine consumiéndonos a todos. Profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma, militante de Ecologistas en Acción y de Izquierda Anticapitalista y miembro del Consejo Ciudadano de Podemos en Madrid, Riechman ha analizado a través de una extensa bibliografía (su ultimo ensayo es Autoconstrucción, de la editorial Catarata) las aberraciones de un modelo que consume y vive sin límites en un planeta que se muere a ritmo acelerado. Durante los días 26, 27 y 28 de junio participa, junto a otros representantes de movimientos sociales, investigadores, activistas y políticos de una decena de países, en los II encuentros Alternativas frente a los retos ecosociales que se celebran en Madrid para combinar los enfoques social y ecológico y buscar respuestas conjuntas con las que combatir las crisis, desde la económica hasta la de valores, que padece la sociedad actual.

¿Qué plantea el Ecosocialismo?

Yo defiendo desde hace tiempo que no podemos pensar en una sociedad que sea sustentable de verdad y que siga siendo capitalista. Si queremos sociedades que puedan durar en el tiempo, que sean perdurables, no hay forma de esquivar la cuestión del sistema y las rupturas anticapitalistas. Tenemos que fijarnos más en algo que, aunque ya estaba presente en El capital de Marx, no ha tenido mucha importancia en los intentos históricos de avanzar en el socialismo: la idea de que las fuerzas productivas son, a la vez e idisociablemente, fuerzas destructivas. Y esa parte destructiva ha ido en aumento con respecto a la parte productiva a medida que se han ido desplegando las sociedades industriales.

Y lo que ha ido teniendo lugar es un proceso en el cual esa dinámica de expansión de la sociedad mercantil se ha ido introduciendo cada vez más en la gente. Entonces claro, pensar en esos términos nos da idea de la dificultad de este asunto, que no puedes en efecto considerar que tu adversario es algo exterior que tienes enfrente, así, nítidamente delimitado, sino que lo has incorporado, es una parte de lo que tú también eres.
 Yo creo que una cuestión central en nuestro tiempo es el choque de las sociedades industriales con los límites biofísicos del planeta. Según los cálculos de la huella ecológica del conjunto de la humanidad, estamos viviendo como si tuviéramos a nuestra disposición un planeta y medio. Es una situación aberrante que sólo se va a poder mantener un tiempo. Estamos viviendo, literalmente, como si no hubiera mañana… y eso es altamente problemático. Y lo que dice el ecosocialismo es que la fuerza principal que está detrás de ese choque contra los límites biofísicos del planeta es la dinámica autoexpansiva del capital.

¿Y cómo se le da la vuelta a un sistema, el capitalista, que no es sólo político o económico, sino también cultural y de valores, que está impregnado en todos?

Yo creo que esa es una dimensión muy importante que ha ido incluso ganando peso por los procesos culturales de los últimos decenios. Es cierto que cada sociedad genera los objetos que necesita, o los objetos congruentes con ese orden social. Eso, de hecho, es un proceso en bucle. Las personas somos generadas por la sociedad, la sociedad genera sujetos y los sujetos reproducen, producen y cambian la sociedad. Es un bucle de realimentación. Pero lo nuevo, que es muy tremendo en esta situación en la que nos encontramos, es que a medida que se ha afianzado la versión neoliberal del capitalismo, éste entra mucho más hondamente en la constitución de la subjetividad. Hay una frase, de estas inmortales que produjo Margaret Thatcher, que venía a decir algo así como: “La economía en realidad no importa tanto, en realidad donde nos jugamos todo es en el alma humana”. Esto Margaret Thatcher y otros teóricos del neoliberalismo lo tenían muy claro.

A mí una imagen un poco humorística que he usado alguna vez para intentar contar esto es este personaje de las fábulas centroeuropeas que es el baron de Münchhausen. En uno de los lances célebres de su vida, Münchhausen cae dentro de un pantano con su caballo y se está hundiendo en las arenas movedizas. Y entonces para salir lo que se le ocurre es tirar de su propia coleta y consigue sacarse del pantano. Lo que nos toca hacer es algo parecido a eso. Yo creo que hay que pensarlo desde la autoconstrucción colectiva.

¿A qué nos exponemos? Los científicos ya hablan de que se ha puesto en marcha la sexta gran extinción de especies, la primera que estaría causada por el hombre y la primera que afectaría al hombre… la sociedad no parece muy consciente

No. Eso es dramático. La diferencia que hay entre el mundo de creencias en el que está viviendo el promedio de la gente en esta sociedad y la situación objetiva tal y como podemos referirnos a la misma por medio de la ciencia, es enorme. Somos incapaces, como sociedad, de hacernos cargo de lo que está pasando y de ver lo cerca que estamos de despeñarnos por un abismo cuyas dimensiones no acabamos de calibrar. Sí que lo hacen los investigadores e investigadoras y por eso están lanzando gritos de alarma cada vez más desesperados desde hace mucho tiempo."
Uno de los generales golpistas en Brasil en la primera de esas dictaduras que se implantaron en América Latina en los años 60 dijo: “El país se encontraba delante de un abismo y decidimos dar un paso al frente”. Nuestras sociedades están al borde de un abismo y están avanzando a toda velocidad. No paso a paso, sino de forma motorizada sin darnos cuenta de lo que eso representa.

Si hubiera que señalar sólo tres ámbitos de la dimensión de esa crisis ecológico-social, serían el calentamiento climático, la crisis de recursos y la extinción masiva de diversidad biológica. Son tres procesos que están, literalmente, quitándonos el suelo de debajo de los pies. Seguir haciendo las cosas más o menos como las estamos haciendo ahora nos lleva a un ecocidio, acompañado de un genocidio, que si no somos capaces de cambiar se llevará por delante, yo creo, a la mayor parte de la población humana en los decenios que siguen. Y de eso es de lo que se está hablando cuando hablamos de cambio climático.

Todas las esperanzas para frenar el cambio climático están puestas en la cumbre de París de diciembre de este año. ¿Un protocolo que sustituya al de Kioto es suficiente?
"París es importante en la medida en que pueda suponer un cambio de tendencia por lo menos"
Todo indica que, tal y como están planteadas las cosas, no será suficiente. Lo que convencionalmente con una base científica se ha establecido como un nivel más o menos de seguridad son los dos grados centígrados de incremento de la temperatura promedio con respecto a los niveles preindustriales, y muchos científicos piensan que no se deberían sobrepasar los 1,5 grados. Sin embargo París es importante en la medida en que pueda suponer un cambio de tendencia por lo menos, porque la situación ahora es que estamos emitiendo cada vez más, cada vez más deprisa. No es que estemos en una situación de equilibrio, sino que las emisiones siguen creciendo y cada vez más rápido. Y París puede servir como el inicio de una inflexión en ese sentido. Pero yo estoy convencido de que sin rupturas anticapitalistas, sin avanzar claramente hacia otro modelo de producción y consumo, no hay forma de evitar ese desenlace muy dramático.

Usted es miembro del Consejo Ciudadano de Podemos en la Comunidad de Madrid. ¿Ve representados los valores ecologistas en el partido?
"El ecologismo está representado de manera muy insuficiente en la mayoría de las fuerzas políticas"
De manera muy insuficiente. No es un problema sólo de Podemos, es un problema de la mayoría de nuestras fuerzas políticas. Hay una cosa que subrayaba hace un par de años un activista brasileño de los involucrados en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Chico Whitaker, en referencia a los movimientos como el 15-M u Occupy Wall Street, que empleaban el lema de “somos el 99%, frente a un 1%”. Si pensamos en términos ecológicos y sociales esa distribución no es así. Chico Whitaker decía que habría que pensar más bien en un 1% de gente que tiene cierta conciencia del mundo real en el que vive y que está intentando alertar a otro 98% de la situación dramática en la que nos encontramos para sumar fuerzas y hacer frente al 1% restante que está en lo alto de la pirámide de la riqueza y el poder. Pero el nivel de conciencia en ese 98% de la población no es ni de lejos el que se requeriría.

lunes, junio 22, 2015

Samuel Beckett: Beckett en la tormenta, poe ENRIQUE VILA-MATAS



Beckett en la tormenta

El creador irlandés tuvo una revelación que le condujo a escribir “sobre las cosas que verdaderamente le afectaban”. La versión más ortodoxa ubica esa “epifanía” en el muelle de Dun Laoghaire, en plena tempestad

EDUARDO ESTRADA














¿Marcel Proust? Durante largo tiempo se acostó temprano. ¿Samuel Beckett? En una noche de tormenta, al final del muelle de Dun Laoghaire, pasó por una experiencia epifánica que cambió la dirección de toda su escritura… Parece que hayamos entrado en un diccionario de tópicos literarios, pero no vamos a continuar, porque nos detenemos en ese lugar común sobre Beckett. Cuando me contaron por primera vez el lluvioso episodio de la “revelación” en el muelle, creí haber captado la intensidad de aquel momento, pero con el tiempo he oído y leído diferentes versiones. Porque si bien todo indica que la “epifanía” tuvo lugar, nunca estuvo claro, en caso de existir, qué clase de mensaje exactamente fue el que tanto caló en Beckett al final de aquel muelle en el que, por cierto, las autoridades irlandesas han terminado incluso por poner una placa que recuerda el espiritual acontecimiento.





Pero ¿qué pasó allí de verdad? La versión más ortodoxa, es decir, la inscrita en la placa, dice que, después de la II Guerra Mundial, en Dun Laoghaire, en plena tempestad, Beckett descubrió que encontrar su voz propia pasaba por algo tan simple, pero también tan esencial, como —al llegar a este punto, es curioso pero siempre hay algo que me impide completar la historia— “escribir las cosas que uno siente…”.



Si las cosas fueran así, qué fácil sería todo, suelo pensar cuando, boicoteado por interferencias de todo tipo, oigo a medias o quiero creer que oigo a medias la historia de la epifanía del muelle. Y es que si fuera todo tan sencillo —vas y te adentras en una escollera irlandesa y al rato, bajo la lluvia, encuentras la manera de escribir las cosas que sientes…— ya ni harían falta duros esfuerzos personales ni escuelas de letras; bastaría con verter sobre el papel las cosas que sentimos, es decir, en cierta forma bastaría con seguir aquel consejo tan interesante como burdo del romántico alemán Ludwig Börne: “Durante tres días consecutivos fuérzate a escribir todo lo que se te pase por la cabeza sin artificios y sin hipocresía; escribe lo que pienses de ti mismo, de tus mujeres, de Goethe, de la Guerra Turca, del Juicio Final, o tus superiores, y te quedarás estupefacto al ver cuántos pensamientos nuevos han salido fuera: en eso consiste el arte de convertirse en un escritor genuino en tres días”.



Encontró el espacio donde mejor podía convertir su mundo en una síntesis de contrasentidos de la razón

Al enfocar el tema de la noche epifánica en su biografía de Beckett, Anthony Cronin cuenta que hay una confusión entre lo que, a través de la obra teatral La última cinta (Krapp's Last Tape), narró Beckett acerca de su experiencia de aquella noche y lo que ocurrió de verdad. Según la crónica quebrada y fragmentada de los hechos que puede escucharse en La última cinta, todo sucedió bajo una intensa lluvia en ese espolón irlandés, “entre la espuma de las olas que brillaba a la luz del faro y el anemómetro que daba vueltas como una hélice”. Pero las interrupciones en la cinta impiden oír la totalidad de la historia que, por otra parte, tal como señaló el médico dublinés Eoin O´Brien, es una pura y absoluta invención. Porque Beckett tuvo un momento epifánico, sí. Pero este, según O´Brien, tuvo lugar en realidad en el pequeño muelle —nada que ver con Dun Laoghaire— que hay cerca de la casa del hermano de Beckett, concretamente en el puerto de Killiney.



Hasta el momento epifánico, cuenta Cronin, se había esforzado Beckett por hacer lo que se da por supuesto que hace un novelista, esto es, describir un mundo que sea un simulacro realista del mundo que le rodea. Dicho de otro modo, había intentado ser creativo en el sentido más convencional del término. Pero en Killiney todo confluyó para que comprendiera que debía ir por un camino distinto y “volcarse en lo oscuro, escribir sobre el mundo interior, con todas sus tinieblas, ignorancia, e incertidumbre”. A consecuencia de esto, comprendió “que Joyce había avanzado todo lo posible en la dirección del mayor conocimiento, en el control del propio material. Siempre estaba sumándole cosas; no hay más que ver sus galeradas para comprobarlo. Comprendí que mi camino estaba en el empobrecimiento, en la falta de conocimiento y en la eliminación, en restar más que en sumar”.



Y también entendió que para esta clase de operación de restar se imponía la utilización del monólogo en primera persona, pues cualquier otro modo verbal implicaría la omnipotencia de la que huía. Podemos, si queremos pensarlo así, suponer que ceñirse a un monólogo interior fue el consejo que le dio la voz en el muelle del puerto de Killiney. Pero también podemos pensar que no hubo voz, que no pasaron las cosas como en esa película en la que Charlton Heston encarna a Moisés y que solo hubo un pensamiento que no está registrado en ningún lugar y que se perdió en el tiempo.



Cuando leí la biografía de Knowlson sobre Beckett, me sorprendió ver que allí había una nueva vuelta de tuerca en el relato de la epifanía y el giro radical; me sorprendió descubrir que Beckett insistió a su futuro y seguramente definitivo biógrafo para que deshiciera el malentendido creado por las palabras de Krapp en La última cinta y explicara que todo aquello no pasó en Dun Laoghaire, y menos en Killiney, sino “en la habitación de su madre en Foxrock”, porque allí había sido donde en realidad había experimentado la “revelación” y había podido por fin comenzar a escribir “sobre las cosas que verdaderamente le afectaban”.



En realidad fue en la casa de la madre vieja y enferma donde más cerca podía estar de la verdad

Pensé que todo quedaba más claro con este cambio de escenario: desaparecía la iconografía romántica (tormenta, muelle, fuerzas naturales, tempestades interiores) y también el muelle de Killiney y llegábamos a un lugar más íntimamente suyo, la casa de la madre vieja y enferma, el espacio donde más cerca podía estar de la verdad y donde mejor podía convertir su mundo en una síntesis de los contrasentidos de la razón.



Así pues, la gran tormenta se perdió en el tiempo, pero pudo haber tenido lugar en 1946 en la casa de Foxrock, puede que fuera una tempestad interior y, al igual que al final de Molloy, no fuera en la medianoche ni lloviera. Y no debió de existir señal exterior que le hiciera hallar un camino en la escritura. ¿Pudo llegarle la revelación a través de su madre? Quién sabe, también pudo ser a través de un policía: “Usted se llama Molloy, dijo el comisario. Sí, dije, acabo de acordarme. ¿Y su mamá?, dijo el comisario. Yo no comprendía. ¿También se llama Molloy?, dijo el comisario. ¿Se llama Molloy?, dije yo. Sí, dijo el comisario. Yo reflexioné. Usted se llama Molloy, dijo el comisario. Sí, dije yo. ¿Y su mamá?, dijo el comisario, ¿también se llama Molloy? Yo reflexioné”.



Le viniera de donde le viniera, la revelación pudo llegarle desde la ribera de lo peor impeorable. Entonces, parodiando su estilo, deberíamos preguntarnos “qué revelación para qué cuando”. No estaba muy equivocado al decirse que había que restar y volcarse en lo oscuro, en la más negra niebla de las tinieblas.



Enrique Vila-Matas es escritor.

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