viernes, septiembre 27, 2013

“Novelar lo que sucederá en El Cairo sería contar lo que ya pasó en Argel” | Cultura | EL PAÍS

“Novelar lo que sucederá en El Cairo sería contar lo que ya pasó en Argel” | Cultura | EL PAÍS

“Novelar lo que sucederá en El Cairo sería contar lo que ya pasó en Argel”

El escrito argelino Yasmina Khadra presenta en Madrid su última novela sobre la experiencia colonial de su país

Yasmina Khadra, seudónimo del prestigioso autor argelino Mohammed Moulessehoul / PEREZ CABO


Otra vez a vueltas con la Argelia colonial. Cuando Yasmina Khadra, el más prolífico y célebre de los escritores argelinos francófonos, agarra un tema, no lo suelta hasta haberle consagrado varias novelas.Los ángeles mueren por nuestras heridas (editorial Destino) es la última que acaba de publicar, casi simultáneamente en España y en Francia, y está de nuevo dedicada a la Argelia colonial en Orán, la ciudad donde creció, aunque nació en el Sáhara.
Lo que el día debe a la noche, otra novela publicada en 2009 y adaptada al cine, también transcurría en la Argelia colonizada por Francia. “Ahí y en los 4.000 años de ocupación que ha padecido Argelia están las heridas que aún no acaban de cicatrizar”, sostiene el autor.
“Para comprender a la Argelia de hoy en día, para entender por qué no despega, hay que remontarse a aquellos años”, explica Khadra durante una conversación en elInstituto Francés de Madrid. “Argelia no logra deshacerse de su pasado colonial; muchos compatriotas tienen aún mentalidad de colonizados”, se lamenta.
Yasmina Khadra, el seudónimo femenino de Mohamed Moulessehoul, tiene a sus 58 años un recorrido como escritor de lo más accidentado. Adoptó ese nombre en la década de los noventa, cuando era militar y alternaba la lucha armada contra los terroristas islamistas con horas de escritura “a veces hasta en las trincheras y en los helicópteros”, recuerda. En 2000 abandonó el ejército y se dedicó de lleno a la literatura, al principio con muchas dificultades y ahora cosechando éxitos. EL PAÍS fue el primer diario que desveló que detrás de ese alias femenino se escondía un militar aún en activo.
En los frescos de la Argelia colonial que pinta Khadra hay siempre “un personaje transversal” cuya biografía profesional o sentimental “le permite navegar entre las comunidades —colonos franceses, inmigrantes españoles, argelinos y unos pocos judíos— que se codeaban” entre las dos guerras mundiales en la segunda ciudad argelina.
Esta vez el protagonista de Khadra es Turambo, cuyo nombre recuerda al del gran poeta francés del XIX Arthur Rimbaud. Su fuerza al golpear con el puño izquierdo le convertirá en un exitoso boxeador que a lo largo de su carrera atravesará las capas sociales y se enamorará sucesivamente de tres mujeres, su prima, una prostituta y, finalmente, Louise, una francesa, hija del empresario que le contrató.
“El boxeador es un pretexto; el objetivo es contar toda una época”, asegura Khadra. El periodo histórico está marcado por la gran pobreza en la que viven los argelinos y al racismo que padecen. “Es nuestro país, la tierra de nuestros antepasados, y se nos trata como extranjeros, como esclavos traídos de la sabana”, se indigna uno de los personajes.
De la Argelia colonial Khadra va a dar pronto el salto a la de hoy en día, la que alcanzó la independencia hace medio siglo, pero eso no significa que vuelva a describir el terrorismo como en Lo que sueñan los lobos oEl otoño de las quimeras, ni tampoco que reaparezca su célebre comisario, Brahim Llob, protagonista de varias novelas policiacas. “El libro, que ya está acabado, es una parábola alrededor del asesinato de una joven”, revela el autor. “Me sirve para contar algunos de los males que sufre ahora Argelia como la corrupción, el tráfico de influencias”, añade. “Ardo en deseos de que se produzca una renovación de nuestros gobernantes”.
Durante años Khadra fue un escritor pegado a la actualidad de su país y, a través del terrorismo, a la de Afganistán, Irak, Israel y Palestina. La llamada primavera árabe, malograda en varios países, debería de haber supuesto para él una nueva oportunidad de reengancharse a las convulsiones del mundo musulmán, pero no ha querido hacerlo.
“Me aflige y, a veces, me repugna lo que sucede en los países de mi entorno”, reconoce. “No han aprendido las lecciones de la Argelia de los noventa”, que vivió una guerra civil larvada, entre los terroristas y el Ejército, con decenas de miles de muertos. “Crece la violencia, Al Qaeda se organiza y no va a soltar su presa. Los terroristas surgen en todas partes. Novelar lo que va a suceder en El Cairo sería contar lo que ya pasó en Argel hace 20 años”, sentencia.
Yasmina Khadra no quiere volver 20 años atrás y tampoco quiere seguir residiendo más en París. “Nací en el Sáhara y soy un hombre del sol”, asegura. “No quiero continuar viviendo en una ciudad de lluvia, con cielos bajos y transeúntes estresados”, pero tampoco tiene la intención de regresar a Orán. De ahí que se haya comprado una casa en San Juan, en Alicante, la provincia española mejor comunicada con la ciudad argelina. “En cuanto acabe mi misión en París [es también director del centro cultural argelino] nos mudamos rumbo al sol”, anuncia.

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