sábado, junio 27, 2015

Referéndum a la griega

Referéndum a la griega



ATENTADOS PERFECTAMENTE ORQUESTADOS? MOMENTOS DE DECLIVE Y CUESTIONAMIENTO DE LAS FALSAS BONDADES DE EUROPA AYUDAN A EXPLICAR LO QUE PASA. Por supuesto, quien duda de los hilos de acero que atan estos sucesos, y los cosen ante los acontecimientos que se avecinan?
Lo de Grecia ha sido desde el primer momento un perverso escenario perfectamente levantado para representar en toda su crudeza la aplicación de las medidas, que la falsa crisis demandaba. (QUIENES LO DEMANDABAN DESDE HACE DECENAS DE AÑOS ERAN LOS BUITRES FINANCIEROS QUE SON LOS QUE CAPITANEAN EN ESTOS MOMENTOS EL DESTINO DE PUEBLOS ENTEROS)
GRECIA SOMOS TODOS LOS PUEBLOS DE EUROPA, PUEBLOS MAS O MENOS SAQUEADOS, EXPOLIADOS, DEPRIMIDOS...ENTRETENIDOS COMO IMBÉCILES, POR IMBÉCILES INSACIABLES, CON UN MACRO ESPECTÁCULO DE DIMENSIONES JAMAS VISTAS.
EL DÍA 5, GRECIA HARÁ LO ÚNICO QUE REALMENTE DEBE HACER, UN REFERÉNDUM PARA ACEPTAR SEGUIR SIENDO OBJETO DE EXPOLIO Y HUMILLACIÓN, O UN PUEBLO LIBRE.
DESPUÉS NOS TOCARA AL RESTO.



Referéndum a la griega

El primer ministro asegura que esta es la respuesta al "ultimátum" que recibió en Bruselas

Tsipras anuncia una consulta el día 5 de julio para aceptar o rechazar los recortes de la troika

Tsipras, con Merkel (a su derecha) y Hollande (en frente), ayer, en Bruselas.

El domingo 5 de julio se celebrará un referéndum en Grecia. Así lo anunció anoche, pasada la una de la madrugada, el primer ministro Alexis Tsipras en una alocución a la nación a través de la tele pública ERT. Ese día, los griegos están llamados votar sí no al proyecto de recortes de los acreedores (BCE, FMI y Comisión Europea), aunque aún no se sabe con exactitud de cuál de las propuestas debatidas en los últimos días en Bruselas se trata. «Son horas cruciales para nuestro país», anunció Tsipras, que afirmó haber tomado la decisión junto con sus ministros en el curso de un Consejo de Ministros de emergencia celebrado ayer tarde, a su regreso de Bruselas. El ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, tuiteó enseguida: «La democracia necesitaba una inyección tonificante en la eurozona. Se la acabamos de dar. Que decida la gente (interesante lo radical que suena esto)».
Tsipras aseguró haber informado a los principales dirigentes europeos y a la oposición griega y adelantó que hoy se reunirá el Parlamento para aprobar la convocatoria del plebiscito. También añadió que hablará con sus homólogos europeos para tratar de prolongar unos días el contrato del préstamo que vence el día 30 para que los griegos puedan votar «libres de chantajes».
DESIGUALDADES / El primer ministro explicó que la causa de esta decisión es el ultimátum que le presentaron los acreedores en la última cumbre, con el que le pidieron un acuerdo que acrecentaba aún más las desigualdades sociales. Citó los recortes en sueldos y pensiones y la subida del IVA entre las medidas recesivas que «supondrían una continuación de los anteriores rescates». «A este ultimátum chantajista para la aceptación de una severa y humillante austeridad, os llamo a responder de forma soberana», dijo, al tiempo que cargaba contra la «rígida» postura del FMI.
Según la prensa local, Tsipras se posicionará a favor del sí, aunque ayer se comprometió a respetar el resultado de la consulta. También recalcó que Grecia seguirá siendo «una parte inseparable de Europa», pero que una Europa sin democracia «no tiene identidad». A diferencia de Tsipras, algunas figuras del ala más radical del Gobierno ya se han posicionado en el frente del no. «El pueblo griego votará mayoritariamente en contra de las bárbaras propuestas de las instituciones», declaró el ministro de Energía Panayotis Lafazanis.
La convocatoria del referéndum se produjo después de que por la tarde las cartas quedaran boca arriba en Bruselas. Hoy, a las dos de la tarde, se reunirá otra vez el Eurogrupo, a tres días de que expire la prórroga del rescate y que se pueda desbloquear una nueva línea de crédito que permita a Grecia escapar a un impago al FMI -el martes deben pagar casi 1.600 millones-. El referéndum incorpora un elemento nuevo a la reunión. Tsipras ya dejó claro en Bruselas que daría la batalla hasta el último minuto porque no aceptaba ni «chantajes» ni «ultimátums».
Pese al nuevo rifirrafe de declaraciones que se pudieron escuchar ayer durante la segunda jornada de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE, la diferencia entre lo que quieren unos y lo que piden otros son, según diversas fuentes, muy pequeñas, ya que ambas partes habrían cedido terreno. Si Atenas acepta finalmente la lista de reformas estructurales y el calendario propuesto ayer, la oferta remitida por el trío de instituciones a los ministros de economía y finanzas de la eurozona para su análisis prevé una prórroga de cinco meses del rescate, hasta noviembre del 2015, y una financiación adicional de 15.500 millones de euros.
De ellos, 1.800 millones proceden de los beneficios obtenidos por el BCE por la compra de deuda griega y estarían disponibles de inmediato, en cuanto Grecia aprobara algunas reformas como el IVA, lo que permitiría a Atenas pagar el 30 de junio los casi 1.600 millones al FMI. El resto del dinero se iría desembolsando por tramos a medida que las autoridades vayan cumpliendo la hoja de ruta.

Jorge Riechmann | Diario Público

Jorge Riechmann | Diario Público



El activista, poeta y profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma, Jorge Riechmann.
El activista, poeta y profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma, Jorge Riechmann
MADRID. -Puede parecer catastrofista, pero tras las palabras y escritos de Jorge Riechmann (Madrid, 1962), se adivina, ante todo, un optimismo del que muchos no se ven capaces: el de imaginar una solidaridad común, una "autoconstrucción colectiva" -en palabras del poeta y activista- que acabe de una vez por todas con el sistema capitalista, antes de que éste termine consumiéndonos a todos. Profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma, militante de Ecologistas en Acción y de Izquierda Anticapitalista y miembro del Consejo Ciudadano de Podemos en Madrid, Riechman ha analizado a través de una extensa bibliografía (su ultimo ensayo es Autoconstrucción, de la editorial Catarata) las aberraciones de un modelo que consume y vive sin límites en un planeta que se muere a ritmo acelerado. Durante los días 26, 27 y 28 de junio participa, junto a otros representantes de movimientos sociales, investigadores, activistas y políticos de una decena de países, en los II encuentros Alternativas frente a los retos ecosociales que se celebran en Madrid para combinar los enfoques social y ecológico y buscar respuestas conjuntas con las que combatir las crisis, desde la económica hasta la de valores, que padece la sociedad actual.

¿Qué plantea el Ecosocialismo?

Yo defiendo desde hace tiempo que no podemos pensar en una sociedad que sea sustentable de verdad y que siga siendo capitalista. Si queremos sociedades que puedan durar en el tiempo, que sean perdurables, no hay forma de esquivar la cuestión del sistema y las rupturas anticapitalistas. Tenemos que fijarnos más en algo que, aunque ya estaba presente en El capital de Marx, no ha tenido mucha importancia en los intentos históricos de avanzar en el socialismo: la idea de que las fuerzas productivas son, a la vez e idisociablemente, fuerzas destructivas. Y esa parte destructiva ha ido en aumento con respecto a la parte productiva a medida que se han ido desplegando las sociedades industriales.

Y lo que ha ido teniendo lugar es un proceso en el cual esa dinámica de expansión de la sociedad mercantil se ha ido introduciendo cada vez más en la gente. Entonces claro, pensar en esos términos nos da idea de la dificultad de este asunto, que no puedes en efecto considerar que tu adversario es algo exterior que tienes enfrente, así, nítidamente delimitado, sino que lo has incorporado, es una parte de lo que tú también eres.
 Yo creo que una cuestión central en nuestro tiempo es el choque de las sociedades industriales con los límites biofísicos del planeta. Según los cálculos de la huella ecológica del conjunto de la humanidad, estamos viviendo como si tuviéramos a nuestra disposición un planeta y medio. Es una situación aberrante que sólo se va a poder mantener un tiempo. Estamos viviendo, literalmente, como si no hubiera mañana… y eso es altamente problemático. Y lo que dice el ecosocialismo es que la fuerza principal que está detrás de ese choque contra los límites biofísicos del planeta es la dinámica autoexpansiva del capital.

¿Y cómo se le da la vuelta a un sistema, el capitalista, que no es sólo político o económico, sino también cultural y de valores, que está impregnado en todos?

Yo creo que esa es una dimensión muy importante que ha ido incluso ganando peso por los procesos culturales de los últimos decenios. Es cierto que cada sociedad genera los objetos que necesita, o los objetos congruentes con ese orden social. Eso, de hecho, es un proceso en bucle. Las personas somos generadas por la sociedad, la sociedad genera sujetos y los sujetos reproducen, producen y cambian la sociedad. Es un bucle de realimentación. Pero lo nuevo, que es muy tremendo en esta situación en la que nos encontramos, es que a medida que se ha afianzado la versión neoliberal del capitalismo, éste entra mucho más hondamente en la constitución de la subjetividad. Hay una frase, de estas inmortales que produjo Margaret Thatcher, que venía a decir algo así como: “La economía en realidad no importa tanto, en realidad donde nos jugamos todo es en el alma humana”. Esto Margaret Thatcher y otros teóricos del neoliberalismo lo tenían muy claro.

A mí una imagen un poco humorística que he usado alguna vez para intentar contar esto es este personaje de las fábulas centroeuropeas que es el baron de Münchhausen. En uno de los lances célebres de su vida, Münchhausen cae dentro de un pantano con su caballo y se está hundiendo en las arenas movedizas. Y entonces para salir lo que se le ocurre es tirar de su propia coleta y consigue sacarse del pantano. Lo que nos toca hacer es algo parecido a eso. Yo creo que hay que pensarlo desde la autoconstrucción colectiva.

¿A qué nos exponemos? Los científicos ya hablan de que se ha puesto en marcha la sexta gran extinción de especies, la primera que estaría causada por el hombre y la primera que afectaría al hombre… la sociedad no parece muy consciente

No. Eso es dramático. La diferencia que hay entre el mundo de creencias en el que está viviendo el promedio de la gente en esta sociedad y la situación objetiva tal y como podemos referirnos a la misma por medio de la ciencia, es enorme. Somos incapaces, como sociedad, de hacernos cargo de lo que está pasando y de ver lo cerca que estamos de despeñarnos por un abismo cuyas dimensiones no acabamos de calibrar. Sí que lo hacen los investigadores e investigadoras y por eso están lanzando gritos de alarma cada vez más desesperados desde hace mucho tiempo."
Uno de los generales golpistas en Brasil en la primera de esas dictaduras que se implantaron en América Latina en los años 60 dijo: “El país se encontraba delante de un abismo y decidimos dar un paso al frente”. Nuestras sociedades están al borde de un abismo y están avanzando a toda velocidad. No paso a paso, sino de forma motorizada sin darnos cuenta de lo que eso representa.

Si hubiera que señalar sólo tres ámbitos de la dimensión de esa crisis ecológico-social, serían el calentamiento climático, la crisis de recursos y la extinción masiva de diversidad biológica. Son tres procesos que están, literalmente, quitándonos el suelo de debajo de los pies. Seguir haciendo las cosas más o menos como las estamos haciendo ahora nos lleva a un ecocidio, acompañado de un genocidio, que si no somos capaces de cambiar se llevará por delante, yo creo, a la mayor parte de la población humana en los decenios que siguen. Y de eso es de lo que se está hablando cuando hablamos de cambio climático.

Todas las esperanzas para frenar el cambio climático están puestas en la cumbre de París de diciembre de este año. ¿Un protocolo que sustituya al de Kioto es suficiente?
"París es importante en la medida en que pueda suponer un cambio de tendencia por lo menos"
Todo indica que, tal y como están planteadas las cosas, no será suficiente. Lo que convencionalmente con una base científica se ha establecido como un nivel más o menos de seguridad son los dos grados centígrados de incremento de la temperatura promedio con respecto a los niveles preindustriales, y muchos científicos piensan que no se deberían sobrepasar los 1,5 grados. Sin embargo París es importante en la medida en que pueda suponer un cambio de tendencia por lo menos, porque la situación ahora es que estamos emitiendo cada vez más, cada vez más deprisa. No es que estemos en una situación de equilibrio, sino que las emisiones siguen creciendo y cada vez más rápido. Y París puede servir como el inicio de una inflexión en ese sentido. Pero yo estoy convencido de que sin rupturas anticapitalistas, sin avanzar claramente hacia otro modelo de producción y consumo, no hay forma de evitar ese desenlace muy dramático.

Usted es miembro del Consejo Ciudadano de Podemos en la Comunidad de Madrid. ¿Ve representados los valores ecologistas en el partido?
"El ecologismo está representado de manera muy insuficiente en la mayoría de las fuerzas políticas"
De manera muy insuficiente. No es un problema sólo de Podemos, es un problema de la mayoría de nuestras fuerzas políticas. Hay una cosa que subrayaba hace un par de años un activista brasileño de los involucrados en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Chico Whitaker, en referencia a los movimientos como el 15-M u Occupy Wall Street, que empleaban el lema de “somos el 99%, frente a un 1%”. Si pensamos en términos ecológicos y sociales esa distribución no es así. Chico Whitaker decía que habría que pensar más bien en un 1% de gente que tiene cierta conciencia del mundo real en el que vive y que está intentando alertar a otro 98% de la situación dramática en la que nos encontramos para sumar fuerzas y hacer frente al 1% restante que está en lo alto de la pirámide de la riqueza y el poder. Pero el nivel de conciencia en ese 98% de la población no es ni de lejos el que se requeriría.

lunes, junio 22, 2015

Samuel Beckett: Beckett en la tormenta, poe ENRIQUE VILA-MATAS



Beckett en la tormenta

El creador irlandés tuvo una revelación que le condujo a escribir “sobre las cosas que verdaderamente le afectaban”. La versión más ortodoxa ubica esa “epifanía” en el muelle de Dun Laoghaire, en plena tempestad

EDUARDO ESTRADA














¿Marcel Proust? Durante largo tiempo se acostó temprano. ¿Samuel Beckett? En una noche de tormenta, al final del muelle de Dun Laoghaire, pasó por una experiencia epifánica que cambió la dirección de toda su escritura… Parece que hayamos entrado en un diccionario de tópicos literarios, pero no vamos a continuar, porque nos detenemos en ese lugar común sobre Beckett. Cuando me contaron por primera vez el lluvioso episodio de la “revelación” en el muelle, creí haber captado la intensidad de aquel momento, pero con el tiempo he oído y leído diferentes versiones. Porque si bien todo indica que la “epifanía” tuvo lugar, nunca estuvo claro, en caso de existir, qué clase de mensaje exactamente fue el que tanto caló en Beckett al final de aquel muelle en el que, por cierto, las autoridades irlandesas han terminado incluso por poner una placa que recuerda el espiritual acontecimiento.





Pero ¿qué pasó allí de verdad? La versión más ortodoxa, es decir, la inscrita en la placa, dice que, después de la II Guerra Mundial, en Dun Laoghaire, en plena tempestad, Beckett descubrió que encontrar su voz propia pasaba por algo tan simple, pero también tan esencial, como —al llegar a este punto, es curioso pero siempre hay algo que me impide completar la historia— “escribir las cosas que uno siente…”.



Si las cosas fueran así, qué fácil sería todo, suelo pensar cuando, boicoteado por interferencias de todo tipo, oigo a medias o quiero creer que oigo a medias la historia de la epifanía del muelle. Y es que si fuera todo tan sencillo —vas y te adentras en una escollera irlandesa y al rato, bajo la lluvia, encuentras la manera de escribir las cosas que sientes…— ya ni harían falta duros esfuerzos personales ni escuelas de letras; bastaría con verter sobre el papel las cosas que sentimos, es decir, en cierta forma bastaría con seguir aquel consejo tan interesante como burdo del romántico alemán Ludwig Börne: “Durante tres días consecutivos fuérzate a escribir todo lo que se te pase por la cabeza sin artificios y sin hipocresía; escribe lo que pienses de ti mismo, de tus mujeres, de Goethe, de la Guerra Turca, del Juicio Final, o tus superiores, y te quedarás estupefacto al ver cuántos pensamientos nuevos han salido fuera: en eso consiste el arte de convertirse en un escritor genuino en tres días”.



Encontró el espacio donde mejor podía convertir su mundo en una síntesis de contrasentidos de la razón

Al enfocar el tema de la noche epifánica en su biografía de Beckett, Anthony Cronin cuenta que hay una confusión entre lo que, a través de la obra teatral La última cinta (Krapp's Last Tape), narró Beckett acerca de su experiencia de aquella noche y lo que ocurrió de verdad. Según la crónica quebrada y fragmentada de los hechos que puede escucharse en La última cinta, todo sucedió bajo una intensa lluvia en ese espolón irlandés, “entre la espuma de las olas que brillaba a la luz del faro y el anemómetro que daba vueltas como una hélice”. Pero las interrupciones en la cinta impiden oír la totalidad de la historia que, por otra parte, tal como señaló el médico dublinés Eoin O´Brien, es una pura y absoluta invención. Porque Beckett tuvo un momento epifánico, sí. Pero este, según O´Brien, tuvo lugar en realidad en el pequeño muelle —nada que ver con Dun Laoghaire— que hay cerca de la casa del hermano de Beckett, concretamente en el puerto de Killiney.



Hasta el momento epifánico, cuenta Cronin, se había esforzado Beckett por hacer lo que se da por supuesto que hace un novelista, esto es, describir un mundo que sea un simulacro realista del mundo que le rodea. Dicho de otro modo, había intentado ser creativo en el sentido más convencional del término. Pero en Killiney todo confluyó para que comprendiera que debía ir por un camino distinto y “volcarse en lo oscuro, escribir sobre el mundo interior, con todas sus tinieblas, ignorancia, e incertidumbre”. A consecuencia de esto, comprendió “que Joyce había avanzado todo lo posible en la dirección del mayor conocimiento, en el control del propio material. Siempre estaba sumándole cosas; no hay más que ver sus galeradas para comprobarlo. Comprendí que mi camino estaba en el empobrecimiento, en la falta de conocimiento y en la eliminación, en restar más que en sumar”.



Y también entendió que para esta clase de operación de restar se imponía la utilización del monólogo en primera persona, pues cualquier otro modo verbal implicaría la omnipotencia de la que huía. Podemos, si queremos pensarlo así, suponer que ceñirse a un monólogo interior fue el consejo que le dio la voz en el muelle del puerto de Killiney. Pero también podemos pensar que no hubo voz, que no pasaron las cosas como en esa película en la que Charlton Heston encarna a Moisés y que solo hubo un pensamiento que no está registrado en ningún lugar y que se perdió en el tiempo.



Cuando leí la biografía de Knowlson sobre Beckett, me sorprendió ver que allí había una nueva vuelta de tuerca en el relato de la epifanía y el giro radical; me sorprendió descubrir que Beckett insistió a su futuro y seguramente definitivo biógrafo para que deshiciera el malentendido creado por las palabras de Krapp en La última cinta y explicara que todo aquello no pasó en Dun Laoghaire, y menos en Killiney, sino “en la habitación de su madre en Foxrock”, porque allí había sido donde en realidad había experimentado la “revelación” y había podido por fin comenzar a escribir “sobre las cosas que verdaderamente le afectaban”.



En realidad fue en la casa de la madre vieja y enferma donde más cerca podía estar de la verdad

Pensé que todo quedaba más claro con este cambio de escenario: desaparecía la iconografía romántica (tormenta, muelle, fuerzas naturales, tempestades interiores) y también el muelle de Killiney y llegábamos a un lugar más íntimamente suyo, la casa de la madre vieja y enferma, el espacio donde más cerca podía estar de la verdad y donde mejor podía convertir su mundo en una síntesis de los contrasentidos de la razón.



Así pues, la gran tormenta se perdió en el tiempo, pero pudo haber tenido lugar en 1946 en la casa de Foxrock, puede que fuera una tempestad interior y, al igual que al final de Molloy, no fuera en la medianoche ni lloviera. Y no debió de existir señal exterior que le hiciera hallar un camino en la escritura. ¿Pudo llegarle la revelación a través de su madre? Quién sabe, también pudo ser a través de un policía: “Usted se llama Molloy, dijo el comisario. Sí, dije, acabo de acordarme. ¿Y su mamá?, dijo el comisario. Yo no comprendía. ¿También se llama Molloy?, dijo el comisario. ¿Se llama Molloy?, dije yo. Sí, dijo el comisario. Yo reflexioné. Usted se llama Molloy, dijo el comisario. Sí, dije yo. ¿Y su mamá?, dijo el comisario, ¿también se llama Molloy? Yo reflexioné”.



Le viniera de donde le viniera, la revelación pudo llegarle desde la ribera de lo peor impeorable. Entonces, parodiando su estilo, deberíamos preguntarnos “qué revelación para qué cuando”. No estaba muy equivocado al decirse que había que restar y volcarse en lo oscuro, en la más negra niebla de las tinieblas.



Enrique Vila-Matas es escritor.

domingo, junio 14, 2015

Lágrimas de V.S.Naipaul, por BERNA GONZÁLEZ HARBOUR

Lágrimas de V.S.Naipaul | Babelia | EL PAÍS





Tantas personas nos habían alertado de todo lo que puede enfadar a Sir Vidia que acudimos a la cita con el respeto recorriéndonos la médula, por usar un eufemismo suave. Pero V.S.Naipaul, nacido en Trinidad en 1932, Nobel de Literatura en 2001, es mucho más que un enfent terrible de las letras universales: retrató el desarraigo con pluma poderosa; nos hizo reflexionar sobre el islam, la fe y el mundo; sembró dudas sobre Gandhi; y pintó con vigor las frustraciones de las vidas sin elección. Ha combinado ficción y no ficción con una arbitrariedad pasmosa y genial. Y ha alimentado la historia mundial de los mitos con una vida que Paul Theroux y Patrick French desmenuzaron en sendas biografías sin escatimar los agujeros oscuros que frecuentó: el maltrato a su primera mujer, su recurso a la prostitución, su amante, su ira.
Y además, sí, es cierto: se enfada con los periodistas cuando no conocen su obra, les examina sobre lo que preguntan y pone fin a las entrevistas cuando le da la gana.
Así que la cita en su piso del barrio de Chelsea, en Londres, en la primera entrevista que concede en un año y tras las repetidas advertencias de rigor sobre lo que se ve, pero no se toca (su vida privada, la crítica o la calificación de su obra como “literatura de viajes”, que le molesta especialmente) lo tenía todo para ser arriesgada.
Naipaul nos recibe ya sentado, o instalado, en una silla. Apenas tiene movilidad en las piernas, sus ojos permanecen semicerrados y su voluntad de contestar no parece haberse despertado aún. “Necesita calentar”, ayuda Nadira Khannum Alvi, su segunda esposa, con la que ha compartido los últimos 20 años. Pero no acaba nunca de calentar y es ella la que terminará volcando la devoción que le profesa en el empeño de que esto no descarrile. Le riñe cuando no contesta, le repite las preguntas en voz alta y rellena de halagos y anécdotas todos los vacíos que él deja.
¿Y él? Sorpresa: no solo no se enfada, o no lo expresa demasiado en su semblante distante y endurecido, sino que de cuando en cuando busca nuestra aprobación. Se emociona. Y hasta llora. De alguna manera, mientras transcurre la larga hora que dedica a Babelia en presencia de su mujer y de un agente, vamos tomando conciencia de que la entrevista se está convirtiendo en algo diferente: en testimonio de un momento de vejez y decaimiento; de la evaporación de la energía; del éxtasis y hasta de cierta rendición ante su mujer; del vigor y la impotencia de un genio en una etapa final.
Sir Vidia ya no escribe libros, pero sí “fragmentos”, le socorre de nuevo su esposa. No relee su obra, dice, pero le gusta que ella la relea en alto para él, y se enfada cuando se salta algo. Ama sus libros, cada una de sus palabras, de sus frases y de sus párrafos, que conoce al dedillo tras la lucha librada por cada coma en contra de su inseguridad. Al fin y al cabo lo ha dedicado todo a ellos. A costa de la bondad. Y de los demás.
- ¿Le preocupa la imagen que quedará de usted?
- No, en absoluto. -responde con rotundidad, esta vez por sí solo, a la pregunta final.
Pero empecemos por el principio.
La excusa para la entrevista es buena: se publica en España Una zona de oscuridad (Debate), un libro en el que volcó la experiencia iniciática de su primer viaje a la India, de donde sus abuelos habían salido décadas atrás rumbo a Trinidad. De niño había sido un extraño como miembro de la minoría india en esta colonia británica; de joven fue un extraño como indio estudiante en Inglaterra; y de adulto se encuentra de repente en un país desconocido para él en el que sin embargo es uno más. Y ese desarraigo es, reconoce, el motor de su literatura.
Aquel libro, además, le sirvió para cambiar de registro después de sus primeras novelas en un momento en que se creía agotado para la ficción. Y para retratar lo que veía ante un mundo que no quería verlo.
P. Usted describe una India de divisiones, ineficacia, insensibilidad, que le hace daño. ¿India le sigue doliendo todavía?
La gente me pregunta ahora por qué ya no describo los horrores en las calles, si todo eso ha desaparecido. Y yo contesto que no, pero no puedo estar escribiendo siempre lo mismo.
R. Sí. La gente me pregunta ahora por qué ya no describo los horrores en las calles, si todo eso ha desaparecido. Y yo contesto que no, pero no puedo estar escribiendo siempre lo mismo. Intento cambiar al tiempo que cambian mis sensaciones, pero sin olvidarme nunca de lo que he escrito antes. ¿Tiene sentido lo que digo?
P. Lo escribió en 1964. ¿Lo ha releído? ¿Relee usted sus libros antiguos?
R. No, la verdad es que no. Así de sencillo. ¿Cree que debería?
P. Algunos lo hacen. Philip Roth dejó de escribir y se dedicó tres años a releer sus treinta y tantos libros. ¿Ha pensado usted alguna vez en revisitar sus libros?
R. No. Tengo tan presente la experiencia de cuando los escribí que no lo necesito.
P. En el prefacio dice que este libro le ayudó a mirar más allá de la ficción. Había escrito ficción, tres o cuatro novelas, y con este libro dio el salto a la no ficción. ¿Puede decirme qué supuso para usted esta forma de saltar de la ficción a la no ficción?
R. ¿Qué era exactamente lo que decía? Esta cita que menciona, ¿dónde está?
P. En el prefacio. Y en Momentos literarios, donde habla de cuando escribió este libro.
R. No me acuerdo.
P. Decía usted: “Estaba exhausto después de Una casa para el Señor Biswas, estaba buscando alguna otra novela”. Y algún editor le propuso ir a India y escribir sobre la experiencia. Y dice usted: “Me ayudó a mirar más allá de la ficción, a saltar al ensayo...
R. Creo que ahí está dicho con mucha claridad. Acababa de terminar un libro muy largo de ficción, estaba agotado por el esfuerzo, quería hacer algo nuevo, algo que no fuera de ficción. Nada más. ¿Tiene sentido?
P. Claro, pero me gustaría que lo explicara un poco más.
R. No puedo explicarlo más. Es suficiente.
P. Usted ha escrito ficción y no ficción toda su vida. ¿Qué satisfacciones y qué dificultades le ha aportado cada género?
R. Es una pregunta muy seria, sobre mi forma de escribir, que ahora no podría contestar. No puedo responder con una frase sencilla. Hay cosas que son tan difíciles de explicar sobre la escritura, y que tampoco es fácil hablar sobre ellas... Pruebe con otra pregunta.
P. ¿Por qué ha preferido a veces escribir ficción y a veces no ficción?
R. Un motivo puede ser que estás cansado de una forma y tienes muchas ganas de probar otra. Y otro es que hay ciertas cosas que exigen determinada forma de contarlas. Cuando uno está viviendo esa experiencia, dice: “Esto lo escribiría de esta determinada forma”. Por ejemplo, como no ficción.
Una zona de oscuridad molestó y conmocionó en su tiempo por la crudeza con que describió una India de miseria e inconsciencia, y debe su título a la penumbra que nos rodea más allá de la débil luz que ilumina nuestra choza. Es pura India, pero es universal. Y su referente literario no puede estar más lejos de allí, y más cerca de aquí: El Lazarillo, que él leyó en esos años en español y tradujo para sí. “Lo adoro, me encanta su lenguaje. En 1555 había un español delicioso, una lengua maravillosa, y eso fue muy educativo para alguien como yo que estaba tratando de aprender a escribir. El lenguaje y el tono es maravilloso, extraordinario, tan lleno de ironías.”
P. Usted ahonda mucho en los personajes por dentro y también por fuera. Como el Lazarillo. ¿Qué le costó más?
R. Cuando escribo no hago compartimentos, todo sale de forma fluida ¿me explico?
P. Este libro, Una zona de oscuridad, y este primer viaje a la India, ¿qué representaron para usted?
R. Supongo que representó mucho, porque era la primera vez que escribía sobre una experiencia tan fuerte, el primer viaje a la India. Pero no puedo decir mucho más, yo creo que con esta explicación basta. A no ser que... veo que tiene usted cara de querer preguntar algo más al respecto.
Nadira. Bueno, fue un libro muy importante. Fuiste a India por primera vez, viste el país de cerca, escribiste sobre India y molestaste mucho a los indios, porque era una mirada desde fuera, porque tú eres indio y a la vez no lo eres. El libro despertó mucha indignación en India. Recuerda lo que decían: Cómo se atreve a venir aquí y hablar de la suciedad, cómo se atreve a escribir que la gente defeca en las vías del tren... Fue un libro muy importante para los escritores indios más jóvenes, Amitav Ghosh y gente así. Tú les enseñaste otra manera de mirar India, y después vinieron otros libros.
R. Todo eso es secundario respecto al acto de escribir. Cuando uno está escribiendo no piensa en el revuelo que va a causar. No pensé que iba a causarlo, porque me pareció que lo que estaba escribiendo era tan obvio que la gente lo iba a recibir como una descripción de lo que había, sin más. Pero ya ve, a veces las cosas ocurren así... A veces crees que no has hecho nada y descubres que has hecho algo.
V. S. Naipaul con su esposa, Nadira, en su piso de Chelsea. / GORKA LEJARCEGI
P. Usted dijo, por ejemplo, que Gandhi fracasó, 30 años después de su muerte. ¿Sigue pensando que fracasó?
R. Desde luego.
P. ¿Por qué?
R. Porque sus ideas y su mensaje son tan profundos, abarcan de tal forma todos los aspectos de la India que para poder decir que triunfó debería haber promovido un vuelco total del país. Y no lo hizo.
P. También se sintió decepcionado con la Inglaterra colonial. ¿Siente que Inglaterra ha aprendido a valorar sus excolonias?
R. No he dicho nada tan radical sobre Inglaterra. No me atrevería jamás a hacer grandes afirmaciones sobre países tan importantes, a decir que es un país que me ha decepcionado o algo así. No se puede hacer eso. Los países así son tan grandes y tan importantes, y dependemos tanto de ellos, que tenemos que aprender a aceptar todo lo que tienen.
P. Es cierto que usted no habla de Inglaterra, sino de “inglesidad”, de cómo chocó con India. Dice que no fue un buen encuentro el de las dos potencias. De modo que, en cierto sentido, sí critica la actitud de los ingleses. ¿Cree que esa actitud de Inglaterra hacia sus viejas colonias ha evolucionado, ha cambiado?
R. Tengo que pensarme mucho esta respuesta.
P. Usted decía literalmente: El imperio despreció a India al tiempo que la conquistaba. Fue una relación de desprecio, de indiferencia. Eso es lo que escribió. De modo que la pregunta es: ¿Ha aprendido Inglaterra a valorar a la gente de sus excolonias?
R. Creo que no, y no veo ningún motivo para que lo haga (ríen su esposa y él). Cuando empecé a escribir me dije que había una serie de palabras que nunca debía utilizar. Una era colonialismo. Otra imperialismo. Cuando leía no me gustaba encontrarme este tipo de palabras, no me gustaba que la gente las usara en lugar de expresar ideas propias. Una de ellas era “colonialismo”. Otra, “imperialismo”. Si usted repasa mis escritos, no las encontrará. Es cuestión de principios.Y sigue siendo así.
P. Hay una descripción que hace en el libro de sí mismo: en Trinidad era diferente, en Londres era diferente, pero entonces fue a India y allí era anónimo, porque era indio. Tengo la sensación de que ese sentimiento de desarraigo, de ser diferente, es el motor que impulsa este libro. ¿Es también el motor que ha impulsado toda su carrera?
R. Sí. Sin la menor duda. Nunca lo he pensado conscientemente, aún hoy no lo hago, pero creo que en el fondo siempre he tenido la impresión de que otra persona estaría haciendo otra cosa diferente.
P. ¿Cómo describiría su estilo? ¿Profundo, crudo, honesto? Son palabras que propongo, pero me gustaría que usted lo definiera.
R. Es imposible hacerlo. En cuanto uno empieza a analizar sus propios escritos como si fuera un crítico emprende un camino que lleva a la locura.
Su esposa se empieza a enfadar, le anima a explicarse: “Es cierto, sería una locura, pero tú siempre has dicho que tratas de acercarte lo más posible a la verdad y siempre me has descrito tu forma de escribir en esos términos. Lo más cerca posible de la verdad. Dices que hay que hacer el máximo esfuerzo para acercarse lo más posible a la verdad.Y que lo revisas una y otra vez porque nunca estás seguro”.
“Mi mujer lo explica mejor que yo”, se limita a decir él.
Nadira. Él está siempre inseguro de sí mismo. Con todo lo brillante que es, duda constantemente y es un perfeccionista. Cuando escribióSemillas mágicas, y cuando escribió Media vida, redactaba una frase y se quedaba ahí. Cuando escribe no habla ni escucha, y entonces yo leía esa frase en voz alta y él respondía “No está bien”. Yo le decía: “¡Es perfecta!” Y el insistía: “No, no está bien. No tiene mi ritmo”. Porque él tiene su propio ritmo, su propia música en la cabeza. Y luego, de pronto, se sentaba en la cama a las tres de la mañana, y corría al ordenador, y cambiaba una palabra, y entonces decía: “Ahora, sí”. Y ahí estaba, la frase perfecta. Es un perfeccionista. Examina las palabras sin cesar. Está obsesionado con la claridad: dice que, si un escritor es bueno, puede expresar las ideas más complejas de manera muy sencilla. Si eres incomprensible, estás perdiendo el lenguaje que tienes. Por eso no le gustan palabras como colonialismo, imperialismo, grandes palabras muy simples que nadie se atreve a cuestionar. El escritor debe buscar más a fondo para ser más claro.
P. Por eso he escogido esas palabras sobre su estilo: verdad, transparencia, honestidad...
Nadira. Y claridad.
P. Y claridad. Verdad.
Nadira. Lo más cerca posible de la verdad. Porque dice que la verdad absoluta no existe, que siempre está cambiando, pero hay que hacer el máximo esfuerzo para acercarse lo más posible a la verdad. Y todos los libros sobre India de los que hablábamos antes, él se ha pasado la vida volviendo a India, volviendo sobre el tema, volviendo a examinar el país desde diferentes puntos de vista. India, A Wounded Civilization (1977) es muy distinto de India, a Million Mutinies Now(1990). Tengo que decir, y espero que lo reproduzca, que, cuando escribió esos libros, en India causaron gran revuelo. India, a Wounded Civilization es un libro que han utilizado los dos partidos, y no solo en el aspecto político. Es un repaso a la historia de India. Ahora, los indios quieren que escriba otro libro, y él les ha dicho que no. Les ha dicho que les dio India, A Million Mutinies y que todo lo que aparecía ahí sigue siendo válido. No tiene nada nuevo que decir sobre ellos. No quiere escribir un nuevo libro solo por escribirlo. Y ahora los indios han crecido lo suficiente en el mundo y son lo bastante poderosos como para decirle: “Muchas gracias por habernos dado las herramientas para juzgarnos a nosotros mismos. Ahora podemos mirarnos en el espejo y vernos. Ya tenemos las herramientas”. Lo malo del mundo islámico es que no tienen las herramientas necesarias. Los libros que él escribió sobre ellos también son unos libros muy importantes, pero todavía no tienen las herramientas para juzgarse a sí mismos, no han desarrollado el pensamiento como en India..
P. Enseguida hablaré de los libros sobre el islam, pero antes querría tocar otro tema: Usted ha dicho que cada libro siempre debe constituir un avance, que siempre debe ser un paso hacia adelante. ¿Cree que lo ha conseguido con cada libro?
R. Sí, sí.
P. ¿Sigue escribiendo ahora?
R. No sé qué decir.
Nadira. Está escribiendo “Fragmentos”, pero no está seguro de acabarlo. Aunque, cuando llega el momento, dicta. Pero no es un texto coherente. Son... fragmentos.
P. Hablemos del islam, ha escrito sobre el radicalismo islámico. ¿Lo teme?
R. No tengo miedo porque en realidad son débiles y sería muy fácil acabar con ellos, destruirlos, si las grandes potencias se pusieran de acuerdo. Toda esa palabrería islamista tiene poca sustancia. Y lo digo porque se basa en muchas cosas que proceden del mundo árabe y que están tratando de incorporar a su propio pensamiento, hasta ahora sin éxito. ¿Es una buena respuesta?
P. ¿Y qué ha fallado en Occidente?
R. No creo que Occidente haya fallado. El fallo, la falta de pensamiento, la falta de ideas ha estado en el lado del islam.
P. ¿Pero en Occidente cree que hay ideas nuevas o también hay una crisis de ideas?
R. El mundo vive de las ideas, eso es parte de lo que nos entusiasma a personas como yo. Y no hay falta de ideas. No creo que en el islam den mucha importancia a las ideas.
P. Cuando usted empezó a viajar, tenía que ir en barco, tren, tardaba semanas, meses... Hoy, en cuestión de horas, estamos en otro continente. Es la globalización. ¿Cree que eso ha acercado las civilizaciones, o seguimos estando alejados?
R. Creo que no ha tenido ningún efecto. Sería fácil decir que ahora todos podemos viajar, tenemos magníficas vistas, imaginamos el mundo entero, pero la gente no cambia así como así.
P. ¿Sigue la literatura en el mundo? Antes le pregunté si creía que cada libro suyo ha sido un paso hacia adelante. ¿Cree que la literatura mundial ha avanzado? ¿Encuentra literatura interesante?
R. Creo que la gente no piensa en la literatura en esos términos.
P. ¿Pero encuentra usted literatura interesante, autores interesantes en el mundo hoy?
R. Es complicado. No puedo decir que en algunas culturas la literatura sea muy dinámica, porque no lo es. No se pueden sacar grandes conclusiones. Hay que ver las pequeñas cosas de las que escribe la gente.
P. En un momento dado, usted dijo que no veía literatura ni arte en India, por ejemplo, porque no existía una tradición. Pero también dijo “Llegará. El motor de la literatura estará aquí”. ¿Ha sido así? ¿Ha encontrado usted autores interesantes en India o en los países emergentes?
El reconocimiento es fundamental. Da validez a tu trabajo. El autor del ‘Lazarillo’ no lo tuvo, pero tiene la inmortalidad"
R. Es un tema demasiado amplio como para responder deprisa. Si dijera algo ahora, probablemente serían unas cuantas frases estúpidas y provocadoras, y no quiero hacer eso. La verdad es que no he encontrado a ninguno. La verdad es que esperan grandes desilusiones al hombre que empieza a leer la obra de algún autor que publica en India. Recuerdo que leí en 1951 The Unknown Indian (El indio desconocido), de Chaudhuri, y me deslumbró. Por desgracia, con los años, me ha ido deslumbrando cada vez menos. Estamos deseando, quizá demasiado, encontrar cualidades en determinados países. Creemos que están en posesión de la verdad, o que están más cerca de la verdad que nosotros, cuando probablemente no es así. Hoy, el libro de Chaudhuri me resulta insoportable.
Naipaul se niega a escoger entre sus libros. “Nunca haría algo así”. Y su mujer lo corrobora y cuenta: “Se sabe su obra tan bien que no se le puede engañar. A veces me pongo a leerle Señor Biswas, de pronto me canso y quiero llegar a la parte que me gusta y en cuanto empiezo a correr me dice: ‘Para, te estás saltando cosas’.
P. O sea que usted no relee sus libros, pero su mujer se los lee en voz alta.
Nadira. Y me dejo algunos trozos. Y él salta de inmediato y me dice: Para. Y cuando le pregunto: ¿Cómo lo sabes? Él responde ‘Conozco mi música. Sé cómo escribo”. "Tengo que decir que no lee mucho fuera de sus propios libros, porque quiere conservar su propio pulso y su propio ritmo. Recibe muchos libros de India, y yo leo fragmentos en voz alta, y él comenta: “Este chico sabe escribir, pero...” O “Este es bueno, pero vamos a ver si dura”. Me gusta mucho ver a todos esos indios como Amitav Ghosh y todos los demás que hoy dicen que Vidia es muy importante para ellos, que les enseñó otra forma de escribir, y por eso le están muy agradecidos. Están saliendo libros de India, Amit Chaudhury y toda esa gente. Él me pide que le lea cuatro líneas y con eso ya sabe si el autor es bueno o malo. Pero él no lee, porque causa interferencia en su proceso mental.
P. Pero esa es otra forma de releer sus libros.
R. Sí.
P. ¿Y le gustan, cuando se los lee?
Nadira. Le encantan. Le encanta su obra. No tiene usted ni idea de con qué cuidado y minuciosidad escribe, lo tortuoso que es el proceso. Y qué fantástico es. De verdad, no conozco a nadie que merezca tanto como él el Nobel. Porque es un proceso atormentado, le consume. David Campbell, el editor de Everyman, me dijo que debería escribir cómo es el proceso, porque, cuando está escribiendo, se le calienta tanto la cabeza que no se puede tocar. Se le calienta tanto como si fuera una bala. Y es implacable. No hace nada más que pensar y escribir. Es evidente que este es el trabajo al que ha dedicado su vida, y lo hace muy bien, pero eso no le deja tiempo para hacer ninguna otra cosa. Tienes que contarle lo que sueles decir, estará bien que se enteren tus lectores. Siempre dice que un hombre debería tener tres vidas. Una, para vivir, otra, para leer y experimentar, y otra para escribir. Siempre dice: “Mi vida es demasiado corta. Nunca he tenido tiempo de vivir, no he hecho nada más que escribir”. La gente debería tener tres vidas.
P. Y la suya siempre ha estado y está dedicada a la escritura.
R. Sí.
P. ¿Y se arrepiente de algo?
R. No, no me arrepiento de nada. He dedicado demasiado tiempo a escribir como para arrepentirme de ello.
Nadira. Pero tienes el concepto de dharma. Háblale del dharma. El dharma es la fuerza que le empuja.
Él acepta hacerlo, y se explica de una forma recogida.
R. Es una noción india. El hombre debe tener su dharma, su idea de qué debe hacer consigo mismo y con su vida. Yo encontré ecos de este concepto en ciertas partes de Proust, la reflexión sobre cómo pasa uno su tiempo, cómo hace las cosas.
Es entonces cuando las lágrimas nublan los ojos de Naipaul y ella le consuela. “No te preocupes, está bien”, dice con cariño. Y explica: “Él ha dedicado su vida entera a escribir. El dharma le ha impulsado. Eso es el dharma. Es casi como una religión”.
P. Usted escribió sobre su padre como escritor: “Mi padre nunca llegó a un punto de descanso desde el que revisar su pasado. Al final, tenía poco de lo que escribir”. ¿Cuándo sintió usted que había llegado a ese punto? Su padre nunca encontró ese momento desde el que examinar su pasado, pero usted sí, desde el principio. ¿Cuándo fue?
R. Qué difíciles son todas estas preguntas.
Nadira. Alguna vez me has dicho que a los 40 años. Me contó que entonces fue cuando sintió que era famoso y que conocía bien su obra.
P. ¿Cuándo sintió confianza en su trabajo? Porque he leído que, al principio, no tenía ninguna confianza, era muy inseguro.
Nadira. En realidad, todavía es inseguro ahora, cuando se pone a escribir los fragmentos. Dice que estar seguro de uno mismo es síntoma de estupidez. Sentirse inseguro es lo que le obliga a examinarte. Siempre se siente inseguro mientras escribe, pero luego es consciente de la calidad de su obra. Una vez terminada, está convencido de que es buena.
Es hora de ir terminando. El agente y su esposa le ayudan a trasladarse a un sofá donde posa dócilmente. Está cansado y cada vez deja más que sea su esposa quien se extienda en las respuestas mientras él la mira embelesado y obedece. Admite alguna pregunta final.
P. ¿El reconocimiento ha sido importante?
R. Fundamental. Te dice lo que has escrito, es una forma de documentar lo que has hecho. Da validez a tu trabajo.
P. El autor del Lazarillo no lo tuvo. ¿Lo ha pensado?
R. Sí, pero sí lo tiene, es inmortal. Mucha gente que ganó mucho dinero está muerta, pero él sigue vivo en toda la gente que le lee.
Es sin duda lo que siente que le pasará a él. Su mujer reconoce el “enfado” de Naipaul con Patrick French, a quien abrió sus archivos y que dibujó sus trapos sucios. “Nunca cotejó los datos”, cuenta.
Pero su liga es otra. La de la inmortalidad..

lunes, junio 01, 2015

Entrevista a César Vallejo, por Antonio Ruiz Vilaplana

Entrevista a César Vallejo



Por Antonio Ruiz Vilaplana

    “…No he de transigir nunca con usted en la
    excesiva importancia que usted da a la
    inteligencia en la vida. Mis votos son
    siempre por la sensibilidad"


En 1937, un Secretario Judicial de Burgos, Antonio Ruiz Vilaplana, cruza, huyendo del horror de la Guerra Civil Española, la frontera francesa. En ese mismo año escribe en París el libro Doy fe, una obra testimonial en la cual da cuenta de las atrocidades del franquismo. En ese mismo año, César Vallejo, el poeta más americano entre los grandes americanos, conoce el libro, uno de cuyos testimonios (el asesinato de Pedro Rojas) inspira el poema III de España, aparta de mí este cáliz.
A principios de 1938, Ruiz Vilaplana entrevista a Vallejo, quien le pone varias condiciones para concederle la entrevista, entre ellas la de que todas sus respuestas serán tomadas directamente de sus textos. Para recordar a Vallejo y a Vilaplana a la vez, aquí el poema III de España, aparta de mí este cáliz, y a continuación, la bella entrevista a Vallejo, tomada de https://burgospedia1.wordpress.com/2010/11/10/antonio-ruiz-vilaplana-escritor/


Solía escribir con su dedo grande en el aire...


Solía escribir con su dedo grande en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes.

Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a todos compañeros pronto!

Palo en el que han colgado su madero,
lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!

¡Viban los compañeros
a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro
y de Rojas, del héroe y del mártir!
Registrándole, muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo, para
el alma del mundo,
y en la chaqueta una cuchara muerta.

Pedro también solía comer
entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!

Lo han matado, obligándole a morir
a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquel
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.

Lo han matado suavemente
entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.

Pedro Rojas, así, después de muerto
se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».

Su cadáver estaba lleno de mundo.

Vallejo en París
Por Antonio Ruiz Vilaplana
El cargo que ocupo en la embajada republicana de París me permite tratar con todos los intelectuales antifascistas que siguen con enorme intensidad el desarrollo de la guerra. César Vallejo es uno de ellos. El más asiduo y ansioso. Para él la Guerra de España significa algo de muy difícil catalogación. No es sólo una contienda fratricida sino la lucha de lo mejor contra lo peor del género humano. Hace días quedamos en encontrarnos en Le Dome (“Mallarmé” le llama Vallejo) y sólo puso una condición para acceder a esta entrevista. Todas las preguntas las debería él de contestar usando sus escritos. Yo, por mi parte, debería preguntar sin traer preparado ningún cuestionario. “Dejándose llevar por la emoción del momento”, me había dicho. Mi educación desde que ingresé en el año 1928 por oposición en el Secretariado Judicial es ajena a improvisaciones. Pero Vallejo tiene tal capacidad de convicción y pone tanto amor en las cosas que una negativa por mi parte hubiera sido interpretada como un acto de descortesía. Y nada más alejado de mi ánimo que ofender lo más mínimo a Vallejo. Así que acepté sus presupuestos y he de confesar que conforme transcurría la conversación, cada vez con mayor alegría, ya que me ha permitido conocer unos textos que no sé bien si alguien más alcanzará a ver.
Sintomáticamente, sin saber muy porqué, le pregunto:
– ¿Qué es para usted la historia?
Vallejo busca en su voluminosa carpeta y sorbe un poco del café que ha pedido. Finalmente me lee:
– Hay gentes a quienes les interesan Roma, Atenas, Florencia, Toledo y otras ciudades antiguas, no por su pasado – que es lo estático e inmóvil-, sino por su actualidad – que es movimiento viviente e incesante. Para estas gentes, la obra del Greco, los mantos verdes y amarillos de sus apóstoles, su casa, su cocina, su vajilla, no interesan mayormente. ¡Qué les importa la catedral primada de Toledo, con sus cinco puertas, sus siete siglos, sus frescos claustrales, su coro de plata y su encantada capilla mozárabe! ¡Qué más les da la Posada de la Sangre, donde Cervantes escribiera La ilustre fregona! La historia en texto, en leyenda, en pintura, en arquitectura, en tradición, les deja a tales transeúntes en la más completa indiferencia.
Mientras el guía les explica en el puente de Alcántara, la fecha y las circunstancias de su construcción, he aquí que uno de los turistas se vuelve como escolar desaplicado y se queda viendo a un viejo toledano, que a la sazón entra, montado en un burro, a su casa. El viejo se apea trabajosamente, en mitad de su sala de recibo. ¡Ah! … bufa el viejo y empieza a llamar a voces al guardia de la esquina para que le ayude a desensillar el burro. Esto sucede en la calle que lleva por nombre “Travesía del Horno de los Bizcochos” o en aquella otra, un poco más ardua, que se llama “Bajada al corral de don Pedro”.
Tal vez para reflexionar, Vallejo pide un nuevo café acompañado en este caso de una copa de coñac. La mirada con la que observa al garçon resume sus sentimientos. Pareciera que quisiera bañarlo en un halo de ternura sin límite y de agravios dolorosos, como si le dijera que ahora mismo en el mundo los dos realizaban el mismo papel con distintas interpretaciones. Vallejo ahora le pedía el café y el coñac, y él se lo servía, para más tarde, ser Vallejo el camarero y él a quien sirviera. Continúo leyéndome:
Estas escenas son las que interesan a ciertas gentes: la actualidad histórica de Toledo y no su pasado. Quieren sumergirse en la actualidad viajera, que a la postre, es la refundación y cristalización de la historia pasada. Ese viejo, montado en su burro, resume en un bufido al Greco, la Catedral, el Alcázar, la Mezquita, la Fábrica de Armas. Es una escena viva y transitoria del momento, que sintetiza, como una flor, los hondos fragores y las faenas difuntas de Toledo.
Lo mismo puede afirmarse de todas las ciudades antiguas, ruinas y tesoros históricos del mundo. La historia no se narra ni se mira ni se escucha ni se toca. La historia se vive y se siente vivir.
Ansioso de demostrarle que no llevaba preparado ningún cuestionario, le pregunto:
– ¿Cuándo empieza todo?
– Todo empieza por el principio.
Anonadado, inquieto, intentando dejarle sin respiración:
– ¿Qué ama más de las plantas?
Pero es inútil:
– Yo amo a las plantas por su raíz y no por la flor.
Por los cristales de Le Dome un aire tibio nos rodea. Casi sin querer, olvidándome por un instante de la tragedia en la que España se encuentra digo: “Es bonita la vida”. Vallejo busca entre sus papeles y con una risa fraterna me mira y lee:
Si no ha de ser bonita, / que se lo coman todo.
– ¿Qué siente en este momento?
– Je m’aperçois bien qu’en ce moment on mange dans mon coeur.
– ¿Y…?
– Siento cómo crecen mis uñas. Siento cómo crecen mis barbas en sueño. Hace un frío teórico y práctico.
– ¿Cuál es la diferencia entre el arte y la naturaleza?
– La naturaleza crea la eternidad de la sustancia. El arte crea la eternidad de la forma.
Otea la mesa para añadir después:
Las artes (pintura, poesía, etc.) no son sólo éstas. Artes son también comer, beber, caminar: todo acto es un arte…
Me mira como buscando complicidad y con una sonrisa irónica me dice: Resbalón hacia el dadaísmo.
– ¿Qué es la amargura?
– Mi amargura cae en jueves.
– ¿Qué persigue ahora?
– Una nueva poética: transportar al poema la estética de Picasso, sin lógica, ni coherencia, ni razón. Como cuando Picasso pinta a un hombre y, por razones de armonía de líneas o colores, en vez de hacerle una nariz, hace en su lugar una caja o escalera o vaso o naranja.
Yo quiero – me sigue leyendo- que mi vida caiga por igual sobre todas y cada una de las cifras (44 kilos) de mi peso. Mi metro está midiendo dos metros; mi kilo pesa una tonelada. No es poeta el que hoy pasa insensible a la tragedia obrera. Paul Valéry, Maeterlinck, no son.
– ¿Cuál es la diferencia entre un hombre y un animal?
– Al animal se le guía o se le empuja. Al hombre se le acompaña paralelamente.
– ¿Qué es la revolución?
– Existen preguntas sin respuestas, que son el espíritu de la ciencia y el sentido común hecho inquietud. Existen respuestas sin preguntas, que son el espíritu del arte y la conciencia dialéctica de las cosas.
– ¿Realmente, cómo explica al ejército rojo?
Vallejo ahora mira hacia adentro. Revisa sus escritos una vez más y me lee, después de apurar el coñac que quedaba en su copa:
– Un hombre cuyo nivel de cultura -hablo de la cultura basada en la idea y la práctica de la justicia, que es la única cultura verdadera- un hombre, digo, cuyo nivel de cultura está por debajo del esfuerzo creador que supone la invención de un fusil, no tiene derecho a usarlo.
– ¿Qué ha producido la América de habla española?
– Cuanto de intelectual se ha producido en América con posteridad a la colonización española, inclusive la poesía de Gabriela Mistral, no ofrece más que un mediocre interés para Europa. Toda la producción hispanoamericana – salvo Rubén Dario, el cósmico- se diferencia poco o casi nada de la producción exclusivamente española.
La versión que hay que hacer es de obras rigurosamente indo-americanas y precolombinas. Es allí donde los europeos podrán encontrar algún interés intelectual, un interés, por cierto, mil veces más grande que el que puede ofrecer nuestro pensamiento hispanoamericano. El folklore de América, en las aztecas como en los incas, posee inesperadas luces de la revelación para la cultura europea. En artes plásticas, en medicina, en literatura, en ciencias sociales, en lingüística, en ciencias físicas y naturales, se puede verter inusitadas sugestiones, del todo distintas al espíritu europeo. En esas obras autóctonas sí tenemos personalidad y soberanía, y para traducirlas y hacerlas conocer no necesitamos de jefes morales ni patrones.
Introspectivamente observo a Vallejo y le pregunto por lo que en ocasiones él llama “literatura de puerta cerrada” y también de “pijama”.
– ¿Vallejo, quiere decirme qué significan estas expresiones?
– El literato a puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, el desastre cordial de la esperanza, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y direcciones contrarias de la realidad, nada de esto sucede personalmente al escritor de puerta cerrada. Producto típico de la sociedad burguesa, su existencia es una afloración histórica de intereses e injusticias sucesivas y heredadas, hacia una célula estéril y neutra de museo. Es una momia que pesa, pero no sostiene.
Frente a esta literatura de pijama, que como el aire confinado de las piezas cerradas tiende actualmente arriba, pero para evaporarse, también, como ese aire, muy pronto se agolpa ante los pulmones naturales del hombre, la inmesidad de la vida. Y mientras se puja para sacar un nuevo símbolo poético, el equipo francés de rugby vence, bajo el cielo y con el sudor del músculo, al equipo británico en Colombes. La vida ha de desquitarse por algún lado.
– ¿Qué sintió la primera vez que fue a España, allá, creo, por 1925?
– Al revés de lo ocurrido a Wilde -me lee, mientras yo picado por la curiosidad descubro que se trata de un trabajo titulado “Entre Francia y España”- la mañana en que iba a morir en París, a mí me ocurre amanecer en la ciudad, siempre rodeado de todo, del peine, de la pastilla de jabón, de todo; estoy en el mundo con el mundo, en mí mismo conmigo mismo; llamo e inviolablemente me contestan y se oye mi llamada; salgo a la calle y hay calle; me pongo a pensar y hay siempre pensamiento. Mas ahora no. Heme por fin libre de calles, de rieles, esquinas, telégrafos, torres, teatros, periódicos, escritores, hoteles, peine, jabón, de todo esto que, de una u otra manera, es camino; heme libre hasta de pensamiento. Sí -ah, mi querido Vicente Huidobro-, no he de transigir nunca con usted en la excesiva importancia que usted da a la inteligencia en la vida. Mis votos son siempre por la sensibilidad.
– Hace tan sólo unas semanas estuvo en España. Concretamente en Valencia. ¿Qué es ahora España?
Me mira con lluvia desde su mirada. España le sobrecoge el alma y casi me arrepiento de recordarle su tragedia en estos momentos tenues en los que ya anochecido existe en Montparnasse, curiosamente, una extraña calma. Sé bien que Vallejo en este momento ya no está en París. Con fluida dejadez me lee:
– Se ha hablado, sin duda, del “soldado desconocido”, del héroe anónimo de todas las guerras. El drama más hondo y agudo del soldado en 1914, la tragedia que concreta y resume todas las disyuntivas del destino, no es la que emanaba del dolor y del peligro del combate, sino el drama del beber, la tragedia de su inexorabilidad. En las horas críticas del peligro, ya no sabe el combatiente por qué lucha; un solo problema y una sola preocupación le obseden: cumplir con su deber, evitando, en lo posible, el dolor y la  muerte. Y es así que trata de encauzar su arrojo en el sentido de alcanzar el máximo de ofensiva con el mínimo de sacrificio. Táctica enseñada o resultante de resortes educativos remotos, ello es que ésta es la norma conducta de un soldado.
El heroísmo del soldado del pueblo español brota, por el contrario, de una impulsión espontánea, apasionada, directa del ser humano. Es un acto reflejo, medular, comparable al que él mismo ejecutaría, defendiendo, en circunstancias corrientes, su vida individual.
Los primeros meses, señaladamente, de la guerra española reflejaron este acento instintivo, palpitante de prístina pureza popular, que hiciera exclamar a Malraux: “En este instante, al menos, una revolución ha sido pura para siempre”.
Vallejo ha bebido de golpe su coñac. Y sin saber muy bien por qué, los dos sabemos que ahora nos vamos a sumergir en la tristeza. Las noticias de España que han llegado de mañana y que le comuniqué antes de nuestra conversación, no eran muy alentadoras. Le he comunicado la muerte en la guerra de Julio Gálvez, sobrino de su gran amigo Antenor Orrego, y que con él partiera desde el puerto de El Callao en aquel lejano año de 1923. La familia de ‘Negrín’ ya ha salido de España, así como la de otros dirigentes políticos. Los dos sentimos una profunda soledad.
Tomada de: https://burgospedia1.wordpress.com/2010/11/10/antonio-ruiz-vilaplana-escritor/
Publicado el 27 de marzo de 2015

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