jueves, noviembre 29, 2018

Los refugios de la memoria, de José Luis Cancho - Zenda

Los refugios de la memoria, de José Luis Cancho - Zenda



Los refugios de la memoria, de José Luis Cancho

Los refugios de la memoria, de José Luis Cancho
Una joya inesperada aparece en la nueva en la entrega de Las resistentes, la sección en la que el escritor Andrés Barba rescata para Zenda grandes libros de pequeñas editoriales. En esta ocasión escribe sobre Los refugios de la memoria, de José Luis Cancho, Premio de la crítica de Castilla y León en 2018. 
En estos tiempos de autoficción la coquetería ha adoptado formas nuevas e inesperadas, muchas veces sospechosas. Una de ellas, no la menos común, es la de defenestrarse a sí mismo con una especie de dejadez cool, hacer un retrato caído en lo circunstancial pero heroico en lo esencial, en el que el autorretratado casi nunca se responsabiliza directamente de la infelicidad de su vida ni de las vidas ajenas, y los vicios —si los hay— siempre son simpáticos y perdonables. En esos supuestos autorretratos “salvajes y sin concesiones”, por repetir la cursilería de solapa, que al final se convierten casi siempre en ajustes de cuentas, el retratado sale por la puerta grande, con un peinado —si bien algo venteado— por lo general más bien mono y con mucha pero que mucha dignidad. A diferencia del escritor de tradición protestante, que suele ser por lo general más pragmático, pero también más radical, el escritor de tradición católica puede patalear mucho, pero al final quiere salir bien en la foto y que no se cuestione su dichosa respetabilidad.
"Es una boutade decir que Cancho se mira sin concesiones"
Dicho esto, que es lo que opino del 90% de la escritura de autoficción que se publica hoy en día, de pronto abro un libro de un autor tan desconocido por mí como José Luis Cancho y me trago una por una todas mis palabras del párrafo anterior, maravillado y encantado de haber perdido la razón, con la alegría que supone siempre encontrar no solo solvencia literaria —que en este caso es sinónimo de concisión— sino también de haber conocido a un nuevo autor, un compañero de armas. “Animal mío, época mía —dice Cancho haciendo suyo el adagio Mandelstam—, ¿quién podrá mirarte a los ojos?” El libro de Cancho empieza con una imagen casi cinematográfica: el propio autor cayendo desde la ventana de un tercer piso de Valladolid el 18 de enero de 1974, después de haber sido torturado durante toda una tarde por cuatro miembros de la brigada político-social. Pero Los refugios de la memoriano son unas memorias políticas. Ni siquiera (y bien habría sido justificable en este caso) un ajuste de cuentas con sus verdugos, ni con su familia, ni con sus amantes. Las memorias de Cancho —que abarcan casi desde la infancia hasta la época actual y van recorriendo por igual los escenarios de la disidencia política durante la dictadura franquista, la cárcel, el exilio, el vagabundeo, la inadaptación para la vida práctica, las dificultades para las relaciones sentimentales, etc— son lo que Simone Weil llamaría un perfil de espíritu, y Broch una “autobiografía psíquica”. Es decir, el examen detenido, sagaz y honesto de alguien que, por mucho que lo intente, no puede dejar de ser un extraño para sí mismo. Es una boutade decir que Cancho se mira sin concesiones. Esa frase que casi siempre es una cursilería (aparte de una mentira) es aquí verdadera y emocionante, y no solo porque el autor sea capaz de decir sobre sí mismo cosas objetivamente difíciles de articular sin salir mal parado, sino también porque revela haber reflexionado con ecuanimidad, distancia y hasta desapasionamiento no solo sobre sí mismo sino sobre las personas que han formado parte de su vida. Cancho dice que quiere escribir como un muerto, y vaya si lo consigue.
"Cancho es toda una rareza en este panorama de verborreicos con pose"
Este libro tiene, en el fondo, dos modelos muy claros: Levé y Brainard, con dos libros aparentemente fuera del canon, pero en realidad de primera línea: Autorretrato en el primer caso y Me acuerdo en el segundo. A ratos me recuerda también al poderoso Zorn con su implacable Bajo el signo de Marte, y también a Bernhard, pero más por el carácter que por el estilo (que es en realidad su exacto opuesto). Cancho podría ser en última instancia como uno de esos personajes misteriosos de Bernhard, que comprimen en tres palabras la observación de tres años y se dan por bien pagados. O un callado personaje chejoviano que al final de la obra da con un hallazgo verbal que hace comprender una vida de otra persona. Toda una rareza en este panorama de verborreicos con pose. Ojalá esta pequeña joya encuentre el reconocimiento que se merece.
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Autor: José Luis Cancho. TítuloLos refugios de la memoriaEditorial: Papeles Mínimos. 

miércoles, noviembre 21, 2018

Byung-Chul Han: “Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”

Byung-Chul Han: “Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose” | Cultura | EL PAÍS





El filósofo Byung-Chul Han, ayer en Barcelona. 



Las Torres Gemelas, edificios iguales entre sí y que se reflejan mutuamente, un sistema cerrado en sí mismo, imponiendo lo igual y excluyendo lo distinto y que fueron objetivo de un atentado que abrió una brecha en el sistema global de lo igual. O la gente practicando binge watching (atracones de series), visualizando continuamente solo aquello que le gusta: de nuevo, proliferando lo igual, nunca lo distinto o el otro... Son dos de las potentes imágenes que utiliza el filósofo Byung-Chul Han (Seúl, 1959), uno de los más reconocidos diseccionadores de los males que aquejan a la sociedad hiperconsumista y neoliberal tras la caída del muro de Berlín. Libros como La sociedad del cansancioPsicopolítica o La expulsión de lo distinto (en España, publicados por Herder) compendian su tupido discurso intelectual, que desarrolla siempre en red: todo lo conecta, como hace con sus manos muy abiertas, de dedos largos que se juntan mientras cimbrea una corta coleta en la cabeza.
“En la orwelliana 1984 esa sociedad era consciente de que estaba siendo dominada; hoy no tenemos ni esa consciencia de dominación”, alertó ayer en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde el profesor formado y afincado en Alemania disertó sobre la expulsión de la diferencia. Y dio pie a conocer su particular cosmovisión, construida a partir de su tesis de que los individuos hoy se autoexplotan y sienten pavor hacia el otro, el diferente. Viviendo, así, en “el desierto, o el infierno, de lo igual”.
Autenticidad. Para Han, la gente se vende como auténtica porque “todos quieren ser distintos de los demás”, lo que fuerza a “producirse a uno mismo”. Y es imposible serlo hoy auténticamente porque “en esa voluntad de ser distinto prosigue lo igual”. Resultado: el sistema solo permite que se den “diferencias comercializables”.
Autoexplotación. Se ha pasado, en opinión del filósofo, “del deber de hacer” una cosa al “poder hacerla”. “Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, y si no se triunfa, es culpa suya. “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”. Y la consecuencia, peor: “Ya no hay contra quien dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión”. Es “la alienación de uno mismo”, que en lo físico se traduce en anorexias o en sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio.
‘Big data’.“Los macrodatos hacen superfluo el pensamiento porque si todo es numerable, todo es igual... Estamos en pleno dataísmo: el hombre ya no es soberano de sí mismo sino que es resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba; lo vemos en China con la concesión de visados según los datos que maneja el Estado o en la técnica del reconocimiento facial”. ¿La revuelta pasaría por dejar de compartir datos o de estar en las redes sociales? “No podemos negarnos a facilitarlos: una sierra también puede cortar cabezas... Hay que ajustar el sistema: el ebook está hecho para que yo lea, no para que me lea a mí a través de algoritmos... ¿O es que el algoritmo hará ahora al hombre? En EE UU hemos visto la influencia de Facebook en las elecciones... Necesitamos una carta digital que recupere la dignidad humana y pensar en una renta básica para las profesiones que devorarán las nuevas tecnologías”.
Comunicación. “Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos; estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación global y de los likes solo consiente a los que son más iguales a uno; ¡lo igual no duele!”.
Jardín. “Yo soy diferente; estoy envuelto de aparatos analógicos: tuve dos pianos de 400 kilos y durante tres años he cultivado un jardín secreto que me ha dado contacto con la realidad: colores, olores, sensaciones... Me ha permitido percatarme de la alteridad de la tierra: la tierra tenía peso, todo lo hacía con las manos; lo digital no pesa, no huele, no opone resistencia, pasas un dedo y ya está... Es la abolición de la realidad; mi próximo libro será ese: Elogio de la tierra. El jardín secreto.La tierra es más que dígitos y números.
Narcisismo. Sostiene Han que “ser observado hoy es un aspecto central de ser en el mundo”. El problema reside en que “el narcisista es ciego a la hora de ver al otro” y sin ese otro “uno no puede producir por sí mismo el sentimiento de autoestima”. El narcisismo habría llegado también a la que debería ser una panacea, el arte: “Ha degenerado en narcisismo, está al servicio del consumo, se pagan injustificadas burradas por él, es ya víctima del sistema; si fuera ajeno al mismo, sería una narrativa nueva, pero no lo es”.
Otros. Es la clave de sus reflexiones más recientes. “Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción; esa es la lógica actual; el capital necesita que todos seamos iguales, incluso los turistas; el neoliberalismo no funcionaría si las personas fuéramos distintas”. Por ello propone “regresar al animal original, que no consume ni comunica desaforadamente; no tengo soluciones concretas, pero puede que al final el sistema implosione por sí mismo... En cualquier caso, vivimos en una época de conformismo radical: la universidad tiene clientes y solo crea trabajadores, no forma espiritualmente; el mundo está al límite de su capacidad; quizá así llegue un cortocircuito y recuperemos ese animal original”.
Refugiados. Han es muy claro: con el actual sistema neoliberal “no se siente temor, miedo o asco por los refugiados sino que son vistos como carga, con resentimiento o envidia”; la prueba es que luego el mundo occidental va a veranear a sus países.
Tiempo.Es necesaria una revolución en el uso del tiempo, sostiene el filósofo, profesor en Berlín. “La aceleración actual disminuye la capacidad de permanecer: necesitamos un tiempo propio que el sistema productivo no nos deja; requerimos de un tiempo de fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando; el tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros”.

EL “MONSTRUO” DE LA UE Y LA “BODA” CATALUÑA-ESPAÑA

“Estamos en la Red, pero no escuchamos al otro, solo hacemos ruido”, dice Byung-Chul Han, que viaja lo justo y no hace turismo “para no participar del flujo de mercancías y personas”. También reclama una política nueva. Y la relaciona con Cataluña, tema cuya tensión rebaja bromeando:
“Si Puigdemont promete volver al animal original, me hago separatista”.
Y ya en lo político, lo enmarca en el contexto de la Unión Europea: “La UE no ha sido una unión de sentimientos sino comercial; es un monstruo burocrático fuera de toda lógica democrática; funciona a golpe de decretos...; en esta globalización abstracta se da un duelo entre el no lugar y la necesidad de ser de un lugar concreto; el especial está incómodo y genera desasosiego y estalla lo regional. Hegel decía que la verdad es la reconciliación entre lo general y lo particular y eso hoy es más difícil...”. Pero acude a su revolución temporal: “Las bodas forman parte de la recuperación del tiempo de fiesta: a ver si hay una entre Cataluña y España y se reconcilian”.

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