ponte en manos de mis ojos
deja que nos hilvane
la máquina de coser distancias
que son distancias tensas,
como si encofraran la otra cara de los habitantes
la enraizada urbanidad de la periferia
a merced de los horarios, esas alimañas incrustadas en lo que sobra de la prisa
monda la luz de tus ojos
como yo hago con las primeras ramas de las avenidas.
Y ya que pisamos las cáscaras de la mañana
escuchemos entre los escombros
las ranas de hierro
en extinción
ahí, donde se ahoga una vereda
donde el asfalto que vibra
es una hoja de afeitar
aún hay un río: su hedionda piel de animal lunático
sostiene
esa parte de las ventanas que tánto te emocionan
déjame por un momento tus manos
con los dedos de los ojos
palpa
la escombrera que guardamos
ésa hecha de hilos y finas láminas
de pura hierba inexplicable
porque sabemos que el origen es una estampa
no dejes en manos de las benditas ratas
este hilo de agua
con el que nos ata la luz del fondo.