gracias Señor por tan este increíble día
y por el verde espíritu saltarín de los árboles,
por este azul soñado como cielo; gracias por todo
lo natural, por todo lo infinito, por lo que dice sí
(estuve muerto y hoy estoy de nuevo vivo;
hoy es el cumpleaños del sol, el cumpleaños
de la vida, del amor y las alas, de la alegre
grande, cambiante, ilimitada tierra)
¿como podría viendo, escuchando, tocando
y respirando algún –levantado del no
de la nada absoluta- ser simplemente humano
dudar, oh inimaginable Vos?
(ahora los oídos de mis oídos oyen,
ahora los ojos de mis ojos ven)
un proyecto donde lo efimero es el soporte sabiendo que la muerte odia la eternidad del instante.
domingo, enero 25, 2009
e.e. cummings
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