sábado, marzo 17, 2012

El periodismo libre, en un texto inédito de Albert Camus

El periodismo libre, en un texto inédito de Albert Camus | Cultura | EL PAÍS
Portada de 'Le Monde' con la noticia sobre Camus
El 25 de noviembre de 1939, cuando Francia empezaba a gangrenarse por el miedo a la invasión alemana y sus élites políticas y periodísticas se disponían a entregarse sin pudor al III Reich, Albert Camus escribió un artículo para Le Soir républicaine, el periódico de una sola página a dos caras del que era codirector en Argel. En Francia regía la censura, y el texto no llegó a publicarse nunca. Lógico, porque en apenas tres folios el autor de El extranjero bordaba un alegato por la libertad de prensa. Al defender la utilidad del oficio de informar en tiempos de guerra, Camus sostuvo el derecho de cada ciudadano a elevarse sobre el colectivo para construir su propia libertad, y definió los cuatro mandamientos del periodismo libre: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación. Son, casualmente, los puntos cardinales que inspiraron su obra novelesca y filosófica.
El espléndido texto ha salido del agujero negro del tiempo gracias a una colaboradora de Le Monde, Macha Séry, que lo encontró en los Archivos Nacionales de Ultramar (Aix-en-Provence). El diario vespertino lo publicó este jueves en sus páginas culturales, y en el Salón del Libro de París todos hablaban del artículo y del último libro de Michel Onfray, El orden libertario, que traza una comparación entre Camus y Jean-Paul Sartre especialmente odiosa para el segundo.
“Es difícil evocar hoy la libertad de prensa sin ser tachado de extravagancia, acusado de ser Mata-Hari o siendo convencido de que eres sobrino de Stalin”. Así empieza el artículo, que enseguida sienta su tesis: la libertad de prensa “es solo una cara más de la libertad tout court”, y la “obstinación en defenderla” obedece a que, sin ella, “no habrá forma de ganar realmente la guerra”.
Camus aborda la injusticia de que los grandes medios nacionales pudieran publicar en aquellos meses artículos que en los diarios de ultramar eran sistemáticamente censurados. Y escribe: “El hecho de que un periódico dependa de la competencia o del humor de un hombre demuestra mejor que cualquier otra cosa el grado de inconsciencia al que hemos llegado”.
Con la sobria sagacidad del clásico, prosigue: “Uno de los buenos preceptos de una filosofía digna de ese nombre es el de jamás caer en lamentaciones inútiles ante un estado de cosas que no puede ser evitado. La cuestión en Francia no es hoy saber cómo preservar la libertad de prensa. Es la de buscar cómo, ante la supresión de esas libertades, un periodista puede mantenerse libre. El problema no concierne a la colectividad. Concierne al individuo”.
Los medios y condiciones para que un periodista independiente no pierda su libertad “ante la guerra y sus servidumbres” son cuatro: lucidez, rechazo, ironía y obstinación. La lucidez, porque “supone la resistencia a los mecanismos del odio de la ira y el culto a la fatalidad”. Según Camus, “un periodista, en 1939, no se desespera y lucha por lo que cree verdadero como si su acción pudiera influir en el curso de los acontecimientos. No publica nada que pueda excitar el odio o provocar desesperanza. Todo eso está en su poder”.
73 años después, el manifiesto de Camus sigue teniendo toda vigencia, humana y periodística
“Frente a la creciente marea de la estupidez, es necesario también oponer alguna desobediencia”, continúa Camus. “Todas las presiones del mundo no harán que un espíritu un poco limpio acepte ser deshonesto”, decía. Y luego: “Es fácil comprobar la autenticidad de una noticia. Y un periodista libre debe poner toda su atención en ello. Porque, si no puede decir todo lo que piensa, puede no decir lo que no piensa o lo que cree que es falso. Esta libertad negativa es, de lejos, la más importante de todas”, ya que permite “servir a la verdad en la medida humana de sus fuerzas”, o “al menos rechazar lo que ninguna fuerza le podría hacer aceptar: servir a la mentira”.
La tercera condición para ser libres es la ironía: “No vemos a Hitler, por poner un ejemplo entre otros posibles, utilizar la ironía socrática”, escribe Camus. “La ironía es un arma sin precedentes contra los demasiado poderosos. Completa a la rebeldía en el sentido de que permite no solo rechazar lo que es falso, sino decir a menudo lo que es cierto”.
Para cumplir lo anterior, la cuarta regla indispensable es “un mínimo de obstinación para superar los obstáculos que más desaniman”, a saber: “La constancia en la tontería, la abulia organizada, la estupidez agresiva”.
¿Y después de la guerra?, acaba preguntándose Camus. “Hará falta probar con un método del todo nuevo que sería la justicia y la generosidad. Pero esto solo se expresa en los corazones ya libres y los espíritus todavía clarividentes. Formar esos corazones y esas almas, o mejor despertarlos, será la tarea a la vez modesta y ambiciosa que tocará al hombre independiente. La historia tendrá o no en cuenta estos esfuerzos. Pero habrá que hacerlos”.
Albert Camus en 1953 / AFP
Quizá lo más fascinante del rescate es que, 73 años después, el manifiesto de Camus sigue teniendo toda vigencia, humana y periodística. Francia no está en guerra y no existe la censura, pero ahí está la actitud monárquica de sus gobernantes ante la prensa; la promiscuidad entre las clases política, empresarial y mediática, la uniformidad obediente y temerosa de tantos medios.
En noviembre de 1939, Camus decía que los “artículos más valientes se publican en Le Canard enchaîné. En marzo de 2012 sigue siendo verdad. Como todo lo demás.

viernes, marzo 16, 2012

“Flexibilizar la ley facilitaría el desarme de ETA”

“Flexibilizar la ley facilitaría el desarme de ETA” | Chizy Media

“Flexibilizar la ley facilitaría el desarme de ETA”

Joseba Segura, sacerdote experto en pacificación, cree que ETA no retomará la violencia

Luis R. Aizpeolea Madrid 12 MAR 2012 - 20:14 CET73

El sacerdote Joseba Segura.
Joseba Segura (Zeanuri, Vizcaya, 1958) es un sacerdote dependiente del Obispado de Bilbao, experto en pacificación. Como número dos de los obispos Juan María Uriarte y Ricardo Blázquez fue el encargado de la Iglesia vasca de las relaciones con los partidos, especialmente de la izquierda abertzale. Participó como mediador en el diálogo entre el Gobierno y ETA en la tregua de 1998-99. Es, además, delegado episcopal de pastoral social; máster en Economía por la Universidad de Boston y profesor en la de Deusto. Ahora está en Quito (Ecuador) en labor pastoral.
Pregunta. ¿Estamos en el cese definitivo de ETA?
Respuesta. Existe un amplio consenso de que así es. ETA no puede retomar la violencia sin destruirse completamente.
P. ¿A qué lo atribuye?
R. En la última década, ETA ha estado bien controlada por los servicios de información. Su funcionamiento era cada vez más complicado; las detenciones de sus líderes, más frecuentes. Finalmente ha reconocido lo inevitable: era necesario desistir porque no podía forzar al Estado a ninguna concesión política. Lo extraño ha sido que necesitara tanto tiempo para aceptar lo evidente: muchos sectores del Estado estaban muy cómodos con una ETA controlada y descabezada a voluntad y una opción nacionalista radical impotente.
P. ¿Qué papel otorga en ese final al proceso de diálogo de 2006 y a su ruptura?
R. Fue un esfuerzo serio de terminar con la violencia. Su fracaso reveló que ETA no estaba madura para un acuerdo sin un claro rédito político. El problema de ETA en todos los procesos de negociación ha sido la inestabilidad de su liderazgo. En contraste con el IRA, cuyos líderes llevaban canas, los de ETA han sido con frecuencia jóvenes, detenidos cada vez en ciclos más cortos. En todo caso, la izquierda abertzale aprendió la lección y decidió, tras el fracaso de 2006, liberarse del yugo de ETA. Solo por eso, el proceso de 2006 fue muy importante.
“El Estado estaba muy cómodo con una ETA controlada y descabezada”
P. ¿No hay riesgo de escisión? El IRA la tuvo.
R. La escisión del IRA no tuvo mucho recorrido. En el caso de ETA, no se puede descartar que alguien cometa algún acto violento enarbolando esa bandera. Pero sería un fenómeno marginal que la izquierda abertzale deslegitimaría contundentemente. Ese grupo no tendría nada que ver con la ETA conocida.
P. Tras el cese definitivo de ETA, ¿por dónde empezar para consolidar su final?
R. Lo más importante ya ha sucedido, el compromiso de no recurrir nunca más a la lucha armada. Y el argumento esencial para consolidar ese escenario ya está: el éxito de la marca electoral de la nueva izquierda abertzale coligada. La primera interesada en que ETA mantenga su decisión es la izquierda abertzale. Ahora bien, si lo que quiere es que ETA entregue las armas pronto y se disuelva en un plazo relativamente corto, hay cosas razonables que se pueden hacer y que confiemos en que se hagan poco a poco.
P. Pues el Gobierno dice que no habrá medidas, como un acercamiento de presos, mientras ETA no se disuelva.
R. La lógica del Gobierno parece clara: ETA no puede volverse atrás de su decisión, y si lo hace será con altísimos costos; nuestra ala dura va a combatir el mínimo gesto de flexibilización en política penitenciaria; en este panorama, lo más conveniente es afirmar en nuestro discurso público algo aceptable para una mayoría de los españoles: no vamos a hacer nada hasta que ETA se disuelva. El problema es que esta estrategia puede retrasar considerablemente justo lo que se pretende conseguir: la disolución de ETA.
P. ETA dice que no se disolverá hasta que el Gobierno dé garantías sobre sus presos.
R. Confío en que, más allá de las posiciones públicas, exista margen para el diálogo y el consenso. ETA no va a disolverse sin aclarar el futuro de sus presos. Podrían explorarse fórmulas que permitan avanzar, empezando por lo más fácil —los presos enfermos—, a lo más complejo, cambios legislativos.
“No decidirán su disolución hasta aclarar el futuro de los presos”
P. ¿Cree que se va a intentar?
R. Seguro que en este mismo momento personas con responsabilidad directa en alguna parte implicada están pensando en este tema, intentando definir propuesta factibles. No hay razón para pensar que el Gobierno se cierre a explorar este campo. Merece un voto de confianza.
P. ¿No teme que el Gobierno se pliegue a presiones de algunas víctimas y sectores mediáticos?
R. Es posible que, al final, el Gobierno decida que no va a modificar nada su política penitenciaria, dejando la responsabilidad a ETA. Esta es la posición pública. La cuestión es si ese va a ser también el guión rígido que marque las interlocuciones que se puedan producir en los próximos meses. Lo que hemos visto en el arranque de la legislatura no permite sacar esa conclusión.
P. ¿Qué le parece la vía Nanclares?
R. Llega a un pequeño numero de presos. El grueso del colectivo, más de 500 en España, tiene fuertes resistencias para acogerse a esa vía. Por eso me parece importante explorar fórmulas que, con este colectivo en mente, puedan facilitar la disolución de ETA.
P. ¿Cambiar la ley penitenciaria o aplicarla flexiblemente?
R. Una aplicación flexible facilitaría avanzar hacia el desarme. En una segunda fase, la derogación de la legislación excepcional contra el terrorismo, una vez entregadas las armas, ayudaría a la disolución de ETA. Este guión ha funcionado en el fin de otras organizaciones armadas. No sé si se aplicará aquí porque está extendida la idea de que el Gobierno no tiene responsabilidad en la disolución de ETA, de modo que si vuelve a la violencia, pues que vuelva. Pero ETA tiene responsabilidad con sus 700 presos.
P. ¿Existe el riesgo de una marcha atrás por parte de ETA si el Gobierno no adopta medidas favorables a los presos?
R. No lo creo. Tras la declaración del 20 de octubre, el margen de ETA para volver a la violencia es cero. Esto es así, haga lo que haga el Gobierno.
P. La izquierda abertzale ha reconocido el daño causado por la violencia. ¿Es suficiente?
R. Hace tan solo seis meses, nadie lo hubiera creído posible. Muchas de las cosas que están pasando van en la buena dirección y con mucha rapidez. Para muchos no es suficiente. Pero necesitamos tiempo para asumir con perspectiva lo que ha pasado y las responsabilidades de cada uno. No solo ETA y Batasuna sino también amplios sectores de la sociedad vasca.
“La ‘vía Nanclares’ llega solo a un pequeño número de presos”
P. ¿Es condición necesaria que ETA reconozca el daño causado “injustamente” para la reinserción de sus presos?
R. No creo que acepte nunca que su existencia ha sido, en sí misma, una grave injusticia sin explicación de ningún tipo. Exigir esto es poner una condición imposible de cumplir y que puede servir para cargar de razones a los que creen que es mejor no hacer nada.
P. ¿No le parece que el daño reconocido por la izquierda abertzale a las víctimas de ETA es de conveniencia política?
R. No lo creo porque se hace cuando la legalización de una marca electoral exitosa no parece reversible y su apoyo electoral no parece depender de ese reconocimiento. Creo que se ha hecho como contribución al nuevo tiempo y en respuesta a una amplia petición social.
P. Se habla mucho del relato. ¿Puede haber uno común?
R. A muchos votantes de la izquierda abertzale no les costaría aceptar que la persistencia de la lucha armada después de la Transición no puede justificarse ética ni políticamente. Pero no será posible el consenso en relación con el origen de ETA en el contexto del franquismo. Ahora es frecuente oír condenas de los “50 años de ETA”. Pero en 1973 muchos españoles celebraron el asesinato de Carrero.
P. ¿Debe de haber vencedores y vencidos?
R. A quienes insisten en ello les animaría a ver la realidad: el éxito electoral de la izquierda abertzale y sus perspectivas.
P. ¿Esperaba el gran resultado de la izquierda abertzale?
R. Sí, y se explica en el efecto rebote de un voto reprimido por las ilegalizaciones; al malestar por el “inmovilismo” del Gobierno; a la capacidad de la izquierda abertzale para captar voto juvenil antisistema, importante en momentos de crisis, y a la ilusión que ha generado la coalición de varios partidos.
“Quienes hablan de vencedores y vencidos, que miren la realidad”
P. Mucha gente cree injusto que un partido que apoyó a ETA sea tan reconocido en las urnas.
R. En la vida suceden muchas cosas injustas. Esta puede ser una. Pero quien conozca la complejidad de la sociedad vasca sabía que esto podía suceder cuando ETA cerrara la persiana.
P. ¿Es posible la reconciliación sin un relato compartido?
R. El tiempo y la comunicación directa entre los que hace unos meses ni se hablaban, serenará posturas e irá forjando una convivencia serena y respetuosa. No tengo dudas. No hay más que ver la sorprendente rapidez con la que, a nivel local, se producen acuerdos entre los que hace aún muy poco tiempo se negaban el pan y la sal.
P. ¿Qué papel debe tener la Iglesia en la reconciliación?
R. Debe utilizar su influencia para que la lectura de lo sucedido restaure la dignidad de las víctimas y que superando el deseo de imponer por la fuerza una visión de la identidad vasca, las diferencias se diriman en el respeto de la opinión ajena.

jueves, marzo 01, 2012

DÍGITOS & MASCOTAS, de Ignacio Castro

DÍGITOS & MASCOTAS




Números y animalitos, qué gran tema para una tesis doctoral si la
Universidad no estuviera tan ocupada. ¿Ocupada en qué?: tras mil miserias
burocráticas, ocupada en la ocupación, después volvemos sobre ello. Mientras
tanto, las cifras se ponen al servicio de lo doméstico, del útero
parroquial. Las mascotas encarnan el ideal que querríamos para los humanos:
pequeñas víctimas mudas que son protegidas, seres obedientes que tienen vida
propia y a la vez duplican nuestras manías. Y no lo olvidemos, para jóvenes
y mayores, se trata de juguetes de sangre caliente que hacen compañía. Las
mascotas llenan con un simulacro de vida la desolación en que ha quedado un
hogar vaciado por el cálculo, por la seguridad que la invasión de cifras
representa. Preferimos limpiar los excrementos de un perrito que
arriesgarnos a una relación humana que ponga en duda nuestra sacrosanta
estabilidad. Perros y gatos prolongan nuestro narcisismo en algo que es
nuestro, pero a la vez es una especie de otro que hace compañía y requiere
atenciones. Veterinario, alimentación, peluquería, parque: los animales
domésticos, es sabido, fomentan el consumo y la relación social casi tanto
como los niños. Pero ocurre que la mitad del prójimo, infancia incluida, ya
es sospechosa. De manera que la dulce mamá que adora a su perrito es capaz
de pasarse horas ante el televisor viendo cómo, a bajo coste, seres humanos
se despellejan en vivo. ¿Se exagera entonces cuando se dice que el culto a
los animales ha crecido en paralelo a la bestialización de los humanos? Una
animalización, por descontado, informatizada y perfectamente democrática.



1

Somos, pues, las mascotas de la crisis como última forma mundial de
gobierno. Para confirmarlo está la conectividad total de la nanotecnología,
esas otras mascotas de sangre fría que nos prolongan y hacen confortable el
aislamiento. En ellas, con una fatalidad difícilmente evitable (el medio
infinito es el mensaje), el uso empuja al abuso. Es conocido el caso de
adolescentes que van al campo y al cabo de veinte minutos están conectados
con su BlackBerry o su iPhone con otros compañeros que también están en el
campo. La tarifa plana de What’s app dice algo de la nulidad de la
comunicación, esa planicie fluida de una cháchara que logra poblaciones
obedientes, desahogadas antes de pasar a ninguna acción. Además, igual que
el dinero llama al dinero, un chat lleva a otro. La comunicación siempre
está encendida, nunca “comunica”. Y como te pasas el día comunicando las
idioteces que antes se reservaban para la viveza de la conversación, cuando
al fin la joven se encuentra con otra no tiene literalmente nada que
decirle. Así que vuelve a conectarse con otros, ignorándose todos en la
misma mesa.



2

Se consigue de este modo que el ser humano no esté literalmente en ningún
sitio, no se comprometa con ninguna situación, pues todas son infinitamente
moduladas, fragmentadas. De ahí la violencia de baja intensidad que se
respira en un aula media, pues todo el mundo está a su bola mientras el
profesor habla mirando al infinito. Seguridad low cost es lo que promete la
tecnología que por todas partes se nos sirve. En definitiva, una seguridad
envenenada, pues te preserva (como la industria de conservas) al precio de
aislarte. Quizás la máquina antigua no prometía ninguna salvación
espiritual. Los dispositivos animados con inteligencia artificial nos
tientan sin embargo con una delegación que afecta al alma misma. Lo grave no
es que los idiomas (también el inglés) se destrocen con una simplificación
donde la rapidez oculta la nadería, sino que se corroe el mismo pensamiento,
que sólo puede alimentarse del “estrés” del exterior, de una presencia real
que ahora se difumina en una atención flotante. El pensamiento y la memoria,
pues los chicos de 14 años no recuerdan su pregunta dos minutos después de
haber levantado la mano en un debate.



3

¿La realidad virtual nos libra de la prisión que es para nosotros lo real?
Sí, pero también en esto, dentro y fuera de clase, hay clases: de ello se
encargan las marcas, de ropa y de móviles. Enseguida presiona la rivalidad,
el nuevo clasismo “cuerpo a cuerpo” que generan las tecnologías de moda y su
fama. Nadie puede quedarse atrás en esta carrera, tanto en la clase como en
la empresa, bajo el riesgo de no estar al día, de ser un rancio o quedarse
anticuado. No comunicar, no ligar, no ser popular es el precio del retraso.
La rapidez divertida de la comunicación, su fluidez transparente convierte
en inevitablemente aburrido y opaco al hombre de carne y hueso (no digamos
ya los textos clásicos). ¿Se ha inventado la tecnología para que podamos
despreciar correctamente al prójimo, para que nuestro racismo sea jovial?
También para incentivar el maltrato hacia lo lento, lo complejo, lo oscuro o
raro. Otro tema para una tesis doctoral: la relación entre las nuevas
tecnologías digitales y el maltrato in situ.



4

En jóvenes y mayores, se trata de librarnos del silencio, de no mantener
ninguna relación con la vida por debajo de la circulación social y su canon
informativo. ¿No es extraño, en medio de esta voracidad depredadora de los
mercados, que un servicio sea gratis? ¿Por qué un monopolio iba a amarnos?
Tarifa plana, pantallas planas, luces que parpadean entre humanos
inescrutables. No es sólo que la publicidad se cuele en el medio, sino que
resulta políticamente crucial que la gente, sobre todo la juventud, esté
enredada y sedada con la “libertad de expresión”. Cuanto más libre la
expresión, más vacío el pensamiento, que siempre se ha alimentado de las
resistencias externas. Cuanto más aberrante sea la expresión, más tardará en
aparecer la acción. De hecho, en Facebook le llamamos “actividades” a un
simple narrar tu pasividad, tu interpasiva dependencia del medio.
Prostitución de baja densidad.



5

Otra cosa más, no menos divertida. La tecnología se ha convertido en parte
del culto a las reglas, a la normativa. Será posible la piratería, pero
antes tienes que aprender a manejar un programa, echar horas, tener
paciencia para manejarte en la maraña de contraseñas, hacking y nuevas
aplicaciones. ¿El saber no ocupa lugar, un saber no desaloja a otro?
Entonces, ¿por qué los jóvenes enganchados a las redes tienen ese aire
ausente en la cercanía? (¿Si el saber no ocupa lugar por qué Bolonia barema
las horas de trabajo doméstico?). Tienes que avanzar a través de claves,
pestañas, opciones, portales, sitios, carpetas, ventanas: curiosamente,
todos ellos nombres venerables. No hace falta ser muy mal pensado para
suponer que la informática está endeudada a una libertad combinatoria,
entendida como una elección condicionada a un panel de opciones que se nos
sirve. De ser así, la informática no facilita el ejercicio de una libertad
que consista en crear una posibilidad no existente, ni que resulte de una
mera mezcla de lo anterior. De hecho, por estar vinculada a la idolatría de
lo social y normativo, con la tecnología (igual que con la norma) siempre
nos sentimos en falta, por detrás de su última renovación.



6

Al mismo tiempo, hay que decirlo, comparada con la memoria, con la
imaginación o el pensamiento, la tecnología es siempre engorrosamente lenta,
confusa, equívoca, precaria. Cambia óntico por optico, Benjamin por
Benjamín, Lutero por Lucero, Snyder por Zinder. Ya lo decía Kasparov: la
máquina es idiota, está llena de silicio, circuitos y multinúcleos.
Parodiando a Apollinaire se podía decir: ¡Tan lenta la tecnología, tan
violento el deseo! Sólo nos queda el sentido del humor, también analógico,
para que esa diferencia no nos amargue, no nos convierta en fanáticos.
Entonces, ¿se podría decir que la “rapidez” de la tecnología está ahí para
habituarnos a la fatalidad de lo complejo, a la lentitud en lo real? Sí, la
rapidez de las conexiones es la cara externa de la inmovilidad de las vidas.
No olvidemos además que la informática, como oferta de consumo, nació para
reintegrar la dispersión urbana posterior a los años sesenta. Conectar la
dispersión analógica, una soltería masiva. Los tiempos actuales no vienen
del bíblico “Dispersaos y poblad la tierra”, sino del laico y puritano:
Dispersaos, abandonad el prójimo y la tierra.



7

De cualquier modo, delegar en la lejanía es delegar en el poder esotérico
que la gobierna. Todo lo que sea hoy apostar anímicamente por lo virtual
significa mañana ceder a la balcanización real del mundo. Aislamiento y
conexión: éste es el mandato. Ya Heidegger comentaba que si el emblema
“América” triunfa es porque captura lo europeo por dentro, en esta
dialéctica de muda separación existencial y espectáculo social externo.
Estamos pues en el reino de la represión multicolor, detenidos por una
multiplicidad a la carta. Somos tan libres que no podemos elegir nada ni
comprometernos con nadie. Es la ventaja política de la tabla de surf frente
a los antiguos, aburridos y paternales muros. De paso que cabalgas tu ola
alimentas la espuma que nos mantiene a flote, pegados unos contra otros para
que a nadie le toque el frío. Como dicen unos pensadores del país vecino,
esta sociedad está cohesionada por una miríada de átomos que huyen de su
soledad existencial. Personalización de masa. Es como una gigantesca central
térmica alimentada por un mar de lágrimas siempre a punto de desbordarse.



8

Después de la división del trabajo, la división del ocio. Lo grave no es que
la profesión, el estudio, el lenguaje o la decisión resulten seriamente
dañados por esta nueva secta masiva. Por el contrario, la primera víctima es
el “tiempo libre”, el ocio que es la madre de todos los “vicios”; sobre
todo, del vicio de vivir. Es el propio “tiempo muerto” que está en el centro
de la vida, el que permite una distancia con el mandato social de
actualidad, el que resulta violado si uno se hace tecno-dependiente. Entre
ocupación y ocupación el tiempo también debe estar ocupado. Esta es la gran
oferta del entretenimiento, que no haya silencio: no vayamos a escuchar
voces. En suma, de la experiencia intransferible de los límites no debe
brotar ninguna decisión que pueda subvertirnos. Por eso todos los símbolos
de la parada, del amor a la mirada, están bajo sospecha y los ciudadanos
deben parecer tener una vida tan fluida como la comunicación. Mañana,
además, pueden ser famosos. La fama, la popularidad es el modo ideal de
aislamiento. Moverse, emitir, conectar, interactuar todo el día es la gran
solución para no recibir nada, para que nada entre en nosotros. La
interactividad es la mejor protección. Nos libra de sufrir nuestra patética
pasividad, de las preguntas que brotarían de nuestras zonas de sombra. Es
una oferta endiablada, pues sin sombra el individuo no es nada. Sin un
diálogo con su miedo el hombre no es nada, un esclavo rendido, apenas una
cifra entre cifras.



9

De ahí que la expansión inteligente de las pantallas vaya emparejada con un
misterioso enmudecimiento del prójimo. Pantallas táctiles para humanos
toscamente analógicos. ¿Analógicos de qué, si cualquier escena primitiva se
ha hecho borrosa y es difícilmente recuperable? Analógicos de su identidad
reconocible. La manida “infantilización” de la sociedad es un truco genial
de los adultos. Peor aún, de la senilidad estructural que nos rodea, ya que
con tal infantilización la sociedad consigue una huida generalizada del
principio de realidad. La malla tecnológica, sobre todo, consigue entretener
indefinidamente a los más jóvenes, de donde podía venir un cambio. Al
individuo, joven o no, se le regala una infinita libertad de expresión para
que se agote con bobadas y, llegado el caso, acepte sin más el “trágala”
existencial, laboral y vital que le espera. Es una forma masiva de crear
mascotas del sistema. Las múltiples redes representan una especie de
onanismo obligatorio, una descarga instantánea de presión que nos permite
ser buenos empleados del dios de la época, la sociedad. Ni siquiera
trabajamos para la Reina de Inglaterra o Mr. Zuckerberg, que ya sería algo,
sino para el cuerpo acéfalo de la sociedad que promete clonarnos. De paso
que compartimos toda clase de procacidades, y una crisis espectacular,
alimentamos la máquina que nos mantiene artificialmente con vida. Nuestra
histeria antivitalista toma entonces este aspecto überfashion, muscular,
radiante.



10

Es una mentira política, que algunos activistas se han tragado, decir que
fenómenos como el 15M ha surgido gracias a las redes. Han surgido gracias a
la tecnología punta de la decisión, la que brota de una situación, a veces
rayana en lo intolerable. Sin lo intolerable-real, la condición mortal, no
somos nada. Gracias a que algunos, desafiando la burbuja digital que nos
enreda, se atrevieron a volver a la ley de la gravedad, a tomar la decisión
(infinitamente sofisticada) de ser fieles a la presencia real y capturar una
sola idea en su engañosa complejidad, es posible que de vez en cuando ocurra
algo. En una relación analógica con el deseo real estriba la violencia de
todo lo que consigue romper el cerco de la publicidad, sea una escritora o
un movimiento político. Es necesario usar siempre los instrumentos
disponibles, una tecnología punta que cada época sirve al hombre. Pero los
medios tecnológicos, tanto en Unamuno como en Malcolm X, tanto en Moore como
en Teresa de Calcuta, representan sólo el conjunto de condiciones limitantes
que hay que asaltar y atravesar para crear algo nuevo. Algo que es real
porque aparece por fuera, afuera de los confortables interiores que nos
fabricamos. La “aldea global” es más aldea que otra cosa. La globalidad es
el nombre que hoy le damos al retiro, a un enclaustramiento doméstico que
siempre ha sido inducido por el poder reinante. A su manera, ya lo decía
Franco: “Hagan como yo, no se metan en política”.



11

¿Es necesario volver a la clandestinidad? Sí, aceptar lo espectral como
nuestro fondo analógico. Pero no necesariamente al modo clásico, que nos
permite ser localizados fácilmente como nostálgicos o reactivos.
Necesitamos, creo, una clandestinidad integrada en este imperativo de
transparencia que nos rodea. Desde ese agujero negro, necesitamos simular la
simulación. Ésta es una primera tarea existencial y política. Como comentaba
un autor tristemente célebre, nunca ha sido más fácil liberarse, escapar de
esta prisión de paredes traslúcidas. Basta con dejar de comunicar,
interrumpir todos los canales de comunicación y escuchar el rumor de lo que
late en medio, en el aura de la cercanía. Esto es compatible, o casi, con
parecer “normales”. Tenemos dos manos, dos hemisferios cerebrales: ¿por qué
no usarlos? Ni siquiera es necesario que uno sepa exactamente qué esta
haciendo el otro. La mano que mece la tecnología social está garantizada. Lo
que a veces parece en vías de extinción es lo otro, una buena relación con
el diablo de lo que la opinión pública llama atraso.





Ignacio Castro Rey. Madrid, 25 de febrero de 2012

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