Joseph Conrad llego en mision comercial
y pidio té portugues
y luego busco un banco para su dinero
y mas tarde una hamaca
desde donde ver el puerto.
Mandó una postal:
"Ah, si vinierais no me encontrariais.
Ya soy parte de esta isla,
mi piel no es mi piel,
mi cerebro va en un jahazi
y no sabe adonde"
Luego, en un mes, regresara
en uno de esos barcos
de bandera falsa
y rostros hostiles.
Aficionado a la historia,
no pudo vivir sin su pasado.
Pero ahora descansa.
El té portugues aplaca
su sed con su gusto amargo.
Le sienta bien el aire libre
como el umbral de una tormenta.
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