domingo, septiembre 28, 2014

Tres poemas inéditos de Adonis

Tres poemas inéditos de Adonis | Babelia | EL PAÍS









[¿EN QUÉ APOYARME?]
¿En qué apoyarme?
¿En la cuadratura del cero, en el triángulo del deseo, en las pirámides del aire o en los campamentos de la historia? ¿En los vientos que se evaporan de los cementerios o en una tórtola hambrienta?  ¿Tiene la flor al fin un hueco por cuello? ¿No es la mariposa lo mismo que una llama?
¿Debo preguntar cómo acabará este mundo o cómo ha empezado este infierno?
Cómo hacerme amigo de los lobos, matar esta humanidad agazapada entre mis garras.
Mi vista ajustada a mi visión y ésta a aquélla, acompaño en su país al perfume de una rosa muerta.
Las heridas humedecen el vestido de un cielo pobre que aprende a cantar con nosotros:
El pájaro está de paso
La jaula no tiene fin.

El sol ama los caminos de los mayas.

[EN ESTE MOMENTO...]
En este momento el aire está en duelo.
Mi mirada se desplaza sobre la tapa de lo real desde que he cedido mi visión a la luz de las leyendas.
Las imágenes que ignoran el mutismo se expresan sólo en cuchicheos.
Cerezas negras son los ojos
Puentes de polvo los pasos.
¿Por qué esta incapacidad para no embriagar a la época sino con jarras de sangre y partículas de átomo?
¿Por qué no saber bailar sino sobre cadáveres de nuestros amigos y amados?

El sol ama los caminos de los mayas.

[AL FINAL, ACABARÁS SOLO...]
Al final, acabarás solo, indio rojo, hermano mío, pues nada dispersa mejor que la soledad.
El yo es arena no semilla. El yo es nube cósmica.
Antiguo-San Ángel Inn
Gisèle-César-Afif. El Líbano en miniatura.
Restaurante en un barrio histórico. El cliente se mezcla con el polvo de la historia, con su oro, sus caballos enjaezados, ensillados con montañas que tiran de la calesa del tiempo.
Lo efímero no necesita eternidad.
Lo eterno necesita de lo efímero.
Hay en este restaurante caderas en forma de alas que hablan la lengua de las nubes.
¡Una mujer en relieve! Su cabeza es un bosquecillo en flor. Sus muslos, dos vertientes de un valle.
Los jinetes de los deseos se enfrentan en su pecho.
El poeta sirio Adonis en su casa de París durante la entrevista. / MOUSSE

Zócalo. Ese, directamente en español, es el título del último libro de Adonis, que el día 6 de octubre publicará la editorial Vaso Roto en traducción de Clara Janés. Fruto de un viaje a México en abril de 2012, los poemas en prosa que lo forman son a la vez un ejercicio de admiración y de reflexión en el que el poeta sirio no pierde de vista su propio origen. “Lejos de pasar revista a los estereotipos de lo mexicano o de capturar postales líricas”, escribe en el prólogo el escritor mexicanoErnesto Lumbreras, “el ojo y el pensamiento que rigen el discurso lírico son los de la memoria del poeta y de la tribu. Adonis necesita «vagabundear en profundidad» para ordenar su inventario del mundo. Las calles de la Ciudad de México, las ruinas mayas, el Museo de Antropología o la Casa de León Trotsky se resuelven en el heideggeriano claro de bosque donde todos los tiempos convergen, propiciando un fértil juego de correspondencias o de recapitulaciones donde la historia o la arqueología han cedido su puesto al orbe de la poesía”. A continuación, ofrecemos tres poemas de Zócalo.


UN POEMA DE "EPITAFIO PARA NUEVA YORK"

Whitman, cúmplase ya nuestra hora. De mis miradas hago 
una escalera, con mis pasos tejo una almohada. 
Esperaremos. El hombre muere, pero es más duradero 
que la tumba. Cúmplase ya nuestra hora. Espero que 
corra el Volga entre Manhattan y el Queens. Espero que 
desemboque el Huang Ho junto al Hudson. ¿Te 
sorprende? ¿Acaso no desembocaba el Orontes en el 
Tíber? Cúmplase ya nuestra hora. Oigo un estruendo, 
un fragor: Wall Street y Harlem se reúnen: júntanse las 
hojas y el trueno, el vendaval y el polvo. Cúmplase ya 
nuestra hora. Las conchas construyen sus nidos en la ola 
de la historia. El árbol conoce su nombre. Y hay agujeros 
en la piel del mundo, un sol que cambia su máscara, su 
destino, y solloza en un ojo negro. Cúmplase ya nuestra 
hora. Podemos girar más aprisa que la rueda, podemos 
romper el átomo y flotar en un cerebro electrónico 
pálido o radiante, vacío o lleno. Podemos hacer de los 
pájaros nuestra patria. Cúmplase ya nuestra hora. Hay 
un pequeño libro rojo que se alza, no sobre las tablas que 
se astillan bajo las palabras, sino sobre la madera que 
se ensancha y crece, la madera de la locura sabia y 
la lluvia que cae limpia para ser heredera del sol. 
Cúmplase ya nuestra hora. 

"Epitafio para Nueva York", Adonis. Miserias y contradicciones del coloso norteamericano

El poeta libanés, de origen sirio, retrató las miserias de la ciudad estadounidense y por extensión la relación entre Occidente y Oriente
Cultura | Kepa Arbizu - TerceraInformación | 23-09-2014
Un título tan directo como “Epitafio para Nueva York” es lo bastante significativo como para no dejar demasiadas dudas sobre el contenido que esconde. En este caso, y expresado de forma genérica, se trata de una mirada nada complaciente con el modo de vida (en su expresión más amplia) norteamericano. Su autor Adonis (de origen sirio y nacionalizado libanés), de nombre verdadero Ali Ahmad Said Esber y uno de los eternos aspirantes a ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura, realizó esta obra en 1971, a pesar de que en la actual edición publicada por Nórdicas Libros incluya también dos poemas, “Garganta de piel roja” y “Paseo por Harlem”, fechados en 1996 y 1997, que entroncan con esa temática.
El hecho de que este libro se escribiera entre Nueva York y Bikfaya (Líbano) es mucho más que un mero detalle geográfico. En verdad se trata de la representación de esa dicotomía que se desarrolla a lo largo de él y que estará presente a todos los niveles, como el relacionado con el hecho mencionado, encarnado en una mirada expresa hacia Nueva York, y por extensión a Estados Unidos, pero siempre pendiente de ese otra realidad, a la larga interconectada , que es la de Oriente, dando como resultado la representación de una mezcla de culturas (“Que las ratas en Beirut y en otras partes / se pasean burlonas por la sede de la Casa Blanca”; “Nueva York, tienes en mi país la tienda de campaña y el lecho, la silla y la cabeza. Y todas las cosas a la venta: el día y la noche, la piedra de La Meca y el agua del Tigris”).
Un poemario el realizado por Adonis que tiene un espejo bastante evidente con aquel que escribiera Federico García Lorca, “Poeta en Nueva York”. No se trata sólo de la equiparación lógica en cuanto a escenario y actitud, ni incluso en la aparición de zonas concretas y homenajes explícitos (como el dirigido a Walt Whitman), sino la más importante: esa mezcla (de nuevo aparece este concepto, y no será la última vez) de lirismo, en esta ocasión manifestado bajo esa actualización de los modelos tradicionales de la poesía árabe habitual en el autor, y la utilización de imágenes cercanas al surrealismo, como se desprende de versos como “Los corazones están hinchados como esponjas y las manos, llenas de aire. / Amasas con nieve a los niños para hacer las dulces / rosquillas de nuestro tiempo. Tu voz es óxido, veneno residual de la química”.
Pero la obra está repleta de versos que trabajan como auténticos dardos que tienen como objetivo la forma de vida que impone Estados Unidos , y para ellos utiliza una forma más directa, como aquellos que pudieran pertenecer a Nazim Hikmet o Vladimir Maiakovski. Valga como ejemplo “NUEVA YORK, / cultura con cuatro patas. Cada distrito es un crimen y un camino hacia el crimen. / Cada día es un sepulturero negro / que lleva una hogaza negra, un plato negro / Y en ellos traza la historia de la casa Blanca". Eso no impide que haya espacio también para una mirada más optimista, casi siempre orientada al pasado o a su historia , representada en personajes como Lincoln o Walt Whitman, pero enfrentada a su presente (Nixon) al que acusa de prostituir esos valores.
“Epitafio para Nueva York” es un bello, a pesar de la crudeza y contundencia que a veces entona, poemario que desnuda las carencias y miserias del gran coloso que es Nueva York, ariete del imperio estadounidense. Además es un manifiesto, en forma y fondo, sobre la eterna dicotomía, y sus consiguientes contradicciones, manifestada principalmente en la relación entre Occidente y Oriente.

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