“Las administraciones, a veces, ponen al frente de la cultura a personas que nunca han ido al teatro”
“¿Hay algún partido que defienda la transparencia y se preocupe por una cultura crítica que aliente las iniciativas ciudadanas?”
Sabe que la educación es la madre de todas las victorias en materia cultural. Por eso, el “corsario” Julio Lázaro insiste en que el teatro y el resto de artes escénicas prendan su mecha en los pupitres de los colegios. En esta entrevista, tras ser elegido por la Unión de Actores mejor intérprete masculino de 2014 por su papel en “Clásicos Cómicos”, reniega de las políticas caducas, la corrupción y la falta de transparencia que dejan al ciudadano indefenso. Aspira a ver algún día salas, teatros, centros creativos y compañías estables. Nada de utopías.
Por ISAAC MACHO
—Tus compañeros de profesión, convocados por la Unión de Actores de Castilla y León-AISGE, te han concedido el premio a la mejor Interpretación Masculina del año pasado por tu participación enClásicos cómicos. ¿Tan buenos son tus papeles en la obra?
—Sí, así lo han decidido. Han considerado que mi trabajo es bueno y lo reconocen otorgándome el premio.
—¿Para qué sirven los premios además de dar de comer al ego?
—Este premio es un gran estímulo para mi trabajo porque viene de mis compañeros de profesión, y me hace por otra parte sentir una gran responsabilidad para no defraudarles ni a ellos ni al público.
—¿Se reconoce el trabajo y la aportación de los actores a la cultura en esta región?
—Hacemos trabajo para el público, y cada vez que recibimos su aplauso, es vivir en cada función su reconocimiento. Recorremos muchos teatros por nuestra Comunidad Autónoma, en todos ellos está presente esa comunicación directa, viva, que tiene el teatro, y yo ahí me siento reconocido.
—¿Qué pedirías a padres y profesores para que acerquen a los chavales a las artes escénicas?
—Que vayan con ellos al teatro. Los padres tienen la oportunidad de ir con sus hijos a ver espectáculos que estén adaptados a su edad. Ahí está Teloncillo y sus magníficas obras para bebés y público infantil.
Los profesores tienen una gran responsabilidad, como es participar en las campañas escolares, motivarles en clase, sobre todo los profesores de lengua y literatura, fomentar la creación de talleres de teatro en los centros. Las últimas experiencias que he tenido con escolares han sido muy positivas. Recuerdo el teatro Calderón lleno de estudiantes para ver Clásicos Cómicos, su atención, sus risas, nos ayudaron a hacer bien nuestro trabajo y nos produjo una gran satisfacción.
—Y, ¿cuál es tu sugerencia a quienes planifican la educación de niños y jóvenes?
—Que no se abandone en los programas curriculares a la música, a las artes escénicas porque es algo tremendamente formativo para niños y jóvenes. Aprenden a desarrollar su creatividad, a relacionarse mejor entre ellos y adquirir un sentido crítico en la vida.
—¿Qué haría falta para que se incorporare el teatro al programa curricular del sistema educativo?
—Lo que hace falta, es que los responsables políticos, sean sensibles y se convenzan de la importancia de estas materias para su formación. Una sociedad sin artistas está muerta.
—Decía el director polaco Krzysztof Warlikowski, el Día Mundial del Teatro, que pensaba en los escritores que hace casi 100 años anunciaron de manera profética, pero serena, el ocaso de los dioses europeos: ese crepúsculo que sumió a nuestra civilización en una oscuridad que aún no ha sido erradicada. ¿Ves alguna luz….?
—Veo luces y sombras. Vivimos en un sistema mercantilizado, donde el dios mercado manda, ordena, y todo se enfoca, incluso la cultura, desde ese modelo neoliberal, y esto trasciende las fronteras. Hacer teatro no es como vender coches o chorizos. La lucha por ello es compleja, porque nos enfrentamos a todo un modelo, a una gran estructura financiera.
La luz la veo, primero, en la lucha por resistir y denunciar con protestas en la calle, y en segundo lugar, en proyectos nuevos como, por ejemplo, en el ámbito teatral, los que surgen con un carácter crítico (El teatro del Barrio que lidera Alberto San Juan en Madrid).
—¿Sientes a las administraciones como aliadas o como enemigas?
—La relación con las administraciones es compleja y muchas veces ambigua. Una relación de amor-odio. Detrás de ellas están personas, a veces, conocedoras de nuestro ámbito de trabajo, de nuestros problemas, que tienen buena voluntad hacia nosotros y, en otras ocasiones, están al frente de ellas personas que no conocen el medio, a lo mejor hasta nunca han ido al teatro, y ven la cultura como un adorno, un escaparate de eventos, no como una necesidad para la ciudadanía.
—La falta de transparencia y eliminación de recursos ha llevado a que las políticas se dediquen básicamente a mantener las estructuras administrativas y de gestión en detrimento de la creación y difusión cultural. ¿Cómo arreglamos eso?
—¡Qué pregunta! Ahora estamos en período electoral, a nivel local y autonómico, ¿hay alguna formación política que defienda de verdad la transparencia, una buena gestión y distribución de los recursos, preocupada por una cultura crítica que aliente las iniciativas ciudadanas?
Pensar que los cambios van a venir solo de quienes estén en el poder político, y una vez más la democracia sea emitir un voto en la urna, es engañarnos si a la vez no hay unas bases ciudadanas maduras, críticas, que luchen. Si las gentes del teatro estamos a nuestros rollos individuales, y no reivindicamos, tendremos al final lo que nos merecemos.
—¿Has tenido la sensación alguna vez de que los recursos públicos funcionan como si fuesen privados?
—Lo he pensado algunas veces. Por lo que me cuentan en Corsario es normal aparecer en el Boletín que edita la Junta como agraciado con una subvención–ayuda: cuantía, concepto, etc.
—¿Algún ejemplo?
—No conozco casos, sin embargo, sospecho que puede haberlos.
—La teoría dice que en Corsario tenéis claro que necesitáis trabajar sin altibajos, mantener vuestra actividad de forma continuada… pero en la práctica, ¿qué sucede?
—Vivimos en la incertidumbre, con muchos altibajos: meses con muy poco trabajo y otros más animados, los ayuntamientos tardan mucho en pagar y se vive en una asfixia continua. Todo esto unido a los recortes, a la malversación de los recursos públicos hace que sea un verdadero milagro seguir vivos…
—¿Qué es la transparencia en las artes escénicas…?
—Hacer saber lo que costamos y lo que devolvemos.—
—Estamos a las puertas de un año cargado de elecciones. ¿Es posible, razonable, justo, exigir criterios profesionales, éticos e independientes en el nombramiento de cargos públicos del mundo de la cultura?
—En el mundo de la cultura y en todos los demás sectores, por supuesto que sí. Creo que es razonable pedir, exigir que los cargos públicos desde el ministro de Educación y Cultura hasta el último concejal del ayuntamiento de un pueblo, recojan el sentir de las necesidades ciudadanas, no estén solo pendientes de sus propios intereses, o lo que es el colmo, utilicen su cargo público para lucrarse.
—En Andalucía los profesionales de las artes escénicas y todos los partidos políticos han llegado a un acuerdo para abrir los espacios y teatros públicos en desuso. ¿Te apuntas?
—Este acuerdo es genial y me da mucha envidia. Aquí por ejemplo tenemos el teatro Lope de Vega en Valladolid, cerrado, en ruinas, y comprado por Caja Duero, sin saber el uso futuro de ese espacio. Tenemos en nuestra Comunidad Autónoma teatros infrautilizados, con muy poca actividad cultural, ¿por qué no pueden darse aquí este tipo de acuerdos?
—En 2008, María José Salgueiro, entonces consejera de Cultura, anunció que iba a crear una ley de Artes Escénicas en la región. ¿Tendrá que llover mucho más?
—No hay intención de hacer leyes sobre el tema. Para empezar, las partes nunca se pondrían de acuerdo. Volvemos para atrás: años 50-60. El espectador va al teatro porque puede permitírselo. Esa es la ley…
—¿Es pensable que aquí haya algún día un canal de radio o tv públicas dedicado a la cultura, o al menos una programación amplia en este campo?
—En Castilla y León es absoluta la pobreza audiovisual y lo mismo podíamos decir de la orfandad en que nos encontramos quienes intentamos vivir de la cultura respecto al tratamiento que recibimos por parte de los medios escritos. ¿Cuántas páginas dedican un periódico al fútbol y cuántas a la cultura? Estamos acostumbrados a ver que uno triunfa como actor cuando sale en una serie de televisión o en el cine. Si solo haces teatro eres anónimo para los medios de comunicación.
—¿Para cuándo piensas que tendréis apoyo a la creación de estructuras estables, salas y teatros, compañías, centros coreográficos…? ¿Lo olvidamos?
—Nuestro querido Fernando Urdiales tenía el sueño de que Teatro Corsario tuviera carácter residente. Si bien hemos de ser también nómadas, con bolos aquí y allá, es necesario poder tener un teatro que dé a conocer nuestros espectáculos al público del entorno y preocuparnos de los nuevos públicos, de los jóvenes, en concreto.
¿Para cuándo? Si seguimos con recortes, malversación de fondos y con políticas caducas, esto sigue siendo hoy una utopía, pero entiendo por utopía, no lo imposible sino lo que todavía no ha tenido lugar, pero llegará.
—Hoy no hablamos del IVA, pero, ¿te hubiera gustado responder a una pregunta que no te he formulado?
—Vamos a intentarlo: Te han dado un premio por tu trabajo en un espectáculo del siglo de oro ¿Está vigente este teatro de verso?
Sí, y por muchas razones. Es claro que no todos los textos tienen el mismo valor, o vigencia, pero es una realidad que textos como La vida es sueño de Calderón o El castigo sin venganza de Lope de Vega o las comedias de Tirso, o los entremeses de Quiñones de Benavente, plantean situaciones, conflictos que están en todo ser humano, y con las que nos podemos reconocer hoy.
El humor de los entremeses de Clásicos Cómicos, llega al público de hoy, le divierte y le emociona. Decía Fernando Urdiales que si viéramos que estos textos no llegan al espectador, no los haríamos. Y así es.
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