(Boceto de una despedida que el sueño me robo)
Ella partió a espaldas de la Aurora
Tan sutíl como la diosa
Mientras el amigo
Colgaba en los tendales dorados del sueño
La blanca colada de los besos
Y de las palavras
Que el silencio mima.
El mar de todo ello
Hace su magnifica cosecha
Ella partio y la Aurora su complice
Dormidos los gallos
Y el amigo mondando las frutas
Amasando harina huevos
Un sonajero de cuarzo y asi dormido
Se queda y son las sábanas pegadas
Un horario azul y calido
Asi se levanta
Encuentra la habitacion sin sueño
La cama revoloteando en el alféizar
La huerta primorosamente manchada
De Sol recien hecho
Un olor a limones cuidando de ellas
Que eĺla ha dejado
Bajo el árbol del té
La manzana sin morder
Y el amor que madruga
Te entrega el dia.
Amiga de las raíces aladas
Y de los huesos del alma
Vuelas hacia los aviones inocentes
Que comen adioses
y distancias
Y holas
en la palma de tus manos
Y yo recogeré para ti el polem
De las abejas en flor
(Pero el poema cualquier poema
Tiene que mal decir la vida
Y jamás
de rodillas)
(Foto de Karlotti, la Valcueva 1989)
Poema de Roberto al adios perseverante de Miguel
Este cansancio carnal/cuando muere uno de nosotros/después de tanta muerte/a pesar de no hablar/ni verse desde hace años/esta desidia tan intima/que se apodera despacio/de los huesos de las manos/de la mirada de la voz/por no saber ya a donde dar/con la palabra ni con los labios./Desde hace tiempo ya/es otra la soledad/quiero decir la de uno/y la que compartimos/cada vez menos/y poco a poco nos va royendo/sin remedio ni esperanza/a pesar de esa cosa intacta/que ya no sé nombrar/y siempre nos ha reunido.
(Paris 4 de octubre 2022)
(Cuaderno de verano)
Ven ya verano
uña luminosa en manos de bondad
meñique salado
(Cuaderno de invierno)
He dormido demasiado este invierno
-se dice ese hombre-
No pisé la nieve.
No llamé a puerta alguna.
El hombre de los sueños
no se acostó en mi lecho.
(Cuaderno de otoño)
Un puñado de moras, bien negras, prietas, dulces, convida al corro (rodillas rozadas), en este prado.
(Cuaderno de primavera)
Mediodía. Sus pestañas pespuntan las sabanas del tendal: las iniciales de los zarcillos, la herida sin cerrar de las anémonas, el pudor de las violetas.
Bajo sus párpados salta en el aire na cascada, desbroza una fuente. Lo profundo: esto es, lo diminuto.
Pero sobre todo no hay que olvidar que a Miguel LE DUELE, el pueblo, con sus antepasados, sus casas deshabitadas, el campo por poblar, los personajes malditos y tanta guerra inútil y tanta palabra vana y tanta injusticia idemne, de ahí por ejemplo, uno de sus poemas:
Ni Dios ni amo.
He dormido demasiado este invierno
-se dice ese hombre-
No pisé la nieve.
No llamé a puerta alguna.
El hombre de los sueños
no se acostó en mi lecho.
(Cuaderno de otoño)
Un puñado de moras, bien negras, prietas, dulces, convida al corro (rodillas rozadas), en este prado.
(Cuaderno de primavera)
Mediodía. Sus pestañas pespuntan las sabanas del tendal: las iniciales de los zarcillos, la herida sin cerrar de las anémonas, el pudor de las violetas.
Bajo sus párpados salta en el aire na cascada, desbroza una fuente. Lo profundo: esto es, lo diminuto.
Pero sobre todo no hay que olvidar que a Miguel LE DUELE, el pueblo, con sus antepasados, sus casas deshabitadas, el campo por poblar, los personajes malditos y tanta guerra inútil y tanta palabra vana y tanta injusticia idemne, de ahí por ejemplo, uno de sus poemas:
Ni Dios ni amo.
Caldero de latón el Ojo restaña mil grietas.
Hierve dentro y fuera.
(LANZADOR DE DADOS)
Hace un inventario de perfumes venenosos.
Al espadachín en nada imita si voltea su puño.
Ah! Eres el Gran Enredador.
El cuchillo preciso
(entre un sombrero de moho
y el hueso dúctil).
Candil sigiloso y fantasmagórico:
-La mañana no se burlará de sus heladas mejillas.
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