domingo, octubre 14, 2012

Noticias ultimas sobre MO YAN

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La polémica en la intelectualidad china tras la concesión ayer del Premio Nobel de Literatura al escritor Mo Yan aumenta. Si al régimen comunista de Pekín le ha caído en gracia el galardón otorgado por la Academia Sueca, los disidentes han recibido la noticia con críticas. Hoy el escritor chino Liao Yiwu (1958), considerado el poeta de la matanza de la plaza de Tiananmen, porque la predijo en un poema llamado Masacre, escrito un día antes de la misma, ha atacado con dureza al flamante premio Nobel de Literatura 2012, su compatriota Mo Yan (Gaomi, 1965), a quien ha calificado de "canalla" y de intelectual del régimen.
"Mo Yan hace pocos meses organizó un acto con cien escritores en el que cada uno transcribió un texto de Mao como muestra de fidelidad al régimen. Eso da una idea del personaje, es un canalla", ha dicho este autor en la Feria del Libro de Fráncfort. Mo ha respondido hoy que si sus críticos hubiesen leído sus libros habrían visto que los escribió "bajo una gran presión" y se expuso a "grandes riesgos".
Liao, cuyos libros están prohibidos en su país, recibirá este domingo el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes por su denuncia contra la opresión en China, que le ha llevado a sufrir cuatro años a la cárcel, plasmados en su obra Por una canción y cientos de canciones, y le ha obligado a exiliarse a Alemania, donde reside en Berlín.
"Hay muchos parámetros según los cuales se puede medir a un escritor. Pero China es una dictadura y en una dictadura un escritor no puede dejar a un lado la moral", ha agregado Liao, que se enteró de la concesión del Nobel para Mo Yan cuando viajaba en el tren que le llevaba de Berlín a Fráncfort.
Liao se suma así a las críticas lanzadas ayer por el más conocido disidente chino, el artista Ai Weiwei, quien denunció "la insensibilidad" de la Academia sueca en la concesión del premio más célebre de la literatura mundial.

Mo Yan pide la liberación del Nobel de la Paz Liu Xiaobo

El escritor chino Mo Yan, galardonado ayer con el Nobel de Literatura 2012, ha pedido este viernes la liberación de su compatriota encarcelado y Nobel de la Paz en 2010, Liu Xiaobo, quien en 2009 fue condenado a 11 años de prisión por pedir reformas democráticas y el fin del gobierno de partido único. "Espero que pueda recuperar la libertad tan pronto como sea posible" y que pueda dedicarse a investigar "sus políticas y su sistema social", ha asegurado a un grupo de periodistas en su pueblo, Gaomi, en la provincia de Shandong, informa Reuters.
Mo Yan ha hecho estas declaraciones —que, seguramente, serán recibidas con enojo por las autoridades— en medio de la ola de críticas que ha generado entre algunos disidentes e intelectuales chinos la concesión del premio a quien consideran un hombre cercano al Partido Comunista Chino (PCCh). El autor de Sorgo rojo es miembro del PCCh y vicepresidente de la Asociación de Escritores de China, organización respaldada por el Gobierno.
Mo Yan, de 57 años, un apodo que significa No hables y cuyo nombre real es Guan Moye, ha afirmado que había leído algunas de las críticas literarias de Liu Xiaobo en la década de 1980, pero que no conocía su obra cuanto decidió dar un giro político a sus escritos.
Los críticos con el premio a Mo Yan aseguran que no es digno de él porque ha comprometido su independencia artística e intelectual al situarse bajo el ala del partido y porque, a pesar de ser un escritor influyente, no había utilizado hasta ahora su peso para hablar a favor de los intelectuales y los presos políticos. Mo Yan ha afirmado que conoció en su día a Liu Xiaobo, pero que no habían tenido contacto desde hacía tiempo.

Mo Yan ha calificado el premio de "una victoria de la literatura, no una victoria de la política". Algo difícil de digerir en China, donde la vida cultural y la creación artística están sometidas a los estrictos controles y vigilancia de los censores.¿Ha dado el galardón voz a Mo Yan para referirse a Liu Xiaobo? Es posible que el reconocimiento y la fama le hayan dado fuerza para decir lo que no había dicho hasta ahora, pero el novelista ha arremetido al mismo tiempo contra quienes han denigrado su elección. "Creo que la gente que me ha criticado no ha leído mis libros. Si lo hubieran hecho, comprenderían que mis escritos de entonces me hicieron correr muchos riesgos y sometieron a presión”.
Yu Jie, un escritor exiliado en Alemania, ha tachado en los medios de este país el galardón del "mayor escándalo en la historia del premio Nobel de Literatura", mientras que el artista Ai Weiwei, que vive en Pekín bajo estrecha vigilancia policial, ha asegurado a la agencia France Presse que Mo Yan "siempre estará del lado del poder y nunca tendrá una pizca de individualismo". Ai ha dicho que es ridícula la alegría de Pekín por el premio, cuando en el pasado ha puesto en duda la legitimidad de los Nobel, como ocurrió cuando fueron concedidos los de la Paz a Liu Xiaobo (2010) y al Dalai Lama (1989), o los ha ignorado, como pasó con el de Literatura a Gao Xingjian (2000), un disidente emigrado a Francia en la década de 1980 para huir de la censura, que logró el premio siendo ya ciudadano francés.
Otros activistas han cuestionado la independencia de Mo Yan, y han recordado que este año ha copiado a mano, para un libro conmemorativo, un discurso de Mao Zedong que contiene las ideas del líder chino sobre la necesidad de controlar el arte. El galardonado ha defendido hoy que "algunas ideas de Mao sobre el arte son razonables".
Wei Jingsheng, uno de los más famosos disidentes chinos en el exilio, ha asegurado que el premio de este año es un intento de calmar al Gobierno chino, tras la furibunda reacción que tuvo por la concesión del Nobel a Liu Xiaobo.
La felicitación que le ha trasladado a Mo Yan el máximo jefe de propaganda del PCCh, Li Changchun, deja clara la politización también por parte de Pekín. El galardón "refleja la prosperidad y el progreso de la literatura china, así como la fortaleza nacional y la creciente influencia internacional de China", dice la carta enviada por Li —uno de los nueve miembros de todopoderoso Comité Permanente del Politburó— a la Asociación de Escritores de China.
La concesión del Nobel de Literatura figura este viernes en la primera página de los periódicos chinos, un gran contraste con lo ocurrido con el Nobel de la Paz a Liu Xiaobo, cuya elección fue calificada por Pekín de profanación de la tradición de los Nobel. El diario Global Times afirma que el galardón a Mo Yan es una prueba de que "Occidente no puede rechazar durante más tiempo la corriente dominante china".

Premio merecido

Su nombre es Guan Moyen y su séudonimo, Mo Yan, significa 'No hables'.

En sus novelas se mezclan la agitada historia de la China del último siglo con los ritos y tradiciones de las zonas rurales y el alma del pueblo chino

Es el segundo escritor nacido en China, tras Gao Xingjian en 2000, que obtiene el premio


El escritor chino Mo Yan. / WU HUANG (AP)

El escritor Mo Yan es el ganador del Premio Nobel de Literatura 2012 "por su realismo alucinatorio, que une el cuento, la historia y lo contemporáneo", según el dictamen de la Academia sueca. El sucesor del poeta sueco Tomas Tranströmer en el galardón más importante de las letras nació en Gaomi, un pobre condado de la provincia costera de Shandong, en febrero de 1955. El ganador ha expresado a la prensa oficial su alegría aunque ha matizado que "ganar no representa nada" y que seguirá "centrado en la creación de nuevas obras".
Al fin ha sucedido, aunque nunca sabremos si la concesión del Nobel de Literatura tiene algo que ver con el ascenso imparable de China en el nuevo orden mundial, porque los académicos suecos han demostrado a menudo no ser ajenos al devenir sociopolítico del mundo, pero lo cierto es que Mo Yan, uno de los grandes novelistas de nuestro tiempo, es un premio ejemplar. Sus obras han sido editadas en España por Kailas, aunque el último libro lo ha contratado hoy en la Feria de Fráncfort por la editorial Seix Barral.
"Continuaré trabajando duro, gracias a todos", ha señalado Mo en una breve entrevista a la agencia oficial China News recogida por Efe desde la residencia de su padre en la aldea de Gaomi. "Estoy aquí para ver el campo", ha dicho. Sobre la importancia del premio para la literatura china, Mo ha añadido que su país "tiene muchos autores excelentes cuyos destacados trabajos podrán también ser reconocidos en el mundo". El escritor ha mostrado su sorpresa por recibir el premio porque no se considera un autor "tan experimentado" como otros compatriotas suyos: "Mi estatus no era tan elevado". "Solo quiero seguir mi camino, concentrado en lo humano para mi propia obra", ha declarado Mo, quien ha agregado que en su pueblo se siente "tranquilo, para escribir encerrado en su habitación".
La narrativa china contemporánea ha venido abriéndose paso en el mundo occidental en los últimos tiempos, aunque siempre con carácter selectivo -e incluso minoritario en comparación con la narrativa de las lenguas occidentales-. Mo Yan es un autor poco conocido, pero muy apreciado, una especie de autor de culto varias de cuyas novelas se han traducido en España. Su acogida no parece que haya sido arrolladora, pero sí es verdad que ha ido encontrado una buena cantidad de lectores fieles, de lectores que, una vez han leído un libro suyo, han seguido leyendo los demás. O sea: un autor de culto. Ahora, gracias al Nobel, dejará de serlo y, con ello, se habrá cumplido una de las razones originales del premio, cual era la de dar a conocer obras y autores de gran entidad literaria que, por las razones que fuera, no habían alcanzado el reconocimiento universal que merecían.

Autor satírico


Mucho más tiene que ver con la de Fanz Kafka. En realidad su territorio favorito no es el absurdo sino más bien lo grotesco, donde da rienda suelta a su imaginación sin perder de vista la gran narración tradicional china, que por vez primera empezó a modificar Lu Sin y de cuyo esfuerzo proviene la poderosa libertad de la renovación de procedimientos de escritura y estructura novelesca que alcanza a conseguir Mo Yan. En su novela La república del vino encontraremos un extraordinario monólogo de Ding, su protagonista, de indudable estirpe joyceana.Mo Yan es un escritor satírico; lo es ya desde su pseudónimo, que significa. “No hables”, muy adecuado en un país donde la censura está a la orden del día. Su sentido del humor es tan imaginativo como su fantasía; es un humor duro y sin concesiones, pero hilarante, y su fantasía procede de una mezcla de la tradición china, cargada de imágenes y símbolos, con la tradición occidental. No es de extrañar, por tanto, su aprecio por la obra de García Márquez –aunque su escritura poco tenga que ver con el mundo de lo real maravilloso del colombiano-.
Su novela Sorgo rojo fue llevada al cine por Zhang Yimou con un éxito extraordinario, pero es a partir de La vida y la muerte me están desgastando cuando el poder corrosivo de su humor y su fantasía alcanza cotas memorables y un estilo propio inconfundible. Este es uno de los premios Nobel mejor concedidos y merecidos, de esos que tapan errores o concesiones cometidos en otro tiempo. Hay al menos cuatro novelas suyas traducidas al español, así que prepárense a disfrutar de verdad con la mejor literatura.
La República del Vino es un libro tan divertido como aparentemente incoherente que mantiene con enorme habilidad la esencia del prolijo relato: el absurdo de la existencia en un país sometido a un control total y la fluencia de la vida dentro de semejante encerrona
Cada nueva novela de Mo Yan es una sorpresa. Habituados como estamos a que las tradiciones chinas se cumplan bajo el peso de siglos de escritura, la capacidad de Mo Yan para abrir caminos sin romper con ellas, para revolucionar desde adentro las formas de escritura y las estructuras de la narración, alcanza en esta novela su punto más alto.
Mo Yan es un escritor satírico, especie que florece en tiempos y lugares de férrea disciplina social y política; su sátira no conoce fronteras y esta vez se adentra más que nunca antes en el terreno de lo fantástico sin cortarse un pelo. La estructura es la siguiente: Ding Gou'er, investigador criminal de la Procuraduría General, se encuentra en viaje a bordo de un camión conducido por una hermosa camionera; está embarcado en una misión especial que le lleva a la Tierra del Vino y los Licores, donde se fabrican los mejores vinos y licores de toda China, pero donde se rumorea que comen niños asados entre otros manjares. Oficialmente, sin embargo, llega para hacerse cargo de la mina de carbón del Monte Luo, que está manga por hombro. El relato de las peripecias de Ding Gou'er -unas veces contadas por un narrador que es el propio Mo Yan y otras por él mismo, según se tercia- es una de las tres líneas vertebrales del relato. Las otras dos son: la correspondencia entre Mo Yan y un rendido lector suyo llamado Li Yidou y el conjunto de relatos que el propio Li Yidou envía a Mo Yan con la vana esperanza de que éste consiga colocarlos en la prestigiosa revista Literatura para los Ciudadanos.

La escritura de Mo Yan se basa en el uso de los símbolos, como es tradición en la literatura china (el pequeño demonio, el niño de piel escamosa...) y en una sobreabundancia de imágenes que se suceden sin interrupción. Su sátira -sobre el poder, la corrupción, la obsesión por la comida y la bebida, la estructura social china, la burocracia y la Administración, la picaresca de los cargos políticos...- es no sólo demoledora sino que se apoya además en una falta de delicadeza en todo conforme a la vivencia de los personajes. Es grosero y brutal en la expresión, no tiene el menor reparo en llevar al extremo el durísimo humor que practica, lleno de descripciones desagradables cuando son necesarias y proclives a lo grotesco, no las escamotea. Es posible que resulte a veces algo reiterativo para el lector acostumbrado a la escritura occidental, pero es su manera de contar. El resultado es un libro tan divertido como aparentemente incoherente que, sin embargo, mantiene con enorme habilidad la esencia del prolijo relato: el absurdo de la existencia en un país sometido a un control total y la fluencia de la vida dentro de semejante encerrona.Nada más llegar a su destino, Ding Gou'er es recibido por las más altas autoridades del lugar. La recepción incluye una serie tal de brindis que Ding Gou'er acaba totalmente borracho, estado que prácticamente no abandonará hasta el fin de la novela, y Mo Yan se vale, como autor, de la embriaguez para meterlo en las más disparatadas aventuras porque la historia de Ding es, a la vez, la novela que Mo Yan está escribiendo. El propio Mo Yan, que acude al final a la Tierra del Vino y los Licores invitado a instancias de su discípulo, acaba agarrando tal cogorza que nos obsequia con un monólogo final que es también un homenaje al monólogo final de la señora Bloom en el Ulises de Joyce.
La historia de Ding Gou'er que Mo Yan relata es un alarde de inventiva. En paralelo a ella, los relatos de Li Yidou cumplen con la misión de mostrar un estilo de vida provinciano en un tono realista que establece el adecuado contraste con las estrambóticas aventuras del investigador, uno de los personajes más inútiles y conmovedores a la vez con que podemos toparnos como lectores. En buena parte, el excelente resultado de esta novela se debe a que Mo Yan demuestra haber leído muy bien a Kafka, al utilizar la técnica de contar un suceso o serie de sucesos fantásticos con el más depurado realismo (de ahí surge la inmortal Metamorfosis), creando una suerte de relato sincopado de una gran efectividad expresiva. El resultado de todo ello es una historia subversiva, disparatada y tronchante que, a base de echar cortinas de humo sobre el verdadero sentido de la narración, consigue acabar exponiéndolo con la habilidad de un consumado prestidigitador.
Queda una última duda: la novela fue publicada originariamente, tras varias dificultades, en Taiwan con el título Jiu Guo, pero la versión española procede de la traducción inglesa publicada en 2000. Viene, pues, a nuestras manos por idioma interpuesto. Hasta qué punto haya podido perderse una parte del sabor original del libro es algo que conviene señalar, ya que no se puede evaluar. Pero, en todo caso, Mo Yan demuestra ser, hoy por hoy, un escritor a la altura de los mejores de nuestra época.

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